La Señal De La Faja Estropeada

EL ORGULLO DE JUDA
Texto: Jeremías 13:1—15:21

Versículo Clave: «He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantare a David renuevo justo, y reinara como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra.» Jeremías 23:5

Debemos comprender el engaño del orgullo y confesarlo y sacarlo de nuestra vida.

UN VISTAZO PRELIMINAR

Jeremías predicó poderosos sermones como la lección que estudiamos la semana pasada. Dios también le instruyó para que enseñara usando lecciones objetivas. Éstas eran lecciones basadas en acciones que Jeremías ejecutó. No cabe duda que eran practicadas por el pueblo de Judá o tal vez denunciadas por el mismo Jeremías. Éstas eran lecciones de la vida que tenían una aplicación particular para la situación de Judá de aquel momento.
Jesús también enseñó de una forma semejante cuando utilizó parábolas para transmitir la verdad. Como dijo Jesús, este tipo de enseñanza revelará la verdad a aquellos que quieran saber-la, pero permanecerá en el misterio para los que no quieran conocerla (Mt. 13:10-13).
En el libro de Jeremías hay muchas lecciones de vida de esta clase, y cada una nos ofrece un campo rico de estudio. Nosotros debemos tener mucho cuidado de sacar de estas acciones sólo las conclusiones que Dios específicamente da. Hay lecciones simples con enseñanzas directas. Aquí no hay significados escondidos ni secretos. El propósito de esta enseñanza no era el de esconder la verdad, sino el de dejarla tan clara para que todos la pudieran entender.
Muchos profetas enseñaron de esta forma, y era una herramienta para dejar claros sus mensajes; aún para aquellos que no escucharan un sermón. Jeremías usó este método para llamar al arrepentimiento al pueblo de Judá y para demostrarles que la prosperidad de ellos podría terminar. Así como cualquiera desecharía una prenda sucia, Dios terminaría de darle prosperidad a Judá. Lo que una vez había sido bueno y útil vino a ser despreciable y a dañarse.

UNA MIRADA MÁS CERCANA

I. La señal del cinto podrido
Jeremías 13:1-7

1. Así me dijo Jehová: Ve y cómprate un cinto de lino, y cíñelo sobre tus lomos, y no lo metas en agua.
2. Y compré el cinto conforme a la palabra de Jehová, y lo puse sobre mis lomos.
3. Vino a mí segunda vez palabra de Jehová, diciendo:
4. Toma el cinto que compraste, que está sobre tus lomos, y levántate y vete al Éufrates, y escóndelo allá en la hendidura de una peña.
5. Fui, pues, y lo escondí junto al Éufrates, como Jehová me mandó.
6. Y sucedió que después de muchos días me dijo Jehová: Levántate y vete al Éufrates, y toma de allí el cinto que te mandé esconder allá.
7. Entonces fui al Éufrates, y cavé, y tomé el cinto del lugar donde lo había escondido; y he aquí que el cinto se había podrido; para ninguna cosa era bueno.

Observe una vez más que esta acción iba en la dirección específica de Dios. Jeremías no se estaba soñando esto. Él estaba actuando según Dios le instruía. El cinto era una prenda del ancho del muslo el cual se usaba contra la piel. Todos los demás artículos de vestir se usaban por encima. Esto correspondería a nuestra ropa interior moderna. A Jeremías se le instruyó que comprara un cinto nuevo de lino y que lo usara sin lavarlo. Evidentemente, era una costumbre cambiar esta prenda de vez en cuando para lavarla con frecuencia. Como podrá imaginar, esta prenda rápidamente se ensuciaba y venía a ser desagradable.
Entonces Dios le instruyó a Jeremías que llevara el cinto sucio al Río Éufrates. A Jeremías le tomó varios días en ir y venir. No cabe duda que este viaje fue evidente para su familia y amigos. Jeremías era una figura en las cortes de Judá, y entre ellos debe haber habido preguntas en cuanto a dónde habría ido y qué estaba haciendo. De seguro levantó un gran interés cuando él les dijo que había ido al Río Éufrates para enterrar una prenda interior sucia.
Entonces a Jeremías le llegó un tercer mensaje. A él se le dijo que volviera al río y recogiera el cinto sucio. Así lo hizo, evidentemente trayendo con él la prenda podrida a Judá. La conclusión es que el cinto que una vez había sido útil y cómodo se había arruinado. Ahora no valía nada y literalmente era bueno para nada.
Dios estaba estableciendo algo, y Jeremías usó este cinto arruinado como punto de inicio para un sermón. Pero antes que vayamos más allá, debemos aprender que para este mensaje era absolutamente vital que Jeremías hiciera exactamente lo que se le había dicho. Él pudo haber arruinado este mensaje al dejar de usar el cinto hasta que se ensuciara, o pudo haberse negado a ir y enterrarlo. Todas estas acciones pudieron haberle parecido extrañas, pero obedeció sin preguntar porque era la palabra que el Señor le había dado.
Siempre es mejor obedecer la palabra del Señor por completo en cualquier situación. Si entendemos lo que Dios está haciendo, está bien, pero si no, entonces particularmente necesitamos tener cuidado de obedecer sin preguntar. A menudo Dios hace cosas en nuestras vidas que en el momento no entendemos. Con paciencia y obediencia, se nos aclararán a nosotros y también a los demás.

II. El significado de la señal
Jeremías 13:8-11

8. Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
9. Así ha dicho Jehová: Así haré podrir la soberbia de Judá, y la mucha soberbia de Jerusalén.
10. Este pueblo malo, que no quiere oír mis palabras, que anda en las imaginaciones de su corazón, y que va en pos de dioses ajenos para servirles, y para postrarse ante ellos, vendrá a ser como este cinto, que para ninguna cosa es bueno.
11. Porque como el cinto se junta a los lomos del hombre, así hice juntar a mí toda la casa de Israel y toda la casa de Judá, dice Jehová, para que me fuesen por pueblo y por fama, por alabanza y por honra; pero no escucharon.

La siguiente vez en que la palabra de Jehová llegó a Jeremías, Dios le dio al profeta un mensaje basado en el cinto. El mensaje fue que el cinto, el cual había una vez sido útil y cómodo, ahora estaba arruinado y de igual manera, el orgullo del pueblo de Judá estaba herido. Esta nación, una vez orgullosa, tenía una relación personal con Dios, y en cierto sentido, privada. Pero debido a sus acciones, había perdido la protección de Dios, y ahora había venido a ser una prenda podrida y despreciable.
Dios enumeró las cosas específicas que Judá había hecho. Se habían negado a oír las palabras de los profetas. Jeremías no era el único profeta enviado a esta nación. El pueblo de Judá los había rechazado a todos. El pueblo había sustituido su propia imaginación por la directa revelación de Dios. Todo ídolo falso que Judá adoraba era producto de la imaginación de algún hombre o mujer. Cuando alguien adora a un ídolo, él o ella adoran la imaginación de otro ser humano.
Ellos adoptaron las prácticas de los partidarios de la religión falsa, o sea, anduvieron tras los dioses falsos, y servían a estos dioses de la misma forma que debían servir al único Dios verdadero. En lugar de la verdadera adoración en el templo que Dios les había dado, ellos habían contaminado el templo y adorado dioses hechos de piedra y madera. Así como el cinto sucio ahora no servía de nada, de igual manera esta nación ya no era útil ante los ojos de Dios.
Dios escogió esta prenda íntima con un propósito. Ésta era la prenda más cercana al cuerpo. Judá era la nación más cercana a Dios. Literalmente estaba junto a su corazón. Él había escogido al pueblo de Israel con un propósito. La nación literalmente llevaba su nombre. La palabra Israel literalmente quiere decir “el príncipe de Dios”. Éste fue el nombre que específicamente Dios le había dado a Jacob muchos años antes.
Dios había bendecido ricamente a Judá durante muchos años, pero la mayor parte del tiempo ellos había deshonrado su relación con Dios. Ahora Dios los iba a castigar. Así como una prenda no se ensucia tan rápido, así Judá se había ido alejando de Dios paulatinamente a través de los años. Al final, así como el cinto sucio, ellos estaban arruinados y no tenían ninguna utilidad.
Esta gran ilustración resalta el hecho que Dios no se había apartado del pueblo de Judá; ellos se habían apartado de Él. Dios no había escogido a otra nación. De hecho, Dios todavía deseaba bendecir y usar a este pueblo. Una y otra vez Dios los hubiera restaurado si les hubieran prestado atención a los hombres que Él les había enviado. Jesús específicamente dijo eso en Mateo 23:37. Pero la constante y continua negativa de escuchar el mensaje y enmendar sus caminos no le dejaron a Dios otra opción que castigar a este pueblo como nación.

III. El mensaje del Señor
Jeremías 13:12-14

12. Les dirás, pues, esta palabra: Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Toda tinaja se llenará de vino. Y ellos te dirán: ¿No sabemos que toda tinaja se llenará de vino?
13. Entonces les dirás: Así ha dicho Jehová: He aquí que yo lleno de embriaguez a todos los moradores de esta tierra, y a los reyes de la estirpe de David que se sientan sobre su trono, a los sacerdotes y profetas, y a todos los moradores de Jerusalén;
14. y los quebrantaré el uno contra el otro, los padres con los hijos igualmente, dice Jehová; no perdonaré, ni tendré piedad ni misericordia, para no destruirlos.

Ahora Dios le daba a Jeremías un mensaje en palabras. La lección objetiva había terminado, y Jeremías se refirió a un dicho común del día para aún presentar otro punto espiritual. El versículo 12 contiene un proverbio común de ese día: “Toda tinaja se llenará de vino”. Esto es como el lema de campaña de hace años: “Un pollo en cada olla”. Y la respuesta del pueblo sería: “Claro, eso lo sabemos” Pero este intercambio entonces sería usado por el profeta para presentar un punto espiritual y dar una aplicación.
En vez de la tinaja llena que traía prosperidad, Dios usaría lo que el pueblo conocía como bendiciones para dar un tipo de embriaguez a la tierra. Esto es como una intoxicación espiritual, no una embriaguez física. El pueblo de Judá se había intoxicado con los ídolos falsos que había adorado. El resultado sería que como los hombres en estado de ebriedad, el pueblo perdería control sobre sus funciones básicas, y las decisiones de unos pasarían por encima de las de otros. No necesitarían a nadie que los destruyera, porque en esa condición, ellos se destruirían a sí mismos. El cuadro es el de tinajas de barro estrellándose entre sí y quebrándose en pedacitos en el proceso.
La prosperidad física puede ser una gran maldición si interfiere con nuestra relación espiritual con Dios. La espiritualidad es la primera víctima del deseo de la riqueza. En 1 Timoteo 6:10 leemos: “porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”. Observe que aquellos que aman el dinero se extraviarán de la fe. Sacrifican su relación espiritual con Dios con la esperanza de enriquecerse ellos. Así como el hombre ebrio se tambalea contra las cosas y se hace daño, aquellos que confían en la prosperidad física se estarán traspasando con muchos dolores.
Jeremías no estaba predicando contra la prosperidad; estaba instando al pueblo de Judá a echar un vistazo a la verdadera fuente de riqueza. Todo lo bueno en nuestras vidas proviene de Dios (Stg. 1:17). Si nosotros le hacemos daño o debilitamos nuestra relación con Dios así como Jeremías ensució su cinto, nos cortamos de la verdadera fuente de las bendiciones; pero si mantenemos nuestra espiritualidad y usamos sabiamente nuestras bendiciones, la prosperidad puede ser una bendición y no una maldición.

UNA PALABRA FINAL

A través de los siglos, desde Jeremías hasta hoy, ha habido un sentido seguro de orgullo o vergüenza relacionado con las prendas íntimas. Ofendería a muchos hoy ver una prenda íntima sucia, como este cinto, siendo sostenido y usado como una herramienta de enseñanza.
Sin embargo, tenemos que recordar que Dios sabe lo que hace. Él usó esta lección objetiva para demostrarle al pueblo de Judá los peligros de poner su propio orgullo antes que la Palabra de Dios. Hay muchas cosas que nos enorgullecen y todo orgullo no es bueno. Hay un tipo de orgullo piadoso que es bueno; pero es más común el tipo de orgullo que nos hace creer que somos el centro del universo y que jamás nada irá mal en nuestras vidas.
Está el orgullo en bendiciones materiales que nos puede llevar a ignorar nuestra relación espiritual con Dios. Si permitimos que nuestro orgullo llegue delante de Dios, entonces como el pueblo de Judá antiguo, vamos hacia el fracaso. Aquellos que se embriagan en el orgullo del materialismo están tambaleándose y de seguro se harán pedazos.
Dios es el realista máximo. Él trata con las cosas como realmente son, no como los hombres se imaginan que son. Dios sabía que este pueblo necesitaba una poderosa lección para remediar una situación seria. Él les dio una en las señales del cinto podrido y los embriagados que se tambalean. Lamentablemente, este pueblo no le prestó atención a las advertencias, ni cambió sus caminos. ¿Qué haremos nosotros con las advertencias y los mensajes que Dios nos envía? Quienes sean sabios los oirán y les prestarán atención.

PARA DISCUSIÓN 

1. ¿Está más propensa la gente religiosa a ser orgullosa? ¿Por qué o por qué no?
2. ¿De qué manera puede enredarlo el orgullo sutil? ¿De qué forma puede el orgullo sutil ser un estorbo en su iglesia?
3. ¿Cómo podemos estar más atentos a los caminos del orgullo?
4. ¿Cuáles son algunos pasos para derrotar el orgullo engañoso?

Preparado por D. Robinson; COMITÉ BAUTISTA ESCUELA DOMINICAL de A.B.A.

2 Replies to “La Señal De La Faja Estropeada”

  1. vendiciones sus comentarios son mui edificativos Dios les siga vendiciendo con mucho amor de reseda california

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