CUANDO DIOS
SACA A LA LUZ LAS ?PARTES DESTRUCTIVAS
DE NUESTRO SER,
SU PROPÓSITO ES QUE LAS ENFRENTEMOS
Y COLABOREMOS CON ÉL
A MEDIDA QUE LAS ARRANCA DE RAÍZ
Y LAS RESTAURA.
Señor, compadécete de mí; sáname, pues contra ti he pecado (Sal. 41:4).
¡Mira lo angustiado que me encuentro! ¡Siento una profunda agonía! Mi corazón está desconcertado, pues he sido muy rebelde. Allá afuera, la espada causa despojos; aquí dentro solo hay muerte (Lam. 1:20); pero gracias porque puedo estar seguro de que nunca abandonarás a uno de tus hijos que llora en agonía por su pecado.
Señor y Dios, sácame de la fosa de la muerte, del lodo y del pantano. Pon mis pies sobre una roca y plántame en terreno firme. Pon en mis labios un cántico nuevo, un himno de alabanza a nuestro Dios. Dichoso el que pone su confianza en el Señor (Sal. 40:2-4).
(por Beth Moore)