Batallando la Incredulidad de la Envidia (John Piper)

Batallando la Incredulidad de la Envidia
                    Por John Piper (transcripción del audio.)

Salmo 37:1-7
No te irrites a causa de los malhechores; no tengas envidia de los que practican la iniquidad. Porque como la hierba pronto se secarán,y se marchitarán como la hierba verde. Confía en el SEÑOR, y haz el bien; habita en la tierra, y cultiva la fidelidad. Pon tu delicia en el SEÑOR, y El te dará las peticiones de tu corazón. Encomienda al SEÑOR tu camino, confía en El, que El actuará; hará resplandecer tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía. Confía callado en el SEÑOR y espérale con paciencia; no te irrites a causa del que prospera en su camino, por el hombre que lleva a cabo sus intrigas.
Una Definición de Envidia
Una de las barreras de cuidar para otras personas es que les envidiamos. Esta noche vamos a hablar de cómo librar la batalla contra la incredulidad de la envidia. Aquí está la definición.

Hoy por la tarde, mientras analizaba lo que es la envidia—y al revisar mi pensamiento contra la definición del diccionario Webster—dos cosas resultaron evidentes.

1) La envidia conlleva un elemento de deseo. Alguien ha experimentado una ventaja o beneficio en la vida y tú lo quieres para ti. Eso no necesariamente te convierte en envidioso, porque esa clase de deseo está bien cuando su deseo es imitar a quienes viven en santidad.

2) El otro elemento—y éste es el que hace que la envidia sea mala—es cuando el deseo está marcado por el resentimiento de que las cosas salgan bien para otros pero no para ti. Eso lo convierte en envidia.

Asi, en breve, la envidia es una mezcla de deseo de algo con resentimiento hacia otra persona que lo disfruta pero que tú no lo tienes. Las cosas no van muy bien contigo pero las cosas van bien para otros y eso es lo que te corroe algunas veces. ¿Por qué le va tan bien a aquella persona cuando mí no me va igual de bien?

Las Oportunidades para la Envidia Abundan
Lo siguiente que hice esta tarde fue tratar de encontrar ejemplos reales. Traté de encontrar ejemplos de envidia dentro de mi propia vida, en mi imaginación y en las vidas de otras personas.

¿Cuáles son algunas ilustraciones de la envidia? Veamos si tú podrías encontrarte en estos escenarios:

Pensé en el Sr. Dukakis y en el Sr. Bush, y pensé que ésta podría ser una oportunidad de envidia. Si un hombre dedica un año de su vida, muchísimo dinero y muchísimo esfuerzo para convertirse en el siguiente presidente pero pierde la carrera—aún cuando piensa que es el candidato idóneo, tiene mejores políticas y tiene un mejor compañero de fórmula—pienso que fácilmente podría quitarle el sueño y corroerle por dentro que las cosas no hayan salido como esperaba. Podría sentir que dedicó muchísimo tiempo y energías que no le llevaron a ninguna parte.

¿Y si su amigo o amiga se casa y tú no? Quizás tú has conocido a este amigo o amiga desde hace mucho tiempo y esta persona se está casando y tú no. Tú podrías resentirte un poco de que esto le esté sucediendo a él o a ella y a ti todavía no.

O digamos que uno de tus hijos sufre de una enfermedad crónica mientras que las demás familias a tu alrededor siempre se ven saludables. Podrías tú pensar, mi hijo siempre está enfermo. Mi hijo se encuentra enfermo semana tras semana y sufre de problemas extraordinarios, pero esas otras familias, que no son mejores que nosotros, siempre se encuentran bien.

Y si tú sólo eres suplente en el equipo de la escuela secundaria. Todo lo que haces es calentar la banca mientras que el muchacho titular, aunque sea un sabelotodo, está siempre en los juegos.

O supongamos que tienes un amigo que juega a la lotería. Es un sinvergüenza pero gana un millón de dólares. Tú podrías pensar que mereces ese dinero más que tu amigo.

O eres un pastor y observas el crecimiento de otras iglesias mientras que la tuya fluctúa entre permanecer igual o crecer un mínimo. Tú piensas que esto no debería ser así.

O quizás tú piensas que otros son más atractivos o atractivas, o que están más a la moda que tú. Dios te dio tus características personales, pero qué fácil es caminar por la vida, ver a otros que son más atractivos o atractivas y sentir envidia de ellos.

Una Prohibición y una Advertencia en Contra de la Envidia
Hay tantas oportunidades para la envidia. Es una amenaza universal para nuestro gozo y nuestro cuidado por los demás. Entonces, ahora quiero analizar un texto donde la envidia está prohibida en las Escrituras, ver las consecuencias de caer en ella, y luego hablaremos de cómo combatirla. Y considerando nuestro tiempo, solamente vamos a asumir casi solo esas dos primeras.

En principio, yo asumo que ustedes estan de acuerdo conmigo en lo que dice la Biblia, No seas envidioso. ¿Podríamos comenzar sólo con eso? Aquí tengo cuatro textos. El Salmo 37:1, Proverbios 23:17, Gálatas 5:26, I Pedro 2:1. Todos dicen, No seas envidioso. Entonces ser envidioso no es bíblico. Ceder a la envidia va contra la voluntad de Dios.

Y luego podríamos hablar acerca de las advertencias. Examinemos aquí un pasaje. Gálatas 5:21 es el pasaje que habla de los deseos de la carne y de los frutos del Espíritu, y uno de los deseos de la carne es la envidia.

Gálatas 5:19,- «Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos»—lo cual, a propósito, creo que es una subespecie de la envidia.

Traté de pensar, ¿Debería predicar sobre los celos? Esto lo pensaba en agosto pasado. Y mientras lo pensaba y pensaba, llegué a la conclusión de que los celos son una especie de envidia. Lo que quiero decir es que los celos son una especie de envidia dirigida hacia otra persona, quien recibe afecto que tú crees que deberías tener. Tú sientes celos de otra persona cuando ésta recibe afecto de alguien que según tú, debería de dar su afecto a ti.

Ahora bien, los celos podrían ser saludables. Dios siente celos del amor que debería brindársele a Él. Y un esposo o esposa debería tener derecho a sentir celos en una mala relación que ve desarrollarse entre su cónyuge y otra persona. Pero también están los celos enfermizos. La razón por la cual no nos enfocamos en los celos es porque yo creo que lo que diré acerca de la envidia también aplica a los celos, porque éstos son una sub-categoría de la envidia.

“Enojos, rivalidades, disensiones, sectarismos, envidias»— ése es el inicio del versículo 21—»borracheras, orgías y cosas semejantes, contra las cuales os advierto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.»

Entonces, aquí está la advertencia. Esto es un asunto muy serio. Todo lo que estoy predicando en estos sermones del otoño son cosas muy serias. En otras palabras, si tú das rienda a este estado de incredulidad de la envidia, ésta podría tomar tu vida y causar un naufragio en tu fe y como resultado, te verá perdido.

Luche Contra la Envidia Como lo Hizo el Rey David
Muy bien. Hemos visto lo que es; hemos visto que la Biblia la condena y hemos visto que hay consecuencias negativas si tú te deja llevar por ella indefinidamente. Ahora hablemos sobre cómo luchar contra ella. Esa es la parte más seria y el Salmo 37 es donde comenzaremos.

Este es un gran Salmo para hablar de cómo luchar contra la envidia porque comienza con el punto principal de «No tengas envidia.» Luego, en los primeros 11 primeros versículos, puedo contar que hay seis razones sólidas de por qué no ser envidioso. Lo que estoy tratando de hacer esta noche es darte un ejemplo de cómo librar una batalla de fe dentro de tu devoción.

Cuando te despiertas por la mañana y sientes por dentro envidia hacia alguien en el trabajo, un miembro de la familia o alguien más y tú dice, «Esto no debe suceder. ¿Qué puedo hacer al respecto?» Aquí está lo que puedes hacer. Saca su Biblia, arrodíllate en oración y comienza a leer. Busca las promesas bíblicas que matan la envidia. Pero para hacerlo, deberás reflexionar, antes que nada, que la envidia es una forma de incredulidad.

Veamos entonces el Salmo 37:

“No te irrites a causa de los malhechores; no tengas envidia de los que practican la iniquidad.»
Allí está. La afirmación básica: no tengas envidia de los que practican la iniquidad, no te irrites a causa de ellos.

“Porque como la hierba pronto se secarán, y se marchitarán como la hierba verde.»
Y luego, yo creo que el versículo 3 nos dice lo que debemos hacer en su lugar. Esto es lo opuesto a la envidia:

“Confía en el Señor, y haz el bien.»
Y luego en la frase siguiente hay un mandato o una promesa. Yo pienso que se trata de ambos. La Versión Revisada dice,

“Habita en la tierra, y cultiva la fidelidad.»
Podría ser «disfruta la seguridad,» pero, literalmente dice «cultiva la fidelidad.» De cualquier manera, yo creo que se trata de la fidelidad de Dios y por lo tanto la idea de la seguridad es correcta y buena.

«Pon tu delicia en el Señor y Él te dará las peticiones de tu corazón.» «Encomienda al Señor tu camino, confía en Él, que Él actuará.»
Observa que esas cosas positivas son lo que tú deberías poner en tus emociones en lugar de la envidia. «Confianza» (versículo 3), «Deleite» (versículo 4), «Encomendarse» (versículo 5) y «Confianza» de nuevo en la segunda mitad del versículo 5. Entonces, la razón por la que escogí el Salmo 37 esta noche es porque nos enseña que la envidia es una incredulidad, o tiene sus raíces en la incredulidad. Y el opuesto de la envida que vemos es la fe, o la confianza, o el deleite en Dios, o pasar tus cargas al Señor.

Entonces espero que quede claro que cuando se esté empezando a envidiar—cuando estemos empezando a ver a alguien y a resentir que alguien más tenga algo que nosotros no tenemos—y estemos empezando a perder nuestra paz y la tranquilidad en Dios debido a ello, el tema es la fe. ¿Bien? Hasta aquí eso es el punto.

Seis Razones del Salmo 37 de Por qué es Mejor Creer
Ahora bien, la otra razón por la cual este salmo es tan maravilloso es porque nos da muchas razonas por las cuales no deberíamos ser faltos de fe. Nos dice por qué deberíamos encomendarnos y tener confianza en que Dios está con nosotros. Nos dice que Él obró de una forma que, aún cuando algo se vea muy bien para los demás, las cosas serán mejores para nosotros. Ahora analicemos esto. Escribí seis razones que veo en este capítulo para no dejarnos atrapar por la incredulidad de la envidia.

1) Versículo 2: «Porque como la hierba pronto se secarán, y se marchitarán como la hierba verde.» Entonces, si usted empieza a sentir envidia de un malhechor, como el sinvergüenza que recién ganó un millón de dólares, Dios dice, «Un momento, tú no querrías estar en su lugar. Él se secará como la hierba pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (1 Juan 2:17). Por lo tanto ese es el argumento número uno.

Se repite en el versículo 9: «Porque los malhechores serán exterminados, mas los que esperan en el Señor poseerán la tierra.» Y en el versículo 10: «Un poco más y no existirá el impío.» Por lo tanto, la primera razón por la cual tú no debes permitir que la envidia te domine cuando te sientas inclinado o inclinada hacia un incrédulo o a alguien que no hace el bien, es el pensamiento, «Un momento. Dios ha dicho en su palabra que esta persona se marchitará como las flores, muy rápidamente. Desaparecerá y entonces, ¿quién disfrutará de su prosperidad?

2) Versículo 3: «Confía en el SEÑOR y haz el bien; habita en la tierra, y cultiva la fidelidad.» En otras palabras, esa es la recompensa que viene de confiar en Dios. Confía en Dios y haz el bien y pastarás en pastos verdes. Tus deseos serán cumplidos, lo cual nos lleva a lo siguiente.

3) Versículo 4: «Pon tu delicia en el SEÑOR» (eso significa «confía en el Señor,»), «y Él te dará las peticiones de tu corazón.» Ahora, esa sí que es una promesa asombrosa, porque la envidia usualmente surge cuando no tiene lo que el corazón desea. Ustedes verán a alguien que le pertenece algo que ustedes desearían para sí, y ese será el deseo que falta en su vida. Entonces, la mejor forma de luchar es ir a esta promesa y decir: “Ahora Señor, tú has hecho un pacto conmigo en el versículo 4. Tú dices que si yo pongo mi delicia en ti, me darás las peticiones de mi corazón. Entonces voy a poner mi delicia en ti.»

Ahora bien, eso es un paso principal: confiar en Dios suficientemente de manera en que tú descanses en lo que Él es para ti. También puede tener un efecto profundo en la clase de deseos que tú deberías obtener para quedar satisfecho. Pero todos los deseos que tú tengas serán eventualmente satisfechos. Esa es la esencia de esas asombrosas promesas en Romanos 8:32 («Él que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también con Él todas las cosas?») O bien, en I Corintios 3:21-23 («Todo es vuestro: ya sea Pablo, o Apolos, o Cefas, o el mundo, o la vida, o la muerte, o lo presente, o lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.»). La Biblia hace promesas asombrosas a las personas cuyo deleite se encuentra en Dios y no en las cosas.

4) Versículos 5 y 6. «Encomienda al Señor tu camino, confía en Él, que Él actuará; hará resplandecer tu justicia como la luz y tu derecho como el mediodía.» Puedo recordar hace varios años cuando Steve y Susan Roy vivían frente a nuestra casa en la Avenida Elliot. Steve recién había renunciado de InterVarsity. Estaba desempleado. No sabíamos si sería contratado por Bethlehem, y se dedicaba a pintar durante los fines de semana. Y para Steve Roy, un teólogo ciento por ciento, dedicarse a pintar no era lo que quería en la vida.

Un día cuando cruzábamos la calle dijo: “Realmente necesitamos un poco de ánimo.» Puedo recordar estar de pie allí en la banqueta. Dije, «Aquí tienes tu promesa para este día: Isaías 64:4: ‘Desde la antigüedad no habían escuchado ni dado oídos, ni el ojo había visto a un Dios fuera de ti que obrara a favor del que esperaba en Él.'» Y ellos comentaron muchas veces en los años siguientes que podían recordar también ese encuentro aquella tarde. «Dios trabaja para aquellos que esperan en Él.» Eso dice la palabra. Y esa palabra «trabaja» (en hebreo) se encuentra allí en el versículo 5: «Él actuará para ti. Él te reivindicará.» Y esa palabra «reivindicación» también es preciosa, porque una de las cosas que se encuentra detrás de la envidia es el sentimiento de que las cosas no están yendo tan bien para usted como debería ser. Estamos recibiendo un trato sin refinar mientras que, para alguien más, alguien que no lo merece, las cosas van mucho mejor. Lo que queremos es una reivindicación, y eso es exactamente lo que nos ha sido prometido aquí. La reivindicación vendrá.

5) Versículos 9 y 11: «Porque los malhechores serán exterminados, mas los que esperan en el SEÑOR poseerán la tierra.» Y «mas los humildes poseerán la tierra.» Ahora si tú dices, «Muy bien, pero un momento. Yo no soy judío y no espero ser heredero de Palestina,» ten cuidado. Todas las promesas hechas en el Antiguo Testamento a los judíos le serán cumplidas a ti totalmente así como a los judíos y quizás mejor.

¿En qué parte del Nuevo Testamento existe una mejor promesa con casi exactamente las mismas palabras del versículo 11? En Las Bienaventuranzas, «Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra.» Muy bien, entonces no heredaré Palestina, solamente la tierra. En realidad, en Romanos 4:13, aquellos como Abraham que son creyentes son los llamados herederos del mundo. I Corintios 6 dice que vas a juzgar a los ángeles. A los discípulos Él les dijo que se sentarían en tronos a juzgar a las doce tribus de Israel. Nosotros, los que no somos discípulos ni apóstoles, juzgaremos a los ángeles. La Biblia está llena de las más estupendas promesas que pueden eliminar cualquier resentimiento que hay detrás de la envidia.

6) Versículo 11: «Mas los humildes poseerán la tierra, y se deleitarán en abundante shalom.» Esta palabra se traduce como «prosperidad», lo cual en nuestros días no parece actual. En hebreo esto refiere al bienestar total que reciben aquellos que confían.

Entonces, aquí hay un pequeño ejemplo de cómo librar la batalla por la mañana si la envidia comienza a surgir en tu corazón. Tú recibes un texto como este donde dice, «No seas envidioso,» y luego tú dices, «Señor, si voy a superar esta envidia, necesito argumentos poderosos para saber por qué voy a descansar en tí. ¿Podrías darme algunos?» Y luego sólo leas paso por paso. Y cuando llegues a uno, detente y ora, «Señor, por favor abre mis ojos para que vea la maravilla de esta promesa. Y concédeme a través de tu espíritu la capacidad para saborearla, descansar en ella, creer en ella, guiarme por ella, vivir en ella y actuar de acuerdo con tu promesa el día de hoy.» Y pasa al siguiente versículo y repite estos pasos hasta que sientas que el Señor está contigo y le retira este feo sentimiento de envidia.

Municiones Adicionales Contra la Incredulidad
Muy bien, tomemos algunos textos adicionales que puedes utilizar contra la envidia.

Proverbios 23:17: «No envidie tu corazón a los pecadores, antes vive siempre en el temor del Señor.» Y aquí viene esta inmensa promesa: «Porque ciertamente hay un futuro, y tu esperanza no será cortada.» Entonces tenemos una persona que ve a un pecador y observa cómo ésta prospera. Entonces esa persona empieza a sentir que su esperanza no prosperará. Trata de vivir para Cristo pero las cosas no parecen estar saliendo tan bien como le salen al pecador. La Biblia está al tanto de ese problema. El Salmo 37 fue escrito para tratar este asunto y también el Salmo 73.

Algunas veces las historias ayudan más que los textos, especialmente las historias bíblicas. Éstas llegan a donde no llega la literatura expositora. Bien, tenemos aquí una historia que he usado con frecuencia para superar mis tentaciones de envidia. Esta es la historia de un muchacho con cinco hogazas de pan y dos peces, así como está escrito en Juan 6.

En Juan 6, Jesús tiene compasión de la multitud y dice a sus discípulos, «Aliméntenlos.» A lo que ellos responden, «Envíalos a casa. Doscientos denarios de pan no les bastarán para que cada uno reciba un pedazo y ya es muy tarde.» Él responde, «¿Cuántos panes tenéis?» Y ellos responden «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero ¿qué es esto para tantos?» Ahora, deténgase allí y podría imaginar al muchacho viendo hacia arriba y diciendo, «Así, Eso es todo lo que tengo. No me hagan sentir mal.» Y aún así, eso es todo lo que nosotros somos. Somos niñitos con escasas cinco hogazas de pan y dos peces como regalos, personalidad, dinero—cualquier cosa por la que tú puedas sentirte inferior. Tú miras a su alrededor aquellas personas, fuertes, hermosas, ricas, que tienen todo y tú lo único que tienes son cinco hogazas de pan y dos peces para una labor que necesitas doscientos denarios de pan. Y Jesús dice, «Dámelos.» Los toma y—esto lo aprendimos en la escuela dominical, ¿verdad? Es una gran historia—y Él ora y alimenta 5000 hombres, más mujeres y niños. Yo lo veo y digo. «Bien, quizás entonces hay esperanza para mis cinco hogazas de pan y dos peces.»

¿Y cuántas canastas sobraron? Doce. ¿Por qué? Una para cada apóstol que no creyó que había suficiente. Por eso exactamente: para demostrar que cuando tú das de lo que tú crees que no tener suficiente, recibes mucho más de lo que nunca soñó que tenías en primer lugar. Esta es una historia que siempre dará un golpe a la cara de la envidia.

Si tú piensas que tus dones son muy pequeños, que no te alcanzas ni para vivir la hora presente, Jesús sí te sustentará la necesidad de la hora presente. Él puede tomar lo más pequeño que hay en ti y multiplicarlo. Tengo sobre la puerta de mi hogar una pequeña placa que me dio Virginia Maderis en Maryland hace como 15 años. Dice así, «El mundo está aún por ver lo que puede lograr un hombre totalmente consagrado al Señor. Por el poder de Dios, yo aspirar ser ese hombre» – D. L. Moody.

«Amar es Dejar de Compararse»
Una última ilustración: veamos Juan 21. Tú conoces esta historia, pero yo dudo que alguna vez hayas pensado en ella en términos de la envidia. Yo no lo hice hasta que lo leí en un libro hace algún tiempo. Entonces, esto no es original pero me encanta, así que lo compartiré contigo. La situación es que Pedro ha sido restaurado por Jesús a causa de su negación, habiendo afirmado tres veces que él ama al Señor. En el versículo 18 dice: «En verdad, en verdad te digo: cuando eras más joven te vestías y andabas por donde querías; pero cuando seas viejo extenderás las manos y otro te vestirá y te llevará adonde no quieras.» Este es Jesús hablando a Pedro. «Esto dijo, dando a entender la clase de muerte con que Pedro glorificaría a Dios.» En otras palabras, él va a ser mártir. Y habiendo dicho esto, le dijo: «Sígueme.»

«Pedro, volviéndose, vio que les seguía el discípulo a quien Jesús amaba—que era Juan, el que en la cena se había recostado sobre el pecho de Jesús y había dicho: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?” Entonces Pedro, al verlo, dijo a Jesús: «Señor, ¿y éste, qué?» ¿Qué está sucediendo aquí? ¿Por qué está diciendo eso? El dijo, «tú me dijiste que voy a ser matado. ¿Qué sucederá con Juan?” Y tú puedes ver, bajo la superficie, que hay envidia en el corazón de Pedro. «¡Si no es así, entonces no es justo!» Bien, y ¿Cómo lo resuelve Jesús?

“Jesús le dijo: Si yo quiero que él se quede hasta que yo venga, ¿a tí, qué? Tú, sígueme » ¿Qué dice Jesús con esto? Yo creo que Él dice que es muy peligroso comparar las circunstancias. Es muy peligroso comparar los dones. Recuerdo en Wheaton College, en el dormitorio, Martin Noel, mi compañero en la época, tenía un pequeño papel en la puerta que decía «Amar es dejar de comparar.» Esas son buenas noticias. Correcto. Jesús dice aquí, «Mira, no te involucres en comparaciones con este otro discípulo. Lo que yo tengo para él, es para él. Aquí está lo que tengo para tí: Yo. ¿Es suficiente?»

Y esa es la solución para la envidia. Así como fue la solución a la lujuria, de la cual hablamos anteriormente. Es Jesús. «Sígueme. Si vas en pos de mí, si me tienes, ¿por qué te preocupas por aquel?» Y por lo tanto esa es la respuesta: necesitamos más a Jesús. Tenemos que darnos cuenta de que es privilegio increíble de conocer a Jesús. Jesús dijo en otro lugar, «Sin embargo, no os regocijéis en esto, de que los espíritus se os sometan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.» Es tan enorme el privilegio de ser discípulo de Jesucristo, que lo que suceda a otros discípulos no es aquí ni ahora. Es por esa razón que la envidia desaparece.

By John Piper. © Desiring God. Website: desiringGod.org

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