Directrices Para El Hombre De Dios

Texto: 2 Timoteo 4:1-­22

“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina”. 2 Timoteo 4:1, 2

Debemos llegar a valorar cómo Dios llama, reta y equipa a los hombres suyos para la difícil obra del ministerio.

UN VISTAZO PRELIMINAR

Nosotros tendemos a ver el tiempo como un círculo. Muchos relojes son redondos y nosotros vemos el tiempo como una repetición o un ciclo. La verdad es que el tiempo es una línea. Nosotros nos movemos por ella y nunca podemos retroceder y repetir ni un momento triste ni un momento feliz. Conforme Pablo escribía estas palabras, él comprendió que su tiempo en la tierra era corto. Él sabía que los romanos pronto lo ejecutarían y personalmente se preparó para ese día. Escribió estas palabras para preparar a Timoteo y a otros para su partida. Qué consuelo debe haber sido tener a Pablo físicamente presente en la vida, aunque estuviera en prisión a muchos kilómetros de distancia. Timoteo podía consolarse al saber que tenía al gran apóstol como una fuente de sabiduría y aliento.
Ahora todo eso estaba llegando a su fin y estas pocas palabras claramente enfocan el legado de Pablo. Debemos ponerles especial atención porque de tinta de este hombre dotado son las últimas palabras que tenemos en la Biblia.
Dos cosas llaman nuestra atención cuando leemos este capítulo. Primero, vemos que Pablo no expresó arrepentimiento por ninguna decisión que haya tomado o por alguna cosa que le hubiera sucedido. Esto es bastante asombroso y nos enseña que Pablo había practicado lo que había predicado. Él había perdonado a otros así como Jesús lo había perdonado a él.
Luego vemos que aquí se mencionan por nombre diecisiete personas y a otras se refiere como hermanos. Pablo había conocido a todas estas personas después que se rindiera a predicar el evangelio. Pablo no sólo predicó la Palabra, sino que hizo amigos mientras predicaba. Su vida no fue solitaria porque Dios la llenaba con personas amorosas de todas partes del mundo

UNA MIRADA MÁS CERCANA

I. Un cargo para Timoteo
2 Timoteo 4:1-­5

1. Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino,
2. que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiem­po; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.
3. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias,
4. y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.
5. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.

Este cargo estaba dentro de los límites de un testimonio serio, una fórmula para centrar la atención en vez del orden militar que vimos anteriormente. Su solemnidad se enfatizó cuando Pablo estableció nuestras tareas para Dios contra la resurrección y el juicio. Cada uno de nosotros se está moviendo hacia delante hacia el gran día cuando Jesús juzgará al mundo en justicia, y luego todo el asunto importante de la vida no será si nos hemos agradado los unos a los otros, sino si le hemos agradado al Señor.
El cargo era simple, directo y fácil de entender. Predica la Palabra. De esta sencilla amonestación fluyen todas las responsabilidades del servicio a Dios. Predicar significa “proclamar un mensaje”. Es tanto dar noticias como dar una declaración. Tristemente, en muchos lugares hoy, la predicación ha decaído como posición válida. Algunos predicadores prefieren ser llamados por otros títulos. Puede sonar mejor para nuestros oídos y para el mundo ser llamados “Pastor Principal” en lugar de “el predicador”, pero la labor de un hombre llamado por Dios es predicar la Palabra.
La Palabra de Dios es el alimento espiritual que se presenta delante de una congregación. Cuando está presente, las personas están bien alimentadas y nutridas; cuando está ausente, son débiles, a menudo problemáticas, y están descontentas. La ver-dadera predicación es una explicación y una aplicación de la Biblia. En Nehemías 8:8 se describe para nosotros en términos sencillos.
El predicador debe tener un mensaje disponible a pesar de las circunstancias. Debe tener la Palabra en su corazón para estar listo en todo momento. Debe ejercitar los tres preceptos de la predicación: redargüir, lo cual es convencer; corregir, lo cual es advertir; e instruir en justicia, lo cual es una apelación al cambio. Estos elementos deben estar presentes en cada mensaje. El hombre de Dios debe ser paciente, esperando la cosecha en la estación debida. Y por sobre todo, debe enfatizar doctrina. La doctrina puede ser o puede que no sea popular, pero es lo único que hará que las almas de los hombres crezcan. Un hombre sabio dijo que sermoncitos producen cristianitos. Los cristianos débiles y las iglesias débiles son producto de una predicación suave y ligera.
La razón para la diligencia en la predicación es la advertencia que el tiempo llegaría cuando los hombres no querrían la sana doctrina, sino que buscarían maestros que agradaran la carne en lugar de alimentar el espíritu. Los corazones estarían más interesados en fábulas e historias que en la verdad de la Biblia. Nunca olvide el simple hecho de que la Biblia es cierta y todas las demás nociones e ideas son invenciones de los hombres.
Timoteo tenía que tomar en cuenta los días malos por venir y seguir su ministerio. Se le encargó soportar las aflicciones que vendrían, que le prestara una atención especial al evangelismo y que predicara en todo momento. La mejor defensa contra la maldad es un acercamiento a nuestro servicio cristiano. Mientras nosotros estemos ocupados involucrados en el desempeño de nuestras labores positivas, seremos librados de muchos problemas que de otra forma nos sucederían.

II. Un vistazo adelante
2 Timoteo 4:6-­12

6. Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano.
7. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.
8. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.
9. Procura venir pronto a verme,
10. porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica. Crescente fue a Galacia, y Tito a Dalmacia.
11. Sólo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio.
12. A Tíquico lo envié a Efeso.

Pablo ahora hacía una mirada honesta a sus circunstancias y a su futuro. Estas eran palabras honestas que no estaban cubiertas de azúcar. No eran palabras de arrepentimiento ni de desánimo; más bien era una recapitulación alentadora de una vida grandiosa y feliz.
Primero, Pablo estaba completamente listo para morir y estar con el Señor. Él les había expresado esto anteriormente a los filipenses y ahora le repetía a Timoteo la misma forma de pensar (Fil. 1:2124). La palabra partida pinta el cuadro de un gran barco alzando las anclas y zarpando hacia grandes aventuras en lugares no descubiertos. La muerte no tiene terror para el hijo de Dios. Pablo se reunió con Jesús camino a Damasco y él sabía lo que le esperaba al otro lado de la muerte. No tenía ni un tanto de angustia ni temor mientras se preparaba para dejar esta tierra.
Gran parte de la razón de esta actitud era que él podía mirar hacia atrás en una vida llena de servicio al Señor. Pablo no declaró que hubiera vivido una vida sin pecado. No vivió por encima del pecado y nosotros tampoco. Él peleó una buena batalla. No dijo que había ganado una gran victoria. La victoria es del Señor. Nosotros debemos pelear y dejarle los resultados de la batalla a Jesús.
Sí dijo que había terminado su curso. Él tuvo la meta de predicarles el evangelio a los gentiles e hizo justamente eso. Ésta no era una meta personal de Pablo. Le fue encomendada por Jesús (Hch. 22:21).
Pablo también señaló que había guardado la fe. Esta es la misma fe que Judas mencionó como la fe que una vez dada a los santos (Jud. 3). Pablo personalmente había sido fiel al Señor y no había cambiado su mensaje para recibir aplausos o para aliviar su situación presente.
Observe una evolución en las ideas enumeradas aquí. Yo creo que estas palabras fueron cuidadosamente consideradas. Primero, Pablo peleó. Este es un término indefinido que desacata medidas. Luego, acabó el curso. Ésta es más objetiva; nosotros podemos ver que realmente hizo lo que decía. Después, pasó a sus logros personales internos. Nosotros tenemos nuestra fe hoy día porque Pablo guardó la fe en el primer siglo. Hombres buenos en todos los siglos han conocido y servido al Señor para que hombres buenos hoy día puedan conocer y servir al Señor.
Pablo anticipó una corona de justicia que era suya y también le pertenece a otros que sirven al Señor y esperan su venida. Aún en esta declaración de hechos, Pablo fue humilde. Él no reclamó los privilegios especiales que eran suyos como apóstol.
Viendo alrededor Pablo sabía que sus últimos días podían ser más cómodos y le pidió a Timoteo que le ayudara. Le pidió que fuera rápidamente porque su tiempo en la tierra era corto. Tristemente, Demas lo había abandonado. Demas sólo se menciona tres veces en la Biblia y aquí era visto como desertor de la batalla espiritual. Crescente se había ido a Galacia y sólo Lucas permanecía con Pablo.
Pablo le pidió a Timoteo que cuando fuera llevara a Marcos con él. Más atrás Pablo y Marcos habían tenido un desacuerdo, pero éste había sido resuelto hacía mucho tiempo y ahora Pablo pedía que Marcos fuera junto con Timoteo (2 Ti. 4:11).

III. Advertencias y bendiciones
2 Timoteo 4:13-­18

13. Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos.
14. Alejandro el calderero me ha causado muchos males; el Señor le pague conforme a sus hechos.
15. Guárdate tú también de él, pues en gran manera se ha opuesto a nuestras palabras.
16. En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta.
17. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león.
18. Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.

En este punto Pablo probablemente estaba en un calabozo. Era frío y quería que Timoteo le llevara su abrigo o capote. Pablo había dejado su abrigo en Troas; ahora lo necesitaba. Especialmente quería sus libros. Pablo estaba enfrentando la muerte inminente, pero todavía quería aprender más acerca del Señor de su obra. Los libros probablemente eran copias del Antiguo Testamento y tal vez algunos de los escritos de los demás apóstoles.
Honestamente Pablo ahora le advertía a Timoteo acerca de un hombre llamado Alexander, quien era un calderero en Éfeso. Los caldereros hacían ídolos, entre otras cosas, y la predicación de Pablo había hecho que Alexander tratara mal a Pablo. Aquellos que no reciben la verdad del evangelio a menudo vienen a ser enemigos de los hombres que predican el evangelio.
Pablo también fue honesto en su evaluación de que la obra que había hecho era para el Señor. Al principio nadie lo defendió. No tuvo apoyo; pero Dios estuvo con él y Pablo no buscaba agradarles a los hombres. Pablo no se amargó por esto, pero él quería que Timoteo comprendiera que a menudo predicar es difícil. Dios siempre está con su Palabra y sus hombres. Él le dio a Pablo la fuerza, y la obra perduró y tuvo éxito. Nuestra presencia aquí es un testimonio del poder del ministerio de Pablo hace muchos años.

UNA PALABRA FINAL

La meta de Pablo era que todos los gentiles pudieran oír el evangelio. Esta meta todavía se está siguiendo hoy día por iglesias y predicadores alrededor del mundo. Pablo es un gran testimonio de la influencia eterna y del poder de una vida rendida a Dios. Hubo muchos hombres poderosos vivos en el primer siglo. No conocemos los nombres de la mayoría de ellos. ¿Quién fue el hombre rico en Roma? ¿Quién fue el más poderoso? ¿Quién fue el mejor político? Pocos pueden responder estas preguntas, pero pregúntele a cualquiera: “¿Quién fue el apóstol Pablo?” y probablemente recibirá la respuesta correcta. Nero fue el emperador de Roma cuando Pablo murió; no obstante, hoy les ponemos Pablo a nuestros hijos y Nero a nuestros perros.
El último consejo de Pablo no fue para su seguridad ni con-suelo. Él sabía que la carrera no habría terminado hasta que cruzara la línea de llegada. Él ofreció una oración para que el Señor lo librara de toda mala obra y lo preservara hasta que personalmente fuera parte del reino celestial.
La vida aún no ha terminado hasta que termine. A menudo el enfoque de la vida está en el principio y no en el final. Pablo estaba orando para que terminara su vida así como la había vivido. Él le había sido fiel a Jesús a través de todo su ministerio y no quería avergonzarse al final aunque estuviera en manos de los hombres malos.
Dios le contestó a Pablo su oración y su vida terminó en victoria. Las palabras de Pablo viven en los corazones y en las mentes de los creyentes alrededor del mundo, y su ministerio seguirá hasta que Jesús venga. Nosotros podemos tener una parte en este ministerio prestándoles atención a las advertencias de estos versículos.

PARA DISCUSIÓN EN CLASE

1. ¿Puede un predicador mejorar su predicación alejándose de la Palabra? ¿Por qué o por qué no?
2. ¿Por qué cree usted que Pablo les dio a Timoteo y a todos los predicadores un cargo tan fuerte?
3. ¿Piensa usted que Pablo sabía que su vida terrenal pronto terminaría? ¿Por qué o por qué no?
4. ¿Cómo cree usted que se sintió Pablo cuando fue abandonado por muchos discípulos? ¿Conoce usted a alguien que ha aban­donado a Cristo por amar este mundo (2 Ti. 4:10)?

Preparado por D. Robinson; COMITÉ BAUTISTA ESCUELA DOMINICAL de A.B.A.

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