Atrapados (Las Consecuencias Del Pecado)

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Viendo LAS CONSECUENCIAS DEL PECADO en el Libro de Jeremías

LAS CONSECUENCIAS DEL PECADO
Texto: Jeremías 2:14-19

Introducción:
Pecar es alejarse de Dios. Se forma instantáneamente un gran abismo entre Dios y el hombre por el acto de pecar (ver Isaías 59:2). No existe la felicidad ni la dicha lejos de Dios, por el contrario, las consecuencias son funestas. Veamos algunas:

I. Esclavitud (v. 14).
El pecado paraliza, quita autoridad y hace sentir gran opresión y oprobio a quien lo comete. Quien peca se convierte en una marioneta del pecador por excelencia, Satanás. Pedro el apóstol los llama «esclavos de corrup¬ción» (2 P 2:19).

II. Soledad (v. 15).
El pecado margina. Nos vuelve egoístas, indiferentes, apáticos. Mientras tanto la voluntad de Dios es que sea¬mos seres sociables, simpáticos y de beneficio para quie-nes nos rodean.

III. Pobreza espiritual (v. 15--16).
El pecado nos impide disfrutar de los bienes celestia¬les: hay llanto, pesar, incertidumbre. Estamos indefensos y expuestos al peligro constante.

IV. Condenación (v. 19).
No hay nada más terrible que sentirse expuesto a las llamas del infierno. El sentido de condenación produce tristeza, desasosiego y amargura de espíritu.

VEAMOS LA ACTITUD DE DIOS (I)

El remedio para el pecado se logra con una clara percepción de la realidad:

I. «Sabe, pues...» (v. 19).
Dios apela a que el pecador sepa en qué consiste el pecado y cuál es el daño que ocasiona. También es bueno que el pecador tome conciencia de su situación ante Dios. Pues no hay enfermo que pueda ser sanado, a menos que no reconozca su enfermedad. En el relato del hijo pródigo, en el Nuevo Testamento, a las fiestas y vida desenfrenada en el país lejano, se sumaban luego el hambre, la deser¬ción de sus amigos, el cuidar cerdos, las ganas de comer algarrobas, la degradación y la suciedad. Todo era mise¬ria, hasta que al fin se puso a pensar: regresaré a casa de mi padre (Lc. 15:11s.).

II. «ve cuán malo...» (v. 19).
Aquí Dios le pide a Jeremías que se fije en las con¬secuencias del pecado. pero también Dios se refiere a lo malo que significa haber dejado a Dios.

Conclusión:
El pecado nos aparta de Dios, y trae desgracia a nuestra vida. Es imposible dejar de pecar mientras es¬temos en este mundo. Lo que no es imposible: pedirle perdón a Dios cuantas veces sea necesario. Porque «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros» (1 Jn. 1:9-10; también ver Is. 1:18; 43:25).

LAS CONSECUENCIAS DEL PECADO (II)
Texto: Jeremías 2:20-37

Introducción:
Es larga la lista que hace Dios del pecado de Israel. Sigue detallando las consecuencias.

I. Negación al servicio (v. 20)
Cuando un nacido de nuevo se niega al servicio y dice: «No serviré», es evidente que se encuentra en pecado. El no usar los dones y talentos para el beneficio de la casa del Señor, es negligencia y bien del maligno. El libro de Eclesiastés dice: «todo lo que te viniere a la mano para hacer hazlo según tus fuerzas» (Ec. 9:10).

II, Formas incorrectas para expiar el pecado (v. 22).
(Explicar lo que significa expiar).
El hombre en su desesperación y ceguera espiritual quiere expiar su pecado y lo hace mal. Busca distintos medios: hacer obras de bien, confesarlo ante los hombres, reprimirse y tratar de no hacerlo más, sacrificarse corporalmente. Lo cierto es que el pecado siempre existirá a menos que no se sigan los pasos correctos para la expiación:
1. Arrepentimiento.
2. Confesión del pecado y petición de perdón a Dios (Sal. 32:1-2).
3. Aceptación del perdón de Dios por fe.
4. Restitución del daño causado.

III. Justificación por el pecado (v. 23-25).
Cuando la persona no puede expiar su pecado y librar¬se de la culpa comienza a justificarse por el pecado cometido. Y termina diciendo: «No soy inmunda». Esta justificación hace que la persona encuentre razón en el pecado y poco a poco entenebrece su corazón pervirtiéndolo y volviéndolo de piedra, insensible. Hasta que des¬pués se dice a sí misma: para mi pecado «no hay remedio» (v 25).

IV. Vergüenza (v. 26)
El pecado es oprobio. Quienes lo practican tienen vergüenza, produce escándalo y hace que la persona quiera ocultarse.

V. Rechazo por los del pueblo de Dios, la iglesia (v. 30).
«Vuestra espada devoró a vuestros profetas». El peca¬do endurece la razón y hace agresivo a quien lo comete. Produce oposición a todo lo espiritual. Irrita e impacienta cuando se consideran temas espirituales. No es raro re¬cibir insultos y oposición por parte de nuestros familiares o personas más queridas (ver Mt. 10:20-22).

VI. Confianza en la creación en vez que en el creador, nuestro Dios (v. 37).
El hombre en su ignorancia busca ayuda y desvía su vista del Creador. Deposita toda su confianza en cosas o en personas. Otras lo hacen en ritos o en magias. Lo cierto que hay un sólo Dios que merece toda la gloria y alabanza. Como dijo el apóstol Pablo: «En lugar de la verdad de Dios, han honrado y adorado las cosas creadas por Dios y no a Dios mismo» (Ro. 1:25). De esta manera nos convertimos en lo que adoramos.

Conclusión:
Una de las afirmaciones bíblicas es que mientras vivamos en este mundo tendre¬mos que vivir en comunión con el pecado. Lo importante y necesario es que no compartamos con él. Que podamos tener toda la fuerza de voluntad para vencerlo y en de¬finitiva hacerlo morir en nosotros por una mayor comu¬nión con Dios. El pecado es como el carbón, si no nos mancha nos quema.

LAS CONSECUENCIAS DEL PECADO (III).
Texto: Jeremías 3:1-5

Introducción:
En la economía de Dios, el pecado tiene paga de muerte (Ro. 6:23). Dios odia el pecado. El pecado es la causa del sufrimiento humano. Es lo que provoca todo tipo de injusticia y desconcierto en la vida. No hay nada peor que pecar y seguir pecando después de haber cono¬cido las consecuencias. Es lo mismo que mostrarle a un homosexual las consecuencias del sida y hacerlo con lujos de detalles, y que el homosexual quiera seguir pecando hasta contraer la enfermedad. Si conocemos las conse¬cuencias del pecado, debemos huir de él.
Para que podamos comprender la reacción de Dios ante el pecado consideremos este ejemplo que contó John Visagno. Una víbora pico a nuestro hijo y le inyectó todo su veneno. Nosotros vemos la víbora y al mismo tiempo vemos a nuestro antídoto (Jesucristo). ¿Qué haríamos? ¿Nos quedaríamos de brazos cruzados mirando. No reac¬cionaríamos con violencia hasta casi irracional y rapidez demostrando nuestro desagrado por lo que hizo la víbora en nuestro hijo?

Consideremos tres consecuencias más del pecado en nosotros:

I. Reemplazamos a Dios (v. 1).
«Tu, pues, has fornicado con muchos amigos». El pecado nos hace cometer graves errores. El más grave es dejar a Dios y recurrir a otros «dioses», esto es idolatría. La idolatría nos hace pensar que podemos encontrar lo mismo que nos puede dar Dios en otras cosas o personas. ¡Craso error!
Muchas veces cuando el creyente es confrontado con la vida de demandas y compromiso del Evangelio, no quiere seguir más a Jesús. «Desde entonces muchos de sus dis¬cípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién ire¬mos? Tú tienes palabras de vida eterna» (Jn. 6:66-68).
El pueblo de Israel reemplazó la verdadera fuente de agua viva, por cisternas rotas que no retienen agua (ver Jer. 2:13).

ALGUNAS FORMAS DE REEMPLAZAR A DIOS:

I. Dejar de congregarnos:
Pensar que nos irá mejor si no venimos al templo a tener comunión con los hermanos. El salmista decía:
Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios que habitar en las moradas de maldad» (Sal. 84:2; 10). «Yo me alegré con los que me decían a la casa de Jehová iremos» (Sa1.122:1). «Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contem¬plar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su tem¬plo» (Sal. 27:4).

II. Dejar de orar:
Esto es lo que se llama dejar de confiar en Dios y cortar toda relación con él. Es lo mismo que ocurre si el marido ya no quiere hablar con su esposa y constantemente evita el diálogo, ella tiene todo el derecho de sospechar que la engaña. La oración es vital para el alma del creyente. No se considera normal un creyente sin oración, como un ser vivo sin respiración.

III. Perjudicamos a otros (v2):
«Y con tu maldad has contaminado la tierra». La fa¬milia de un borracho se trastorna toda. La infidelidad de un esposo destruye la familia. Todo pecado nos destruye y destruye nuestro entorno.

IV. Frena la bendición de Dios (v3):
«Las aguas han sido detenidas, y faltó la lluvia tardía». Dios nunca puede bendecir el pecado ni al hombre peca¬dor. Se escandaliza, se horroriza, se alarma del pecado (ver Números 14:8), la condición para que Dios se alegre es vivir en santidad.

Conclusión:
Muchos se quejan de la suerte que les ha tocado en vida, otros sienten como que el infierno es la tierra. Lo cierto es que no se puede pretender ser feliz a espaldas de Dios, y revolcándose en el fango del pecado. Siem¬pre hay maldición cuando uno se entrega a vivir en el pecado.

LAS CONSECUENCIAS DEL PECADO (IV)
Texto: Jeremías 3:6-14

Introducción:
El famoso predicador inglés Charles A. Spurgeon en uno de sus mensajes dijo: «El viejo naturalista Ulises Androvaldo nos cuenta que la paloma tiene tanto temor al gavilán que se asusta cuando ve una de sus plumas. No sé si es cierto, pero esto sé: que cuando un hombre ha escapado a las fauces del infierno, tendrá tanto temor al pecado que hasta una de sus plumas también lo espantará».
El pecado para el alma es como el cáncer, o el sida, o la lepra, la destruye lentamente. Estas también son algunas de sus consecuencias:
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I. El pecado tarde o temprano se descubre (v. 6-7).
• Todo sale a luz (Mt. 6:4).
• Nada hay encubierto que no salga a luz.
• Porque siempre alguien lo comenta (v6).
• Porque siempre alguien lo ve (v7).
• El famoso evangelista internacional Luis Palau dijo: «Cuando alguien cayó en el pozo del pecado, no lo hizo de repente. Él mismo se fue cavando su propia fosa».

II. El pecado contagia a los débiles (v. 8).
• El fuerte no anda con los necios (Sal. 1; Is. 51:7).
• El fuerte ante el pecado es sinónimo de sabio.
• Pablo fue enviado a los pecadores con un propósito salvífico. Dios le dijo: «Te mando a ellos para que les abras los ojos y no caminen más en la oscuridad, sino en la luz; para que no sigan bajo el poder de Satanás, sino que sigan a Dios; y para que crean en mí y reciban así el perdón de los pecados y una herencia en el pueblo santo de Dios» (Hch. 26:18).

III. El pecado merece la ira de Dios (v. 12).
• El pecado es sancionado por Dios con la muerte (Ro. 6:23).
• El pecado provoca la condenación eterna (Jer. 2:19).
• El pecado siembra corrupción (Gál. 6:7-8).

Conclusión:
Dios nos llama a ser virtuosos en Cristo, a llevar una vida de santidad, porque nos ha liberado por la sangre que su Hijo derramó, y nos ha perdonado de nuestros pecados (Ef. 1:6-7).


2 Replies to “Atrapados (Las Consecuencias Del Pecado)”

  1. SI HAY ALGO QUE ME EH DADO CUENTA ES QUE COMO DICE ESTE BLOG, CUANDO UNO ESTA EN PECADO POR LO REGULAR PIERDE INTERES EN LAS COSAS DEL SENOR, PERO ME EH DADO CUENTA QUE CUANDO UNO SE AUSENTA POR CAUSA DEL TRABAJO, COMO QUIERA SE LE ATRIBULLE A LA PERSONA QUE ANDA MAL O EN PECADO. LO MAS CONVENIENTE AQUI, ES HACER UN SACRIFICIO E IR A LA IGLESIA ;OH TENER UNA RELACION CON DIOS DESDE LO MAS INTIMO EN TU CASA.

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