Nunca Es Muy Temprano

Con estas palabras la maestra de Biblia Edith Schaeffer, esposa del difunto erudito bíblico Francis Schaeffer, respondió a la pregunta: “¿Qué es la familia?” La responsabilidad de los padres es estar pasando siempre el bastón de la verdad a sus hijos. Los creyentes sabemos que los hijos son un don de Dios, quien ha nombrado a los padres administradores de estos dones tan preciosos. Es lógico, entonces, que cuanto más temprano usted empiece a pasar el bastón de la verdad, mejor preparados estarán sus hijos para la carrera de la vida.

El 85% de la personalidad de los niños se forma en los primeros cinco años de sus vidas. Es obvio, entonces, que la manera más fácil y la más eficaz de enseñar a sus hijos los principios y las verdades bíblicas es durante esos años. Esto no quiere decir que ese sea el único tiempo que tiene para hacerlo, sino que, por lo general, es el tiempo en que la mente y el corazón de sus hijos son más fértiles.

Ahora, ¿Cómo podemos despojarnos “de todo peso y del pecado que nos asedia, y [correr] con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…”? (Hebreos 12:1)

La respuesta es que nunca es muy temprano para empezar a:
Hablar a sus hijos de la

Palabra de Dios.

Los padres que oyeron historias bíblicas cuando eran pequeños, recuerdan lo cautivadoras, inspiradoras e influyentes que son para niños de toda edad. Hasta para los pequeñines puede ser de mucho beneficio que les lean la Palabra de Dios, porque sus tiernas mentes empiezan a absorber la verdad desde muy temprano.

Orar con sus hijos.

La lectura de la Palabra de Dios va acompañada de la oración, y no hay nada más importante que usted pueda hacer con sus hijos que leer la Biblia y orar.

Cuando usted enseñe a sus hijos a orar, enséñeles a hablar con Dios, a estar atentos a su voz y ser sinceros con Él. Aún antes de que puedan entender el mensaje de salvación, ya sabrán que pueden tener una relación personal con el Creador y el Dios del universo.

Empiece a orar por sus hijos desde el momento en que nacen, o antes. Luego, conforme van creciendo, ore con ellos. Uno de los momentos más preciosos para los padres creyentes es oír a su pequeñito decir espontáneamente “¡amén!” por la primera vez. Luego, cada noche al llevarlos a la cama, usted puede empezar a enseñarles a orar en voz alta.

Desde luego, la hora de ir a la cama no es la única para enseñarles a orar. Muéstreles, con el ejemplo, que usted es un padre, o madre, que ora y que no hay asunto demasiado grande ni demasiado pequeño como para no llevarlo al trono de la gracia. Orar por todo asunto de la familia es una manera práctica de enseñar a sus hijos que Dios siempre está dispuesto a oírnos personalmente. No sólo debe orar con su familia, sino también en forma individual con cada uno de sus hijos. Hable con ellos, pregúnteles cómo les va en sus cosas, ore con ellos en cuanto a cualquier asunto que les preocupe; con esto les estará mostrando que usted está interesado en sus vidas. Oírlo a usted decir sus nombres en oración les infundirá una gran confianza y seguridad.

Leer la Biblia con sus hijos.
Es muy fácil decir a sus hijos que lean la Biblia, pero otra cosa es que ellos vean que usted también la lee. Si usted medita en la Palabra de Dios diariamente, estará mostrando a sus hijos que para usted la comunión con Dios es sumamente importante.

Al ver su disciplina y constancia a través de los años, sus hijos respetarán más sus consejos y sus instrucciones cuando sean adolescentes.

Dejarse ver por sus hijos cuando esté a solas en oración.

Es posible que luego ellos quieran arrodillarse a su lado, y ¡qué gran bendición será eso para usted! Cuando sus hijos se dan cuenta de que usted confía así en Dios, practicando la comunión diaria con Él, su respeto y cariño por usted y el Padre celestial aumentarán extraordinariamente.

Hablar de las oraciones contestadas.
Hágales ver cuando el Señor contesta alguna oración, especialmente si es una oración en la que juntos han perseverado. Comente con ellos la manera en que Dios ha contestado alguna de sus oraciones. Esto reforzará en ellos el amor y la fidelidad de Dios.
No le dé vergüenza contarles cómo Dios contestó alguna oración de una manera en que usted no esperaba. Esto les enseñará que Dios es más sabio que el hombre y que siempre busca lo mejor para sus hijos.

Hablar de la importancia de adorar al Señor.
Sus hijos necesitan entender que Dios no es un “genio” personal a quien le pedimos cosas todos los días pero no tenemos tiempo para Él.
Por el contrario, enséñeles a adorar, alabar y amar al Dios soberano del universo, quien los ama y en cuyas manos están sus vidas. Afortunadamente, hay ayuda: Kids in Worship, disco compacto producido por Frank y Betsy Hernández.

“En muchos hogares cristianos, a los hijos se les enseña desde pequeños a orar y a aprenderse de memoria versículos bíblicos. Lamentablemente, no se hace hincapié en que ellos participen en la adoración, sino hasta que estén ‘más grandecitos’ –dice Frank Hernández–. En mis casi 30 años de experiencia como encargado de cultos de adoración para niños, me he dado cuenta de que los niños poseen una capacidad increíble para adorar.
Si se les da la oportunidad y se les anima, los niños responden fácilmente a la presencia de Dios y declaran sus alabanzas y gratitud con sinceridad de corazón y gran entusiasmo. Podemos aprender mucho de ellos.

Mostrar a sus hijos que usted participa activamente en la iglesia.
Deles ejemplo más concreto de su fe. Deje que ellos lo vean sirviendo a otros y que tomen parte en ello. Enséñelos a diezmar y ofrendar y a dar testimonio de su fe. Estas cosas les dan confianza en sí mismos, pero sobre todo les inculcan fe y confianza en el Señor Jesucristo.
Recuerde que cuanto más temprano empiece, tanto mejor. Pero no se desanime si ha empezado tarde.

Dios puede hacer su obra en cualquier persona, no importa la edad que ella tenga. Nunca es muy temprano para empezar a pasar el bastón en la interminable carrera de la verdad.

Uno de los principios que deben regirnos a los padres en este asunto de pasar el bastón de la verdad a nuestros hijos, lo encontramos en

Deuteronomio, capítulo 6, versículos 4 al 9. Dice la Palabra del Señor:
“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas”.

Tomado de En Contacto


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