Instrucciones Para Los Ministros

Texto: 1 Timoteo 4:6­16
Versículo clave: «Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren». I Timoteo 4:1

Debemos reconocer el llamamiento especial y los requisitos particulares del pastor y orar por él y su familia conforme se suple sus necesidades.

UN VISTAZO PRELIMINAR

Así como es difícil que vuelva de un algún lugar donde jamás ha estado, así también es difícil guiar a alguien a un lugar donde jamás ha estado. Un buen pastor estará consciente de la senda que sus ovejas necesitan tomar. Él sabrá dónde van tanto él como sus ovejas.
Estas instrucciones para los ministros no son exclusivas. Las labores de un ministro o pastor sólo difieren en alcance no en contenido. Dios espera por completo que todos sus hijos vivan según las enseñanzas de su Palabra. Dios ha llamado a algunos hombres para dirigir iglesias. Estos hombres deben avenirse a estos parámetros espirituales y ser ejemplos a los demás.
A menudo oímos a alguien decir: “Haga lo que digo, no lo que hago”. Yo entiendo el sentimiento detrás de esta declaración, pero la Biblia es clara en enseñarnos que debemos ser ejemplos los unos a los otros. Jesús es nuestro gran ejemplo (Jn. 13:15), y nosotros tenemos que ser ejemplos los unos a los otros (1 Ti. 4:12).
Un buen pastor guiará por lo que enseña. Será cauteloso para preparar mensajes espiritualmente nutrientes para alimentar a aquellos que se reúnen. También será cauteloso en que su conducta personal sea tal que otros puedan seguir su ejemplo y crecer en gracia cuando así lo hagan.
Ninguna de estas cosas es una carga para el hombre que sigue a Jesús. Quienes verdaderamente toman el yugo de Jesús sobre ellos se darán cuenta que la carga es fácil y ligera su carga. Cuando vivamos por Él, encontraremos fácil vivir también los unos para los otros.


UNA MIRADA MÁS CERCANA

I. Un buen ministro
1 Timoteo 4:6­10

6. Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y
de la buena doctrina que has seguido.
7. Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad;
8. porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.
9. Palabra fiel es esta, y digna de ser recibida por todos.
10. Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el
Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen.

Estos versículos están ordenados para presentarnos tres opciones. Una es mala, una es mejor y la otra es la mejor de todas. Afortunadamente, las últimos dos no son exclusivas.
Para ser un buen ministro de Jesucristo un hombre debe ser nutrido con palabras de fe y buena doctrina. Pablo más adelante usó una metáfora del ejercicio, y ejercitarse adecuadamente depende de recibir una buena alimentación. Hay un dicho: “basura adentro, basura afuera”. Si físicamente comemos basura, no podemos esperar estar físicamente fuertes, y si alimentamos nuestras mentes y nuestras almas con la basura del mundo, no estaremos espiritualmente nutridos.
La primera opción es negativa. Un buen ministro debe rechazar rotundamente las fábulas profanas y de viejas. Esto se refiere a la cantidad de leyendas e historias que después de un tiempo adquieren el tono de la verdad, pero que son opuestas a la clara enseñanza de la Biblia. El hombre de Dios no debe estar en una búsqueda constante de nuevas doctrinas. Él debe concentrarse en las cosas que sabe que son ciertas. Hombres que divagan buscando a través de genealogías y fábulas, le han hecho mucho daño a la obra de Dios. En lugar de eso, el hombre de Dios debe autoejercitarse para piedad.
Esto nos trae a la segunda opción, ejercicio corporal. Pablo no estaba enseñando que los ejercicios corporales y espirituales sean contrarios. Un buen ministro mantendrá saludables su espíritu y su cuerpo. Pablo está sugiriendo que el ejercicio corporal será de poco provecho cuando comparamos el ejercicio con la piedad. La razón debería ser evidente. No importa lo que hagamos por nuestro cuerpo físico, nuestro cuerpo físico perecerá. Puede que usted tenga el cuerpo más lindo que jamás sea enterrado; pero todavía estará muerto. El ejercicio y la dieta son importantes porque podemos pensar de manera más clara cuando nos sentimos físicamente bien, pero no importa lo que hagamos, nuestros cuerpos físicos perecerán.
La tercera opción es autoejercitarnos en piedad. Este tipo de ejercicio es provechoso ahora y por la eternidad. Nosotros no podemos llevar las cosas físicas al cielo con nosotros, pero sí podemos llevar la verdad que conocemos. La verdad es verdad sea en el tiempo o sea en la eternidad. La verdad que usted aprenda ahora será cierta a través de los siglos. Literalmente, nadie puede quitarle la verdad.
Nosotros nos autoejercitamos en piedad cuando estudiamos la Biblia y aplicamos lo que aprendemos a nuestro diario vivir. Así como nunca recibiremos un beneficio físico al comprar y leer un libro sobre ejercicios, no recibiremos el máximo beneficio de nuestro estudio bíblico hasta que pongamos en práctica lo que aprendemos a nuestra vida diaria.
Hay algo de malo con un predicador que tenga un mal espíritu, un mal carácter y que sea difícil vivir con él. Ese hombre tiene un problema espiritual. Necesita autoejercitarse en piedad. Obviamente, tal hombre no será un líder efectivo hasta que personalmente siga las enseñanzas de la Biblia.

II. Un ministro ejemplar
1 Timoteo 4:11-­13

11. Esto manda y enseña.
12. Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.
13. Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza.

Éstas no son sugerencias. Pablo aquí usó un lenguaje militar fuerte para decirle a Timoteo que mandara y enseñara estas cosas. Nosotros no debemos abordar nuestro desarrollo espiritual con una actitud de tómelo o déjelo.
La primera cosa es general y se autodetermina. ¿Qué hay en la juventud que haría que otros despreciaran a un ministro joven? No es la juventud misma, sino la actitud áspera y juiciosa que algunas veces acompaña la juventud. Algunos varones jóvenes piensan que saben todo y están listos para condenar y criticar a cualquiera que se les ponga por delante. Ésta es una actitud equivocada en cualquier edad, y se supera con el crecimiento espiritual y el entendimiento bíblico.
Por otro lado, la mayoría de las personas realmente admiran y aprecian a un joven cortés, humilde y conocedor que se dedique al servicio del Señor. Timoteo debía superar el prejuicio de otros sobre su juventud por medio del ejemplo que él presentara ante los demás. Sigue una lista específica. La palabra juventud tal como se usa aquí, normalmente se refiere a los de cuarenta años para abajo.
Primero, sé ejemplo en palabra. Conozca la Biblia y sépala para usarla adecuadamente. Así como un dentista conoce sobre los dientes y un doctor conoce sobre los huesos, un predicador debe conocer sobre la Biblia. Nada sustituirá las horas invertidas en el aprendizaje de la Palabra y la familiaridad con los contenidos de las Escrituras.
El término conducta tal vez corresponda mejor a nuestro término estilo de vida. Significa “camine, no hable”. La manera en que un hombre de Dios aplica la verdad a su vida y los cambios que hace la verdad son un poderoso testimonio para su fe. Si un predicador no puede aplicar la verdad a su propio corazón, ¿cómo puede esperar que otros lo hagan? El hipócrita es quien profesa creer cosas que no lo cambian. Nosotros no debemos ser hipócritas en ningún sentido.
La motivación detrás del ministerio debe ser el amor. Un pastor primero debe amar al Señor con todo su corazón y su alma. Si no lo hace, fracasará. También tiene que amar a las personas a las que sirve. Pastorear es un negocio de personas. Amar a un rebaño no quiere decir que no habrá disciplina. La disciplina es una señal de amor. Cuando actuamos en amor, nuestras acciones están buscando lo mejor para otros, no para nosotros mismos.
La fe personal en Jesús nos llevará a la fidelidad personal a Jesús. Al final, practicamos lo que creemos. Cuando la creencia viene primero en nuestros corazones, la práctica será la siguiente; pero cuando tratamos de infundir creencia por práctica, sólo nos vamos a engañar a nosotros mismos. El hipócrita desarrolla un escenario esperando convertirse en el actor de su acto. Esto es locura. Un verdadero creyente permitirá que la verdad que cree moldee su vida en todo sentido.
Difícilmente algo es más notable en la vida de un líder que una falta de pureza. Así como las moscas echan a perder el ungüento del boticario, de igual modo un pequeño loco lo hace en aquellos que están en puestos de liderazgo. Todos tienen pensamientos impuros, pero no todos los ejecutan. Un pastor llamado por Dios debe guardar su cuerpo bajo sujeción del Espíritu Santo para hacer la obra que Dios ha escogido para él. El buen ministro se mantendrá puro en su corazón y en su mente, y la pureza de conducta naturalmente será la siguiente.
Una forma de lograr estas metas espirituales es prestándole atención a la lectura de la Biblia, exhortando a otros a que hagan el bien y al estudio de la doctrina buena y sana. Esto está a tono con la enseñanza de Pablo en Filipenses 4:8. Nosotros tenemos una opción en lo que pensamos y debemos pensar en cosas buenas.

III. Un ministro cuidadoso
1 Timoteo 4:14­16

14. No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio.
15. Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos.
16. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo
y a los que te oyeren.

Un gran peligro en la vida de un ministro es que su vida sea deshecha. Muchos demandas son hechas a diario sobre los hombres de Dios, y es fácil ir donde la vida lo lleve sin pensar en un plan o una meta completa para su ministerio. Muchos pastores buenos y capaces han sido desviados hacia otro trabajo que los alejó de lo que Dios los había llamado a hacer.
Cualquier pastor exitoso desarrollará destrezas altamente cotizables buscadas por el mundo. Y muchos hombres han rec-hazado el regalo que Dios les ha dado por irse tras una recompensa monetaria. Esto es triste pero muy cierto. Hermano predicador, recuerde quien lo llamó y qué lo llamó Él a hacer. Un pastor ordenado ha demostrado su llamado a sus hermanos. Esto es parte del proceso de ordenación y todo pastor debe guardar esa ceremonia en su mente. Debe recordar las promesas y compromisos que le ha hecho al Señor.
Es fácil hacer una promesa y más tarde decidir no guardarla. El ritmo escalonado de divorcios en el mundo es evidencia de esto. Nosotros debemos guardar nuestras promesas y especial-mente las promesas que le hacemos a Dios.
Esto lo hacemos guardando nuestros compromisos por encima de nuestras mentes en todo momento. Puede que un predicador, por necesidad, se vincule con otras actividades, y esto para nada es deshonroso, pero debe tener su mente claramente centrada en su llamado y en la meta de Dios para su vida. Este debe ser un compromiso tanto público como privado. Cuando estamos dispuestos a hacer un compromiso público, también estamos demostrando un deseo de hacer un cambio permanente.
Un buen ministro debe estar dispuesto a autoexaminarse. Debe prestarle una atención cercana a su desarrollo espiritual porque será un ejemplo a otros, sea para bien o para mal. Debe analizar lo que predica porque ésta es la única verdad que muchas personas jamás oirán. Sería maravilloso que todos los miembros de la iglesia estudiaran la Biblia por su cuenta, pero muy a menudo, las doctrinas son determinadas sólo por lo que se predica desde el púlpito.
Una observación importante. El versículo 16 no está enseñando salvación universal. Es la voluntad de Dios que todos se salven, pero la salvación sólo está disponible para cada individuo que se arrepienta de su pecado y crea en Jesucristo como su Salvador personal. El buen ministro provee esa oportunidad a todos los que le escuchan.

UNA PALABRA FINAL

Ésta no es una tarea difícil y no es una lista imposible de vir-tudes que implementar en la vida de un predicador llamado por Dios. De hecho, todo predicador debe tomar esto como un reto personal y hacer lo mejor para implementar estas cosas en su vida.
Todo pastor merece el respeto y las oraciones del pueblo que sirve. Los predicadores no nacen; son llamados por Dios. Este es el requisito único y especial para estar en el ministerio. El ministerio del evangelio no es autoescogido, y no se lo imponen otros a un hombre. Se origina del cielo. Es especial y es el llamado más alto sobre la tierra. Ningún hombre debe entrar a él ligeramente, y ningún hombre debe deliberadamente hacer menos que lo mejor al servir a Dios de esta forma.
Dios espera que un ministro fiel practique y enseñe estas cosas. Él debe evitar las fábulas del mundo y darse a sí mismo al ejercicio piadoso al mismo tiempo que está a cargo del tabernáculo terrenal que Dios ha provisto como techo temporal para su espíritu.
Al hacer esto será un ejemplo a otros y un verdadero siervo del Señor. Así como dijo Jesús en Lucas 12:48: “Porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá”.

PARA DISCUSIÓN

1. ¿Cómo es Jesús el Salvador de todos los hombres, especial­mente de aquellos que creen (1 Ti. 4:10)?
2. ¿Por qué debe ser la vida del pastor un ejemplo para todo el rebaño (1 Ti. 4:12)? ¿Por qué?
3. ¿Alienta Pablo la lectura pública de las Escrituras (1 Ti. 4:13)?
4. ¿Qué quiere decir Pablo al escribir “pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1 Ti. 4:16)?

Preparado por D. Robinson; COMITÉ BAUTISTA ESCUELA DOMINICAL de A.B.A.

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