Ánimo para soportar

Texto: 2 Timoteo 2:1­26

Versículo clave:
“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”. 2 Timoteo 2:15

Debemos comprender el valor de la resistencia espiritual y tratar de aumentarla en el servicio personal cristiano.

En la mayoría de los esfuerzos humanos muchos comienzan pero pocos siguen el trabajo hasta completarlo. La orilla del camino está llena de individuos que se convirtieron y bautizaron, pero por una u otra razón cayeron. Muchas comunidades están llenas de aquellos que una vez iban a la iglesia. ¿Qué sucedió y qué puede hacerse sobre esta triste situación?
De seguro, una causa del terrible ritmo de retirada es que algunos jamás fueron sinceros. Los que realmente nunca nacieron de nuevo no tendrían razón alguna para seguir en el servicio al Señor. Este no es el caso de todos los que decaen. Hay muchas personas que realmente nacieron de nuevo y que han retrocedido y dejan de ser útiles para el Señor. Estos individuos no han perdido su salvación. Una vez que se es salvo, somos eternamente salvos, pero podemos perder nuestro compañerismo con el Señor.
Dios comprendió esto y nos dio esta lección para alentarnos a soportar hasta el final de nuestras vidas cristianas. Estas cosas no nos mantienen salvos, pero sí nos mantienen siendo útiles. No establece nuestra relación con Jesús, eso llega cuando somos salvos, pero nos mantiene en compañerismo con Jesús. Nuestro compañerismo debe ser constantemente fortalecido y renovado.
La resistencia espiritual es en muchas formas como una resistencia física. Llega de una determinación interna de hacer el trabajo y de terminarlo. No hacemos esto porque alguien nos esté viendo o porque alguien nos esté empujando. Lo hacemos porque tenemos un compromiso interno de ver nuestro trabajo terminado hasta el final.

UNA MIRADA MÁS CERCANA

I. Un trabajo que hacer
2 Timoteo 2:1, 2

1. Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.
2. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.

Si usted no sabe hacia dónde va, es difícil llegar ahí. Muchas vidas son como una taza de agua vertida sobre una mesa de vidrio. Son súper anchas pero terriblemente planas. El siervo de Dios debe tener una meta bien definida para su vida. Dios nos da nuestras metas conforme estudiamos su Palabra.
Un buen lugar para comenzar es con el relato de la Gran Comisión en Mateo 28:1820. Luego vea la clara afirmación de Jesús en Hechos 1:8. De nuevo se nos señalan las mismas ideas en estos versículos. Nuestro trabajo es testificar por Jesús.
Primero, observe que tenemos que ser fuertes en el Señor para alcanzar estas metas. Tenemos que tener cuidado de no sustituir nuestra fuerza por la fortaleza del Señor. Nosotros no podemos alcanzar metas espirituales por nosotros mismos. Por años los hombres han intentado hacer la obra del Señor sin el Señor, y siempre han fracasado. Cuando dejamos de confiar en nuestra sabiduría y capacidad y realmente confiamos en el Señor, nos fortalecemos de maneras que no podemos imaginar.
Jesús señaló claramente que sin Él nosotros no podemos hacer nada (Jn. 15:5). Nuestra primera prioridad es una relación fundamental y reforzada con nuestro Señor.
Necesitamos dirección de parte de Dios. Jesús es el Señor de la puerta abierta. Como leemos en Apocalipsis 3:7, el que abre y nunca cierra, y el que cierra y ninguno abre. Debemos tener cuidado de aprender la diferencia entre una puerta abierta y una cerrada. Desperdiciaremos nuestra fuerza y esfuerzo tocando en una puerta cerrada, y desperdiciaremos nuestro tiempo de pie viendo aquellas que están claramente abiertas para nosotros.
También tenemos que tener una meta global. Esta meta es clara y simple; debemos enseñarles a otros la verdad que hemos recibido para que ellos también se la puedan traspasar a otros. Ningún cristiano es cristiano terminal. Nosotros somos conductores que traspasamos a otros las cosas que aprendemos. Lo que usted sabe o el talento que usted tiene, no es suyo para retenerlo. Es suyo para traspasarlo y compartirlo.
Esto es lo que Jesús quiso decir cuando dijo que perderíamos nuestras vidas si tratamos de guardarlas y que sólo retendremos nuestras vidas si las entregamos (Mt. 10:39).
Nosotros tenemos la labor positiva de reclutar hombres fieles para que lleven a cabo la obra del Señor. Pablo sabía que su tiempo en la tierra era corto y también sabía que Timoteo sólo estaría ahí por un corto periodo. Nosotros debemos aprovechar la brevedad de la vida y ocuparnos en los negocios del Maestro mientras es de día. Con una meta claramente definida en mente, podemos movernos para implementar esta meta conforme Dios nos dirige.

II. Un patrón a seguir
2 Timoteo 2:3-­10

3. Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.
4. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado.
5. Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente.
6. El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero.
7. Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo.
8. Acuérdate de Jesucristo, del linaje de David, resucitado de los muertos conforme a mi evangelio,
9. en el cual sufro penalidades, hasta prisiones a modo de malhechor; mas la palabra de Dios no está presa.
10. Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna.

Aquí Pablo usó tres metáforas para demostrarnos el alcance de nuestra tarea y la dedicación necesaria para soportarla.
La primera es sobre soldados. Un soldado debe esperar que la guerra sea difícil. Hay muchos soldados de plaza de armas. Les encanta vestirse en su uniforme y marchar alrededor para ser vistos; pero cuando la guerra ruge, rápidamente se arrepienten de su decisión de reclutarse. La guerra es un negocio desagradable y sucio que involucra gran penuria. Un buen soldado entenderá esto antes que comience la batalla.
También estará dispuesto a apartarse de otros asuntos para poder obedecer sus órdenes y agradarle al comandante. Ser un buen soldado es un negocio que consume todo y así es con el Señor. Dios nos ha escogido y nosotros debemos estar dispuestos a servirle sin enredarnos en las miles de pequeñas labores que se nos ponen en el camino.
Después, consideremos al atleta. El atleta debe esforzarse legítimamente. Debe seguir las reglas del juego. Un hombre en bicicleta fácilmente podría ganar una carrera de a pie; pero su victoria sería hueca porque hizo trampa. Nosotros tenemos que entender las reglas que se dan en la Biblia. Jamás podemos vio-lar exitosamente los principios de la Palabra de Dios. Nunca es correcto hacer lo malo y jamás es malo hacer lo correcto.
Nosotros también tenemos la ilustración del agricultor o labrador. Puede que usted nunca sea un soldado o un atleta, pero puede que tenga que ser un agricultor. El agricultor pro-duce lo que necesitamos en la vida. Nosotros necesitamos alimento y éste llega de los labradores del mundo. Un buen agricultor debe él mismo ser partícipe de los frutos que produce. Esto se expresó en la ley de Moisés que no debía ponerle bozal al buey que trillara.
Ningún siervo del Señor es inmune a las cosas que les enseña a otros. Antes que usted le pida a otro que haga lo que usted dice, asegúrese que usted esté practicando lo que predica. El buen pastor guía a su rebaño; jamás lo empuja.
Pablo le pidió a Timoteo que considerara las cosas que decía, pero observe que él mismo estaba dispuesto a usarse como ejemplo. En la breve declaración que sigue, Pablo resume su ministerio y su mensaje.
El elemento clave del evangelio es la resurrección de Jesús. Todo lo que creemos reposa sobre el glorioso hecho que Jesús ha vencido la muerte y que aún vive. Éste fue el mensaje que Pablo predicó doquier fuera. Él fue un testigo. Personalmente había visto a Jesús y con gusto declaró ese hecho a otros. Su ministerio no había sido fácil. Quienes no aceptan este testimonio lo etiquetan como un hacedor de maldad. Cuando Pablo escribió estas palabras, él estaba en prisión en Roma y estaba bajo sentencia de muerte que pronto se ejecutaría.
Pablo no se desanimó. Él soportó la dureza de su situación presente porque sabía que había una gran recompensa esperándolo y también por los que creerían el mensaje del evangelio que él predicaba. La salvación y la gloria eterna están esperando a los que confían en Jesús como su Salvador y fielmente le sirven.

III. Una recompensa que esperar
2 Timoteo 2:11-­15

11. Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él;
12. Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará.
13. Si fuéremos infieles, él permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo.
14. Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes.
15. Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la pal­abra de verdad.

El soldado necesita creer que su lado va a ganar la batalla. El atleta necesita mantener su vista en el premio mientras participa de la competencia. El agricultor necesita ver la cosecha al final de la estación. El siervo del Señor necesita ver a Jesús y los dichos de la Palabra de Dios.
Observe la línea de razonamiento que Pablo usó aquí. Primero, basó su fe en la verdad de la Palabra de Dios. Jesús señaló que el cielo y la tierra pasarían pero que su Palabra no pasaría. La Biblia es verdaderamente una afirmación fiel. Declara que si morimos con Jesús, también viviremos con Jesús. De una u otra manera moriremos, pero no todos vivirán con Jesús en la eternidad. Pero si morimos habiendo confiado en Jesús, de seguro viviremos con Él.
Pablo escribió que si sufrimos con Él, reinaremos con Él. Esta declaración está tan llena de posibilidades que hace titubear nuestra imaginación. Liga nuestros sufrimientos presentes con la gloria futura. ¿Sufren los hijos de Dios? Por supuesto que sí, y ese sufrimiento es real. Nuestro sufrimiento aquí dará como resultado un peso excedido de gloria en el mundo por venir (2 Co. 4:17). La miseria de Pablo era real y Timoteo descendía por el mismo camino. Esta declaración no era un intento de minimizar el sufrimiento. Fue dado para enseñarnos que aunque sufrimos, de nuestras pruebas aquí en la tierra también nos beneficiamos de maneras que no podemos imaginar. Si desmentimos al Señor y negamos servirle, él también nos negará (Mt. 10:33).
Si nuestra fe falla en las pruebas, Jesús todavía es fiel a su Palabra. Él no negará su Palabra; y una vez que somos salvos, nuestra posición eterna está eternamente segura. Nosotros podemos titubear bajo presión, pero Jesús jamás lo hará. Él sigue siendo fiel a su Palabra sin importar lo que suceda en la tierra.
A Timoteo se le dijo que les enseñara estas cosas a otros. Se le encargó que instara a los hermanos a que dejaran de con-tender sobre palabras que no les sacaba ningún provecho a quienes les escuchara. Esto es lo negativo. Lo positivo es que Timoteo debía estudiar la verdad y de ese modo llegar a ser un obrero bueno y estar en forma. El hombre que sabe lo que está haciendo jamás tendrá que avergonzarse de lo que hace. La tarea del siervo del Señor es la de dividir correctamente la Palabra de verdad, y la única forma que esa destreza puede adquirirse es por medio de las horas dedicadas al estudio.

UNA PALABRA FINAL

Muchos comienzan trabajando fuerte en el servicio al Señor. Toman una decisión de seguir al Señor y por un tiempo lo hacen. Las preocupaciones del mundo y el engaño de las riquezas y un millón de cosas más que usa Satanás nublan sus mentes, y paso a paso se alejan de su compromiso.
Dios es fiel y Él llama a otros a llenar los cargos. La batalla sigue con o sin el soldado. La competencia continúa aún si un atleta se sale. La cosecha es segura aún si un agricultor abandona su cultivo. Aunque el resultado nunca está en duda, la recompensa del individuo sí. No hay recompensa por las intenciones; los premios son por desempeño. Lo que se premia no es lo que planeamos; es lo que realmente hacemos. Necesitamos comenzar fuertes y soportar hasta el final de nuestra oportunidad y capacidad para servir al Señor.
Siempre me ha encantado un dicho que escuché hace muchos años. Correré tanto cuanto pueda. Luego caminaré tanto cuan-to pueda. Cuando ya no pueda caminar, gatearé, y cuando mi fuerza se haya ido, moriré con mi cara hacia mi meta. Esta debe ser la actitud de todo siervo del Señor.

PARA DISCUSIÓN

1. ¿Qué cree usted que le ayudará a la gente a perdurar en la obra y el servicio de Cristo?
2. ¿Qué piensa usted que hace que las personas dejen de crecer como cristianos?
3. ¿Cuán importante es dividir correctamente la Palabra de Dios? Comente ejemplos de la división correcta de las Escrituras y del fracaso de no dividirla bien.
4. Según 2 Timoteo 2:15, ¿qué espera Dios que seamos?

Preparado por D. Robinson; COMITÉ BAUTISTA ESCUELA DOMINICAL de A.B.A.

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