Un Llamado Pidiendo Socorro (Salmo 12)

UN LLAMADO PIDIENDO SOCORRO
SALMO 12

1. La razón del llamado.
2. La respuesta al llamado.
3. La experiencia ganada por el llamado.


SALMO 12
«UN LLAMADO PIDIENDO SOCORRO»

En este Salmo encontramos un llamado pidiendo socorro. Ahora bien, para entender el Salmo en sí analicemos las tres partes con que realmente está dividido:

1) La razón del llamado en el cual David pide socorro.
2) La respuesta a ese llamado.
3) La experiencia ganada por el llamado.

En primer lugar David pide socorro porque no existe santidad en el lugar donde él se encuentra. «Salva, oh Jehová, porque se acabaron los piadosos; porque han desaparecido los fieles de entre los hijos de los hombres». Debe ser difícil vivir en un lugar donde no se encuentra a alguien en quien confiar, alguien con quien sentirse unido en espíritu y en verdad, como dice la palabra de Dios; y David se encontraba en esa situación.

Muchos autores creen que esa situación se refiere a la vida de David con respecto al problema con su hijo Absalón. Otros piensan que este Salmo fue escrito durante las circunstancias vividas por David con respecto a su tiempo en el palacio real cuando Saúl era el rey de Israel. Cualesquiera sea el tiempo en que David estaba enfrentando tales circunstancias, nos parece claro a través de este versículo que la razón por la cual David llama a Dios en un espíritu de socorro, es porque no existían creyentes alrededor suyo. David estaba viviendo en una atmósfera de incrédulos, y entonces clama a Dios por socorro.

La segunda razón es que no existe ya más la verdad. «Habla mentira cada uno con su prójimo; hablan con labios lisonjeros, y con doblez de corazón». (Vr.2). David ya no sabía en quien creer. Muchas veces, por ejemplo, cuando las personas van a comprar un automóvil y visitan muchas agencias, vienen con muchos precios y con muchas palabra de los vendedores. Algunas me dicen: Pastor, ya no sabemos a quien creer. ¡Qué situación crítica! ¿verdad? la de vivir en un momento en nuestra vida donde alguien nos habla, nos presenta una información y no sabemos si esa información es real o si es una mentira.

La circunstancias que David estaba viviendo eran similar a estas, no solamente no había creyentes, sino que entre los que habitaban aquel lugar no había temor de Dios. Los individuos tenían un corazón sobre el otro, como dice en el hebreo. Por lo tanto, encontramos en la expresión de David una manera clara y simple de que la situación estaba muy mal. La situación se encontraba bastante difícil de sobrellevar y por ello David pide ayuda a Dios.

En los Vrs. 3 y 4 encontramos la tercera razón por la cual David extiende ese llamado a Dios en un espíritu de socorro. «Jehová destruirá todos los labios lisonjeros, y la lengua que habla jactanciosamente; a los que han dicho: Por nuestra lengua prevaleceremos; nuestros labios son nuestros; ¿quién es señor de nosotros?». Lo que vemos en estos versículos es que los individuos que vivían en la época de David ya habían perdido el control propio de sus vidas.

En la epístola de Santiago Cap. 3:2 leemos palabras muy sabias para poder entender estas circunstancias: «Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo». El individuo que puede controlar su lengua, es un individuo que puede controlar todo su cuerpo, y vemos que aquí en la época de David había individuos que ya no tenían control de sí mismos; el hecho es que no podían controlar su lengua.

La circunstancia que David nos muestra es muy similar a la que vivimos en esta época ¿verdad? Muchas veces nos encontramos en lugares donde no hay ni siquiera un solo creyente con el cual compartir un pensamiento o una alabanza, o una sonrisa profunda del amor de Dios. En cualquier ciudad donde nos encontremos hay personas que están hablando con nosotros y estamos percibiendo una mentira o nos estamos dando cuenta que lo que nos están diciendo es algo solamente exterior y que por dentro piensan completamente diferente. También vemos alrededor nuestro circunstancias similares a las que David se encontraba. El mundo ha perdido el control de sí mismo y con su lengua ofende y habla cosas vanas, de tal manera que ya no sabemos cómo tratar a los demás. David frente a estas circunstancias experimentó un llamado de socorro.

Bien, David dice en el Vr. 1 «Salva, oh Jehová, porque se acabaron los piadosos…» «Salva, oh Jehová…» es una frase sola en el idioma hebreo que indica el pensamiento clave de estos cuatro versículos. «Salva, oh Jehová…» es el clamor de un hijo de Dios ante circunstancias que él no puede controlar, y he aquí la clave, el principio bíblico que Dios quiere que aprendamos. Cuando estemos enfrentando circunstancias tales y cabales como éstas, vamos no solamente a enfrentar momentos difíciles, sino que vamos a llegar a la conclusión que no podemos hacer nada al respecto. ¿Qué, pues, haremos? Le pediremos ayuda a Jehová. «Salva, oh Jehová…» es como decir: «Señor, actúa, haz algo en medio de todo este problema» y Dios se agrada de ello porque demuestra que como humanos no podemos improvisar nada, pero Dios puede hacerlo a través de su propia intervención.

La razón del llamado a Dios es valedera ¿verdad? Vamos a ver ahora la respuesta del llamado de David. La misma se encuentra en los Vrs. 5-7. Dios responde al llamado de David en una forma que se manifiesta una triple promesa, es decir Dios respondió a David en forma de promesa. En primer lugar, en el Vr. 5 encontramos algo que Dios promete y es la acción divina: «Por la opresión de los pobres, por el gemido de los menesterosos, ahora me levantaré, dice Jehová; pondré en salvo al que por ello suspira». Tomemos nota de cómo Dios responde a nuestras oraciones, a nuestros gemidos, a nuestros llamados. La respuesta que David tuvo la encontramos en este versículo, y ese es el principio que Dios promete: Una acción divina. Diríamos que la respuesta de Jehová es la siguiente: «Ahora me levantaré, no esperaré más, tomaré intervención y haré de estas circunstancias mis circunstancias.» Eso es lo que David necesitaba, la intervención divina en un momento caótico y consecuentemente porque él fue a Dios buscando una respuesta para su necesidad y Dios respondió así: «…Pondré en salvo…» ¡Qué importante!

Resumiendo digamos que Dios responde en una promesa triple. La primer promesa es : Yo intervendré en ese asunto. La segunda promesa la notamos al final del Vr. 5 «…Pondré en salvo al que por ello suspira». No solo vemos que Dios promete acción divina, sino que promete protección divina. Esta es una respuesta perfecta a un gemido honesto en la vida de David. No solamente ha de intervenir en su vida sino que ha de proteger su vida bajo esas circunstancias. ¡Qué hermosa la vida del creyente protegida bajo las alas del omnipotente! David lo experimentó. ¿Por qué no lo podemos experimentar nosotros?

La tercer promesa se encuentra en los Vrs. 6-7: «Las palabras de Jehová son palabras limpias, como plata refinada en horno de tierra, purificada siete veces. Tú, Jehová, los guardarás; de esta generación los preservarás para siempre». Notamos que esta tercer promesa es de seguridad». ¿Y cómo Dios ha de preservar a sus hijos ante situaciones semejantes? La respuesta la tenemos claramente en el Vr. 6: «Las palabras de Jehová son palabras limpias».

En el Nuevo Testamento en el Evangelio de Juan Cap. 15:3 tenemos una expresión semejante a la del Vr. 6 de este Salmo: «Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado». La palabra de Dios no solamente nos da seguridad, sino que también nos limpia y nos protege.

La seguridad que los hijos de Dios necesitamos y que david necesitaba en aquel momento particular de su vida, era porque él no se mezclaba con esos individuos que habían perdido el control de su propia lengua, que habían perdido la mente al decir más que mentiras, y que ya no respetaban más a Dios ni tenían temor de Dios. Por consiguiente vemos la respuesta que Dios le da a David de completa seguridad en estas tres cosas importantes: Que Dios ha de intervenir. Qué su intervención ha de proteger a El y a sus hijos. La seguridad que su intervención ha de purificar sus vidas.

¿Qué es lo que hemos aprendido de la respuesta al llamado de David? Muy simple: Las respuestas a nuestros problemas descansan en la palabra de Dios. «En cuanto a Dios, perfecto es su camino, y acrisolada la palabra de Jehová; escudo es a todos los que en él esperan». (Salmo 18:30) «Toda palabra de Dios es limpia; El es escudo a los que en él esperan». (Proverbios 30:5). Es una protección la palabra de Jehová a todos los que esperan en él. David clamó a Dios y buscó su protección debido a que no había creyentes donde él vivía, y también porque habían perdido la mente aquellos hombres que hablaban necedades todo el tiempo. En vista de ese clamor sincero y que las circunstancias no favorecían y que David no podía vivir en ese momento caótico de su vida, Dios promete intervenir.

Cabe pues entonces la siguiente reflexión: Si estamos viviendo en circunstancias tan caóticas, tan malas y tan imposibles como las que David estaba viviendo en la narración de este Salmo, pensemos también nosotros en el llamado honesto a Dios y seguramente él ha de llegar. El promete intervenir en los asuntos de nuestra vida, porque prometió seguridad a través de su palabra. Como dice Salomón: «Toda palabra de Dios es limpia…».

Para concluir observemos por unos instantes la experiencia ganada a través del llamado. Hemos visto la razón del llamado, hemos visto la respuesta a ese llamado, y ahora la experiencia ganada a través del llamado. La experiencia ganada es esta: Cuando Dios toma sobre sí nuestra causa, la libertad a esos problemas no está lejos. «Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros». (Santiago 4:7) Luego hemos aprendido que cuando Dios nos da esa liberación, él no nos habilita a conquistar al enemigo porque él lo destruye, recordemos esto: Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó». (Romanos 8:37). Por esta razón no nos preocupemos tanto por el enemigo, no batallemos tanto en contra del enemigo, sino que pongamos nuestros ojos en Cristo y digamos como David: «Sálvanos Señor, en la circunstancia y momento en que vivimos» Y sin duda vamos a ver al Dios de Israel nuevamente librándonos de nuestros problemas y destruyendo a nuestros enemigos.

Quiera Dios que esta sea nuestra experiencia: Descansar en la soberanía y la sabiduría de Dios.

(Programa Radial con Gabriel Otero)

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