Jesús: Dios en la Carne

SERIE:¿QUIEN ES JESUS?

Él es Dios en la carne
Texto: Juan 1:1-14

Versículo clave:
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre,) lleno de gracia y de verdad”.
Juan 1:14

Jesús es tanto Creador como Dios, haciendo que el Dios invisible sea visible, y que el Dios intocable sea alcanzable. Identificándose con nosotros y muriendo por nosotros. Sólo Él provee salvación para nosotros.

UN VISTAZO PRELIMINAR

En esta lección comenzamos un estudio en el evangelio de Juan. Juan escribió cinco epístolas del Nuevo Testamento y fue conocido como el discípulo amado.
Sabemos que una biografía completa de la vida y las obras de Jesús jamás hubieran podido escribirse (Jn. 21:25). Lo que tenemos en la Biblia es una serie de relatos y perspectivas breves de la vida y el ministerio de Jesús para que podamos tener una visión sobre quién era Él y qué hizo.
Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas describen de man-era precisa los numerosos eventos en la vida y el ministerio de Jesús, pero Juan amplía muchos de éstos y nos da el significado de estos relatos históricos. Cada uno de los demás evangelios se
da para alcanzar un propósito específico. El propósito de Juan es presentar el evangelio para que los hombres y las mujeres puedan salvarse (Jn. 20:31). No tenemos que preguntarnos sobre el propósito de este evangelio. Debido a esto, el libro de Juan es un lugar para comenzar un estudio prolongado de toda la Biblia.
Dios inspiró a Juan para que escribiera estas palabras tardíamente en su vida. Las verdades aquí expuestas ya habían sopor¬tado la prueba del tiempo cuando Juan las amplió para nosotros. Juan vivió más años que cualquiera de los demás discípulos y fue el único que murió por muerte natural.
El estudio de Juan se centrará en los temas principales. Primero, aprenderemos quién es Jesús y cómo se hizo manifiesto al mundo. Luego, más adelante, estudiaremos qué hizo Jesús y analizaremos su misión y su ministerio en la tierra.

UNA MIRADA MÁS CERCANA

I. El Cristo eterno
Juan 1:1-5

1. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
2. Este era en el principio con Dios.
3. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
4. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
5. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

Como es natural, Juan comenzó con el principio. Es importante notar que Juan no dio ningún argumento en cuanto a la creación. Se dio por sentado que Dios había hecho el mundo y que todas las cosas habían tenido un principio. Jesús estaba ahí en el principio. El término que Juan usa para Jesús es interesante. Él se refiere a Jesús como el Verbo. Esta palabra griega es la misma palabra de donde obtenemos el término lógica. Es en Jesús, a través de Él y por Él que la vida puede tener sentido.

La única manera de entender la vida como existe es mirándola como se presenta en la Biblia. Si vemos la vida sobre la tierra a través de los ojos de Dios, todo concordará. Si tratamos de razonar y explicar la vida sin Dios, nada tendrá sentido.
Jesús y la fe personal en Él son las claves que literalmente abren el significado de la vida física y la espiritual.
Jesús no sólo estuvo ahí en el principio, Él estaba con Dios y Él era Dios. Jesús excepcionalmente hizo esta declaración durante su ministerio. Nuestra fe gira alrededor de las respuestas a dos preguntas. ¿Fue Jesús quien decía ser? e, ¿hizo Jesús lo que dijo que haría? Jesús dijo que Él era Dios en la carne. Claramente le dijo eso a Felipe en Juan 14:8, 9. La Biblia declara que Jesús murió y resucitó al tercer día. Estos hechos cambian todo en su vida y en la mía. Jesucristo no es otro personaje de la religión. El cristianismo no es otra fe para ser comparada con otras fábulas y mitos inventados por las mentes de los hombres. Jesús es real.
Cristo es el poder creativo detrás del universo. Todas las cosas por Él fueron hechas y sin Él nada fue hecho. Aquí llegamos cara a cara con una verdad divisoria. ¿Creó Dios el mundo? Si no lo hizo, entonces ¿quién lo hizo? Si el mundo no fue creado, ¿cómo llegó aquí? No cometa errores; Satanás sabe lo que está haciendo al negar la creación.
Juan trata con esto sencillamente declarando la verdad obvia. La creación hace que sea necesario un creador y ese Creador fue la Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Jesús estuvo ahí y fue el poder tras toda cosa material que vemos. La conclusión importante aquí es que Jesús no es un ser creado; Él es el eterno Dios.
Jesús es tanto vida como Luz. Este tema se amplía en el evangelio de 1 Juan. El propósito de Jesús al venir al mundo fue el de traer regalos gemelos de vida y luz a los hombres. El orden es importante. Jamás tendremos luz espiritual hasta que tengamos vida espiritual. La salvación es la experiencia fundamental de vida, la cual debe preceder cualquier explicación espiritual. A menos que seamos salvos, estamos en la oscuridad. Cuando nacemos de nuevo, comenzamos a entender la revelación avanzada de Dios. Nunca podemos saltarnos ningún paso en nuestro desarrollo espiritual.
Por eso es que la Luz (Jesús) puede brillar y los hombres pueden dejar de comprenderlo. Jesús predicó a todo el que le escuchara. Muchos oyeron sus sermones y se negaron a aceptarlo como su Salvador. Esto no fue porque no necesitaran salvarse, y no porque Jesús no los salvaría. Fue porque habían endurecido sus corazones y se negaron al simple llamado del evangelio.

II. El testigo enviado por Dios
Juan 1:6-10

6. Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
7. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.
8. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
9.Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
10. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.

Juan no nos da un relato del nacimiento físico de Jesús. Él no dice nada de los primeros años de Jesús. Más bien comienza su relato con el ministerio de otro hombre llamado Juan, Juan el Bautista, el precursor de Jesús. Jesús le dio a Juan el Bautista su título y en realidad le calza (Mt. 11:11). Juan el Bautista fue conocido por bautizar, o sumergir en agua, pero su ministerio principal fue el de ser testigo de la Luz para que todos los hombres pudieran creer en Jesús y ser salvos.
En aquel entonces, como ahora, la salvación precedía al bautismo. El bautismo jamás ha sido para salvar a nadie. Juan el Bautista vino para testificar y decirles a todos los hombres de todo el mundo que se arrepintieran de sus pecados y pusieran su fe personal en Jesús, el Cordero de Dios.
El ministerio de Juan el Bautista fue grandemente malinter-pretado. Él fue el primer predicador en Israel en cientos de años, y aunque muchos tenían curiosidad sobre su mensaje, relativamente pocos creyeron lo que tenía que decir. Aquí vemos claramente que Juan el Bautista no era el Mesías ni jamás dijo haberlo sido. Él no era la Luz, sino un testigo para la Luz. La verdadera Luz es Jesús. El propósito de Jesús es el de derramar luz en el corazón de cada persona que nazca en el mundo en cualquier momento. Dios no quiere que nadie perezca; por lo tanto, el mensaje del evangelio es enviado a todos los hombres en todas partes del mundo.
No todos los hombres han aceptado a Jesús y creído en Él. Él estuvo aquí, y es importante observar que Jesús fue un ser humano real y vivo. Él no era un fantasma ni un espíritu. Él era Dios vestido en carne, y como tal, es un personaje de la historia como cualquier otro.
Jesús no sólo estuvo aquí; estuvo aquí con una autoridad única sobre el mundo que Él había hecho. Repetidamente Jesús demostró ser el Señor del universo. Él suspendió las leyes nor-males que gobiernan el mundo y ejecutó milagro tras milagro para convencer a los hombres que sus palabras eran verdaderas. No obstante, a pesar de la evidencia masiva de que Jesús era quien decía ser, los hombres lo rechazaron.
El propósito de testificar es el de darles a los hombres una oportunidad justa y honesta de aceptar al Señor como su Salvador. Dios jamás obliga a nadie a que crea, pero acerca a todos los hombres a Jesús. Éste es el poder del evangelio.
El ministerio de Juan el Bautista no fue para presentar toda la doctrina teológica, sino para presentar suficiente información para permitir que los hombres se convirtieran. Él comenzó con lo que llamaríamos el ABC del evangelio. El mensaje de Juan el Bautista puede resumirse en unas cuantas palabras.
Primero, admita que usted está en necesidad. Admita que está confundido, perplejo y necesitado y que no puede resolver sus propios problemas. Eso se resume en la palabra, arrepentirse. Deténgase, piense de nuevo. Admita su necesidad. Aquellos en oscuridad deben llegar a este lugar antes que puedan recibir la luz. A menos que admita que está en problemas, no puede encontrar una salida. Admita que todas las soluciones hechas por los hombres jamás han funcionado y nunca funcionarán.
Entonces, crea en el Único que puede dar vida. Crea en el Único que ha venido, que se reunirá con usted donde usted esté y quien le dará vida y luz.
Cuando haga esto podrá comenzar a corregir su conducta. Eso es lo que Juan el Bautista predicaba. Él les dijo a los recolectores de impuestos que fueran justos y que sólo recogieran lo debido. Él les dijo a los soldados que dejaran de ser violentos y de acusar falsamente a las personas. Él les dijo a los hombres que corrigieran su conducta porque habían recibido una nueva vida y una nueva luz de parte de Dios.

III. Rechazo y salvación
Juan 1:11-14

11. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
12. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
13. los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
14. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

La luz y la vida de Dios llega a todos los hombres, pero no todos los hombres la recibirían. Aún aquellos de su propia nación rechazaron al Mesías que Dios les había enviado. Pero los que recibieron a Jesús como su Salvador nacieron de nuevo y vinieron a ser hijos de Dios. Juan claramente nos dice que este proceso sucede porque creemos en el nombre de Jesús.
Nacer de nuevo no es un asunto de sangre, o sea, no es un asunto ancestral. Aquellos que oyeron lo que Juan el Bautista predicaba pensaron que no necesitaban arrepentirse porque Abraham era su padre. Juan claramente les dijo que esto no hacía ninguna diferencia para Dios.
Aún otros, tal vez muchos otros, creyeron que podían nacer de nuevo a través de la voluntad de la carne. Pero las obras de los hombres jamás obtendrán la justicia de Dios. La salvación es por gracia por medio de la fe. No es por obras, y si fuera así, los hombres estarían presumiendo de todas las cosas maravillosas que hubieran hecho para ser salvos.
La salvación es del Señor. Esta es una sencilla verdad predicada por Jonás muchos años antes que Jesús naciera. La luz y la vida se originan con la humanidad. Estos son los regalos buenos y preciosos que vienen de arriba.
Jesús vino para traer estas maravillosas cosas a cada corazón. Él es la Luz que ilumina cada corazón. Él es la vida que fluye dentro de todo ser humano.
Pero para tener la luz y la vida tenemos que aceptar a Jesús y creer en el nombre del único Hijo unigénito de Dios. Tenemos que arrepentirnos de los planes fallidos de los hombres para salvarnos a nosotros mismos y poner nuestras almas en las manos de nuestro Creador. Cuando lo hagamos, podremos nacer de nuevo, no de sangre ni de voluntad de hombres, sino de Dios.

UNA PALABRA FINAL

¿De dónde vino Jesús? ¿Nació como todo ser humano? ¿Fue simplemente otro gran predicador o profeta en Israel? Las respuestas a estas preguntas son importantes. Ellas revelan una comprensión básica de la naturaleza de Jesús, o demuestran la falta de ella.
Juan comenzó en el principio y enfatizó que Jesús no era otro ser humano. Jesucristo es Dios, vestido de carne y morando entre los hombres. Fue totalmente hombre, pero también fue totalmente divino. Demostró en su vida y ministerio la condición ideal de la humanidad. Jesús fue el espejo opuesto de la raza humana caída. Él fue todo lo que no fue Adán.
Debido a que Jesús es el Hijo de Dios, sólo Él puede ofrecer salvación. Debido a que Jesús es quien dice ser, Él hizo lo que dijo que haría. Esto hace una gran diferencia entre el cristianismo y las demás religiones o sistemas de adoración.
Otros pueden prometer vida eterna, pero Jesús realmente puede darla. Muchas religiones ofrecen sistemas de conducta moral, y unas cuantas ofrecen una recompensa eterna. Todos los sistemas de creencia hechos por el hombre pueden sólo ofrecer lo que los hombres pueden imaginar o concebir. Jesús ofrece lo que los hombres ni siquiera pueden aspirar. Jesús ofrece vida eterna, una vida más allá de la muerte. Para que estas afirmaciones sean seguras, Jesús vino de los pasillos de la eternidad al tiempo y al espacio; y cuando murió, resucitó para demostrar públicamente que había conquistado la muerte. Confíe en Él y su alma podrá salvarse y su futuro estará seguro.

PARA DISCUSION

1. ¿Cuán importante es la doctrina de la deidad de Cristo?
2. ¿Por qué cree usted que es importante?
3. ¿Por qué cree usted que todos los cultos niegan la deidad de Cristo?
4. Discuta lo que puede o no hacer que usted sea un hijo de Dios, y por qué (Juan 1:12, 13).

 

Devocionales Diarios

D —Creador y Sustenador, Colosenses 1:15-17.
L —En el principio, Génesis 1:1, 2.
M —Las obras de sus manos, Hebreos 1:10-12.
M — Él Verbo de Vida, 1 Juan 1:1, 2.
J — El Verbo es Dios, Juan 10:30-33.
V — El misterio de la piedad, 1 Timoteo 3:16.
S — Hijos de Dios, 1 Juan 3:1-3.


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