Mensaje a Sardis— La iglesia muerta (Ap. 3:1-6)

Texto: Apocalipsis 3:1-6

Versículo clave: “Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.” Apocalipsis 3:1

Jesús está vivo, y Él quiere que sus iglesias vibren, sean activas y estén ocupadas capacitando centros para nuevos discípulos.

UNA PRIMERA MIRADA

La ciudad antigua de Sardis era una de las ciudades más grandes en el mundo. Sardis era la capital del reino de Lidia, y unos seiscientos años antes de Jesús, la ciudad fue gobernada por el fabulosamente adinerado rey, Creso. Sardis fue construida en una montaña a unos cuatrocientos cincuenta y siete metros (1500 pies) sobre el valle ubicado al pie de la montaña. Esto convirtió a la ciudad virtualmente inmune a un ataque militar.
Sin embargo, dos veces la ciudad fue militarmente atacada, una vez por los persas y otra por los griegos.
En ambas ocasiones sucedió porque Sardis era muy confi ada y complaciente, tanto que los gobernantes de la ciudad no apostaron guardias en la pared. Durante la noche los soldados enemigos escalaron la montaña que llevaba a la ciudad y entraron a través de las puertas que no tenían vigilancia. Sardis se caracterizaba por el espíritu complaciente. Esto también era evidente en la actitud de la iglesia que adoraba ahí.
La iglesia de Sardis era la menos atractiva de las siete iglesias de Apocalipsis. Jesús no tiene nada bueno que decir sobre esta congregación. La iglesia en Sardis no tenía vida. Para los hombres este es el fi n del camino; no hay nada que la raza humana pueda hacer para invertir el curso de la muerte. Pero, con Dios todas las cosas son posibles. El poder de la resurrección de Jesús sólo puede funcionar en un cementerio. Jesús todavía reconocía esta iglesia como suya, y él podía traerla de vuelta a la vida y a la gloria si estas personas oían y atesoraban este mensaje.
A menudo decimos que donde hay vida, hay esperanza. La verdad es que donde Jesús esté hay esperanza, sin importar cuáles sean las circunstancias. Aún la muerte, nuestro mayor enemigo, es conquistado por nuestra fe en Cristo. Jesús solo puede dar vida a quienes estén muertos en sus delitos y pecados.

UNA MIRADA MÁS CERCANA

I. Evaluación de la iglesia [Apocalipsis 3:1]

 1. Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.

    La manera en que Jesús se presentó a sí mismo a estas iglesias es una clave de la necesidad real de cada iglesia. En este caso Jesús se llamó a sí mismo el Único que tiene los siete espíritus de Dios. Sólo hay un Espíritu Santo, pero el número siete enfatiza la plenitud del Espíritu en Cristo. No hay división en la Trinidad. En todos los asuntos el Espíritu Santo es una armonía completa con el Padre y el Hijo. El Espíritu Santo jamás nos guía en dirección contraria a la revelación de la Palabra de Dios o la enseñanza del Hijo de Dios.
    Como soporte de las siete estrellas, vemos que Jesús estaba en control inmediato y absoluto de todas sus iglesias. Nunca se deja en manos de los miembros de ninguna iglesia que manejen esa iglesia, que establezcan la forma de gobierno ni que determinen la naturaleza del ministerio de la iglesia. Es la prerrogativa de la Cabeza de iglesia, Jesús, que se hagan todas estas cosas. La gente en Sardis había olvidado esta verdad y había usurpado la autoridad que le pertenecía a Jesús.
    Jesús señaló que los cristianos en Sardis eran creyentes sólo de nombre. Tenían una reputación para la vida y vitalidad, pero en realidad estaban muertos. Ésta era una iglesia mayormente conformada por personas que aparentemente profesaban la fe en Cristo y que se veían a sí mismos como creyentes, pero quienes en realidad no poseían vida espiritual. Esto puede suceder fácilmente en cualquier iglesia. La presión de evangelizar y el deseo de ver personas caminar por el pasillo pueden llevar a los hombres y mujeres a responder meramente a una invitación. Las personas pueden escuchar las hermosas palabras del evangelio y decir todas las palabras correctas, pero puede que aún no tengan la vida espiritual en sus corazones. Pueden aparentar estar vivos, pero en realidad están muertos.
    Muchos de los que asisten a la iglesia son adictos a la iglesia, pero no son discípulos de Cristo. Andan buscando la felicidad pero no cargar una cruz. Como cualquier otro adicto, en domingo andan buscando un arreglo espiritual, pero no procuran hacer un compromiso de cambiar su vida para disfrutar la felicidad del crecimiento espiritual.
    Aparentemente, hubo una época en que éste no era el caso en Sardis. Pero a través de los años, un alma a la vez, la verdad se les fue yendo de las manos y el vacío de la muerte espiritual había sustituido la vitalidad de la vida espiritual. No hay elogio alguno en Sardis porque no había nada bueno y no se menciona que la iglesia estuviera soportando alguna persecución.
Jesús inmediatamente le dijo a su iglesia lo que hacía falta.
    No la rechazó. Más bien le ofreció una manera para recuperarse y se reveló a sí mismo como Señor, tanto de la muerte como de los vivos.

II. Exhortación a la iglesia [Apocalipsis 3:2, 3]

2. Sé vigilante, y afi rma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios.
3. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti.

    Lo primero que los miembros de esta iglesia necesitaban era despertarse para que se dieran cuenta de su situación. Tenían que enfrentar honestamente su situación y dejar de pretender que su reputación era una realidad. Puede que ahora nos importe lo que otros piensen de nosotros, pero al fi nal, sólo la opinión de Jesús es importante en el juicio.
    Es serio y algunas veces doloroso mirarnos honestamente, pero sólo evaluando honestamente nuestra situación, podemos esperar remediar las cosas que están malas.
    Lo siguiente que tenían que hacer era fortalecer las cosas que quedaban. Jesús conocía las obras de ellos y sabía que tenía que enfatizar lo positivo que estaban haciendo y descartar los caminos de los cuales se habían desviado de la verdad. Puede que sus acciones fueran correctas, pero todos sus motivos eran errados. Los miembros de la iglesia estaban demasiado preocupados por impresionar a la gente. Estaban tratando de realzar su reputación como si lo que otros pensaran de ellos al fi nal vendría a ser la realidad espiritual en la vida en su iglesia.
    Fortalecernos nosotros mismos involucra analizar nuestros motivos y corregirlos. Tenemos que recordar que Dios lee nuestro corazón. Él no sólo sabe lo que hacemos, sino que también sabe por qué lo estamos haciendo. Él sabe si estamos sirviéndole porque otros nos están viendo o porque realmente tenemos el deseo de agradarle. Los miembros de esta iglesia necesitaban comenzar analizando sus motivos para servir. Si Jesús ha salvado su alma del pecado y puesto la eternidad en su corazón, usted tiene todo el motivo que jamás necesitará para servirle para siempre. Si Él no es su Salvador personal, entonces cualquier otro motivo que usted tenga al fi nal se desvanecerá, y usted dejará lo que esté haciendo por el Señor.
    Entonces necesitaban recordar, obedecer y arrepentirse. Jesús no les dijo que recordaran lo que habían recibido, sino cómo lo habían recibido. Claro, ellos habían oído el evangelio. Este mensaje dador de vida había sido predicado en Sardis. Por esto había una iglesia ahí. Jesús los instó a que recordaran que ellos también habían tenido contacto con el Espíritu Santo cuando oyeron el evangelio. La Palabra había llegado a ellos en el poder del Espíritu.
    Sólo hay un camino para traer al Espíritu Santo a nuestras vidas. Es simple; tenemos que arrepentirnos y creer. Nos arrepentimos cuando honestamente nos vemos y admitimos que nuestras actitudes y acciones han sido incorrectas. Nuestra autoevaluación es errónea ante los ojos de Dios. Nuestras perspectivas han sido corrompidas y vamos en la dirección contraria. Entonces tenemos que dar el paso importante de realmente alejarnos del error y volvernos hacia la verdad.
    Creer signifi ca entregarnos totalmente en la gracia de Dios a través de Jesucristo. Debemos recibirle personalmente en nuestros corazones. La fe vendrá después del arrepentimiento.
     El vacío creado por el arrepentimiento de inmediato se llena con el viento presuroso de la fe.
     Luego Jesús les dijo que tenían que recuperar la única esperanza disponible para los cristianos en cualquier lugar y en cualquier siglo. Ésa esperanza es que Jesús volverá pronto físicamente. La gran esperanza de las iglesias del Señor desde el principio es que Jesús volverá. Aquí había una iglesia que había perdido cualquier expectativa de su venida. Estaban viviendo por una gloria pasada y por una alabanza presente y tenía poca esperanza para el futuro. Esto es justo lo opuesto a la forma en que Dios tiene la intención que vivan sus hijos. Nosotros debemos olvidar el pasado y proseguir a la meta del supremo llamamiento en Cristo. Las iglesias de Jesucristo deberían estar conformadas por las personas más optimistas sobre la tierra.
    Jesús vendrá otra vez, y Él vendrá a muchos como ladrón en la noche. Las personas estarán tan auto-absorbidas que no se percatarán de las cosas que les rodean. Una y otra vez Jesús le mandó a su pueblo que velara, estuviera sobrio y se mantuviera alerta. Ésta era la necesidad en Sardis.

III. Aliento para verdaderos cristianos [Apocalipsis 3:4-6]

4. Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas.
5. El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.
6. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

    Obviamente, todos en Sardis no estaban espiritualmente muertos. Había unas personas fi eles quienes no habían hecho una falsa profesión ni tampoco se habían dormido en su servicio a Jesús. Las vestiduras en la Biblia se usan como símbolo de redención (Is. 1:18; Ap. 7:14). Estas personas no eran dignas porque se hubieran comportado apropiadamente, eran dignas porque Jesús las había limpiado de sus pecados y les había conferido su propia justicia. Lo que nuestras obras jamás pueden ganar, Jesús gratuitamente nos lo da cuando vamos a Él.
    El Señor prometió tres cosas maravillosas a los vencedores.
    Primero, serían vestidos de blanco. Esto signifi ca que serían vestidos con la justicia de Jesús. Así como nuestra vestimenta sirve para protegernos y presentarnos de una manera más favorable que desnudos, así la justicia de Jesús nos protege y nos presenta a Dios sin mancha ni culpa. Todos nuestros pecados están cubiertos con la sangre de Jesús.
Jesús prometió que no borraría sus nombres del libro de la vida. Ésta no es una sugerencia de que de alguna manera quienes son verdaderamente salvos podrían perderse y tener la necesidad de volverse a salvar. Esto se refi ere al sentimiento común que tenemos cuando nos encontramos con aquellos que hacen profesión de fe sin sinceridad. En tales circunstancias podemos dudar de nuestra propia salvación.    Muchos cristianos están apesadumbrados pensando que pueden perder su salvación porque se comportan mal. Jesús dijo que él jamás, nunca, bajo ninguna circunstancia borraría sus nombres del libro de la vida.
    Ésta es una hermosa palabra de seguridad en nuestra relación personal con Jesús. Sin importar lo que les suceda a otros, si usted conoce a Jesús, usted está seguro.
    Entonces, Jesús declara claramente que Él confesará al Padre y a los ángeles en el cielo a quienes creen verdaderamente en Él.
    Cuando lleguemos al cielo todas las cosas serán abiertas para que todos las vean. El relato entero de nuestras vidas será exhibido públicamente. En ese momento Jesús nos mirará y confesará que le pertenecemos y eso será suficiente. Jesús dijo que aunque somos pecadores, aunque estemos manchados, somos de Él y esa pertenencia es sufi ciente para toda la eternidad.

UNA PALABRA FINAL

La Biblia sólo es provechosa para quienes la escuchen.
Podemos estar en presencia de una predicación hermosa y jamás oír realmente lo que se ha dicho. Las palabras de culminación de esta carta incluyen esta advertencia que está en todas las demás. La Biblia es provechosa para nosotros en todo sentido, pero tenemos que oírla y atesorarla.
La asistencia a la iglesia es grandiosa, pero no salvará su alma. La membresía de la iglesia es valiosa, pero es una farsa si usted no es salvo. Vivir una vida buena y moral es elogiable bajo cualquier circunstancia, pero hacer eso no salva su alma.
Ser bautizado es una imitación de las acciones de Jesús, pero es un ritual hueco y sin signifi cado a menos que usted se convierta primero.
Somos salvos cuando nos arrepentimos de nuestros pecados, de nuestra dependencia en nosotros mismos, de nuestra forma de pensar en cuanto a que podemos irla pasando por nosotros mismos y cuando entonces creemos en lo que Jesús ha hecho para resolver todos nuestros problemas. Cuando hacemos eso, la vida del Espíritu Santo se nos confi ere a nuestras almas. Esto era lo que necesitaba la iglesia de Sardis, y es lo que toda persona perdida aún necesita, sea que su nombre esté en una lista de la iglesia, o no.

PARA DISCUSIÓN

1. Alguien llamó a Sardis: “El modelo perfecto de cristianismo inofensivo”. Hable sobre cualquier efecto de compromiso evidente en su iglesia, y cómo podría corregirse.
2. ¿Qué cree usted que produce la apatía espiritual en muchas iglesias hoy? ¿Debería ser un llamado de atención si a los miembros de la iglesia no les importa la herejía ni la inmoralidad en su iglesia?
3. ¿Cuál fue la solución que Jesús le ofreció a la iglesia de Sardis en cuanto a la muerte espiritual (Ap. 3:3)?
4. Jesús advirtió las consecuencias si una iglesia en la condición de Sardis no se arrepentía (versículo 3). ¿Qué piensa usted que quiso decir Jesús al decir: “Vendré sobre ti como ladrón”?

 

 

Devocionales diarios

D. — Salvado para servir, Efesios.
M. — El lugar para servir, Tito 3:8.
T. — Celoso de buenas obras, Tito 2:10-14.
W. — Velad y orad, Marcos 13:33-37.
T. — Vivan como hijos amados, Romanos 8:12-17.
F. — El libro de la vida, Filipenses 4:3.
S. — Retén la forma, 2 Timoteo 1:13.


4 Replies to “Mensaje a Sardis— La iglesia muerta (Ap. 3:1-6)”

  1. SABES LO BUENO DE ESTO ? ES QUE CUANDO NO PUEDA IR A LA IGLESIA POR LO MENOS SE DE QUE SE HABLO EN LA PREDICACION.

  2. QUE DIOS LES BENDIGA ACABO DE ENTRAR A SU PAGINA BUSCANDO UN ESTUDIO SOBRE SARDIS Y LA VERDAD ME GUSTO MUCHO LA PAGINA SIGAN PREDICANDO A CRISTO Y QUE DIOS LES SIGA USANDO

  3. yo tambien buscando sobre la iglesia de sardis,me encuentro con tremenda palabra,de vida,reflexio,exortacion,pero llena de bendicion,EL SEÑOR LOS BGA MUCHO

  4. Gracias por esa enseñanza. Lo diferencial es solo uno, el arrepentimiento, es el énfasis de toda la Biblia. Sin arrepentimiento no hay reconocimiento y tampoco reconciliación. Dios nos llama para que reconozcamos el malo y perverso que somos. Nosotros leemos la Biblia o escuchamos predicaciones y no hacemos para nosotros, es necesario leer la Biblia y entender que es con nosotros que Dios ahora esta hablando. Hoy somos peores que los de antes. Es necesario mirarnos a nosotros mismos. Dios los bendiga. .un abrazo

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