Jesús: El Hijo De Dios

SERIE: ¿QUIEN ES JESUS?

Él es el Hijo de Dios
Texto: Juan 3:1-36

Versículo clave:
“El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”.
Juan 3:18

Jesús es el único Hijo engendrado por Dios. Nosotros podemos convertirnos en hijos de Dios y evitar la condenación arrepintiéndonos del pecado y confiando sólo en Cristo para salvación.

UN VISTAZO PRELIMINAR

En esta lección se nos introduce a una persona importante e incluso a un concepto más importante. La persona es Nicodemo y el concepto es el nuevo nacimiento. Es bastante posible que Nicodemo haya sido uno de los testigos de los milagros que Jesús realizó en Jerusalén como se relata en Juan 2:23-25.
Nicodemo era un fariseo y un gobernante de los judíos. Era uno de los principales defensores de una ridícula y estricta interpretación de la ley de Moisés. Eran pocos en número, nunca más de unos seis mil, y eran realmente fanáticos religiosos. Los fariseos tomaban sus votos con seriedad y hacían interpretaciones de la ley que eran tan estrictas que literalmente no podían guardar una sin quebrantar la otra.
Es sorprendente que un fariseo fuera a Jesús porque estos hombres se autoconsideraban como superiores a todos los demás, menos a Dios mismo. Como lo declaró Nicodemo, era obvio que nadie podía hacer las cosas que Jesús hizo si Dios no estuviera con Él. Lo que Nicodemo no había visto ni entendido era que Dios no sólo estaba con Jesús; Jesús era Dios. Aquí hay una gran línea divisoria. Muchos aceptarían que Jesús era un hombre que tenía una relación especial con Dios pero no admitirían que Jesús era Dios vestido en la carne. Esa es una diferencia vital (1 Jn. 4:1-3).
Nicodemo necesitaba lo que todo pecador perdido necesita. Él necesitaba nacer de nuevo. Jesús, en amor y misericordia, le explicó a fondo este concepto.

UNA MIRADA MÁS CERCANA

I. La respuesta a Nicodemo
Juan 3:3-10

1. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
2. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
3. Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
4. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
7. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.
8. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
9. Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto?
10. Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?

Jesús se abrió camino a través del fingimiento de Nicodemo. Antes que Nicodemo pudiera hacer una pregunta o hacer una objeción, Jesús llegó al meollo del asunto diciéndole a Nicodemo lo que estaba en su corazón. Jesús comenzó usando una fórmula para centrar la atención: “De cierto, de cierto” (versículo 5). Doquiera Jesús usaba esta frase estaba a punto de presentar alguna verdad de cambio de vida fundamental para nuestra relación con Dios. Seremos sabios en poner atención cuando veamos estas palabras.
Jesús no introdujo un nuevo concepto aquí. Aunque los términos eran nuevos, la idea era tan antigua como la humanidad. Jesús esperaba que cualquier maestro en Israel conociera este concepto; pero Jesús no usó un lenguaje nuevo para expresar una verdad antigua. El término para nuevo es anothen, el cual tiene tres significados. Significa “hacer algo otra vez o hacerlo por segunda vez; también significa tener un comienzo radical, o un nuevo comienzo total; y puede significar también algo que llega desde arriba, o de parte de Dios”. El término se usa en otras partes de la Biblia para referirse a nuestra experiencia de salvación.
Nicodemo parecía tener una pregunta sobre el reino de Dios, así que Jesús contestó su pregunta no dicha diciendo que a menos que naciera de nuevo, no vería el reino de Dios. Estar en el reino de Dios significa pertenecerle; ser parte de su gobierno, tener a Dios reinando sobre usted. Más adelante Pablo habló de ser cambiado del reino de tinieblas, gobernado por el dios de este mundo, al reino del Hijo de su amor (Col. 1:13). Jesús se estaba refiriendo a una transferencia de ciudadanía, una partida radical de lo que una vez fuimos. Esto debe haber atravesado como una espada el corazón de este hombre quien se consideraba auto-justo.
Nicodemo estaba pensando en lo físico y no en lo espiritual, así que hizo una pregunta lógica. ¿Cómo puede uno atravesar el proceso de nacimiento por segunda vez? Aquí hay una respuesta clásica al evangelio. El hombre perdido quiere hacer algo físico para alcanzar un resultado espiritual. Literalmente, nada de lo que hagamos con nuestros cuerpos físicos, sin importar cuan grande o pequeño sea, salvará nuestras almas.
Jesús repitió, usando la misma fórmula para atraer la atención y ampliar su comentario anterior. Ahora, le dijo a Nicodemo que un hombre debía nacer tanto física como espiritualmente para ser parte del reino de Dios. Jesús estaba expresando un concepto que no debería de sorprendernos. Así como nuestros cuerpos físicos tienen necesidades, así también nuestras almas. No era una necesidad física, sino una necesidad espiritual la que trajo a Nicodemo a Jesús esa noche. Nicodemo debía ser lo suficientemente honesto para reconocer esto.
Jesús ilustró la obra del Espíritu refiriéndose al viento. Nosotros sentimos el viento y a menudo vemos sus efectos, pero no lo vemos venir y no sabemos hacia donde va una vez que nos deja. Ese viento santo había soplado sobre el corazón de Nicodemo y
Jesús estaba tratando que él reconociera lo que estaba sucediendo.
Nicodemo debe haber sabido esto. Como maestro en Israel, debe haber sabido tanto sobre el Espíritu Santo como lo sabía en cuanto a la carne. Nicodemo era un experto en los detalles raros y diminutos de la ley, pero había descuidado su propia alma.

II. Vida eterna
Juan 3:14-17

14. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,
15. para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
16. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
17. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

Para demostrarnos que el Antiguo Testamento enseñó el nuevo nacimiento, Jesús apeló a un incidente que tuvo lugar durante el viaje al desierto. Esto se relata en Números 21:4-9. Conforme viajaban a través del desierto, los israelitas se desanimaron y comenzaron a hablar contra Dios y contra Moisés. Acusaron a Dios de sacarlos de Egipto para matarlos en el desierto. Dios envió serpientes temibles entre el pueblo y mordían a la gente. Después que murieron muchas personas de las picaduras de serpientes, el pueblo apeló a Moisés por ayuda. Confesaron su pecado y pidieron ayuda. Moisés oró y Dios le dijo que hiciera una serpiente de bronce y la pusiera en un poste. Todo el que la viera no moriría. Moisés lo hizo así y aquellos que eran picados veían la serpiente y vivían.
Ésta era una gran ilustración o cuadro de salvación que Nicodemo debe haber entendido. Todos los hombres son pecadores; habían sido picados por la serpiente; pero Dios había provisto un Salvador. Aquellos que lo miren y crean en Él serán salvos. Jesús sería levantado en la cruz y aquellos que creyeran en Él no perecerían sino que tendrían vida eterna. Aquellos que vieran la serpiente en el desierto tendrían su vida restaurada; pero los que creyeran en Jesús tendrían una vida espiritual eterna.
Este es una simple descripción y Jesús usa palabras claras aquí. Lamentablemente, parece que algunos no pudieron captar el sencillo concepto de que la vida eterna es eterna. Nunca termina y jamás nos deja. Una vez que la tenemos, la tenemos para siempre. Un alma que tiene vida eterna jamás morirá.
Para ampliar este pensamiento Jesús dio las maravillosas palabras del versículo 16. Estas palabras han sido unas de las más memorizadas y queridas de la Biblia; pero Jesús las dijo en un contexto, y nosotros debemos entenderlas en la forma que Él las dio. Este versículo comienza con Porque. Esto quiere decir que es una razón para los pensamientos que van antes. En el versículo 16 aprendemos por qué el versículo 15 es cierto. Dios instruyó a Moisés que hiciera una serpiente de bronce para sanar los cuerpos de los israelitas pecadores. Él también envió a su único Hijo a morir por los pecados espirituales de los perdidos. Aquí está la gran diferencia. Jesús no era un hombre enviado de parte de Dios; Él era Dios, el Hijo de Dios, enviado al mundo a morir por los pecados de la raza humana y para ofrecer vida eterna. Una vez más, la vida eterna es eterna. No tiene límite de tiempo. Estará ahí para siempre.
Jesús no vino para condenar al mundo. Eso ya estaba hecho. El mundo había sido condenado desde que Adán pecó, y las almas de los hombres perdidos también. Jesús vino para salvar a los que sencillamente lo miraran y fueran salvos.

III. Condenación
Juan 3:18-21

18. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
19. Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
20. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.
21. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea mani-fiesto que sus obras son hechas en Dios.

Jesús amplió y simplificó esto para que todos pudieran entender el proceso de salvación. Aquellos que creen en Jesús no están condenados. Aquellos que no creen ya han sido condenados. Su incredulidad es testimonio de la condición espiritual de sus almas.
Una vez más aquí está la prueba. Esto vuelve a la declaración inicial de Nicodemo. Observando a Jesús desde un punto de vista estrictamente físico, parecía ser un maestro que provenía de Dios. Cuando usted realmente entendió quién era Jesús y qué estaba haciendo, entonces vio claro que Jesús era mucho más que eso. Jesús era Dios mismo viviendo al mundo. Los hombres decidieron no creer que Él era quien decía ser. Amaron más las tinieblas y por lo tanto optaron por rechazar la Luz del amor de Dios. Optaron por persistir en sus malas obras en vez de permitir que Dios cambiara sus corazones. Los hombres malos que oyeron a Jesús predicar comprendieron que si creían en Él serían cambiados y no querían ese cambio. La falta de evidencia de arrepentimiento es la razón por la cual Juan se negó a bautizar a los fariseos que llegaron a él. Ellos no tenían evidencia alguna de arrepentimiento en sus vidas.
El principio es sencillo. Cuando las obras malas de las tinieblas son traídas a la luz de la Palabra de Dios, se exponen, y los corazones que son malos son condenados por sus pecados. En este punto tenemos una opción. Podemos optar por aceptar a Jesús como nuestro Salvador o podemos optar por persistir en nuestras malas obras. Aquellos que están dispuestos a cambiar y están buscando honestamente la verdad pueden llegar a Dios abiertamente y sólo ser lo que son. Dios puede ayudarles, y lo hará. Con la honestidad espiritual se pueden salvar las almas y las vidas pueden realmente ser cambiadas; pero entre tanto nos engañemos diciéndonos a nosotros mismos las antiguas mentiras, jamás cambiaremos ni seremos cambiados.

UNA PALABRA FINAL

En este intercambio vemos que Jesús fue al origen del problema de Nicodemo y contestó sus preguntas. Lo único que impide que la mayoría de personas nazcan de nuevo es que no quieren admitir su necesidad. No quieren admitir que hay algo básicamente malo con ellos; todavía se aferran a la idea de que hay algo
bueno en ellos que Dios debe aceptar; y que si hacen más bien que mal, Él debe permitirles ir al cielo. No hay un concepto teológico más dañino que esta idea.
Esta idea es falsa. El arrepentimiento es absolutamente necesario para nuestra salvación. Nosotros tenemos que saber que a pesar de nuestros mejores esfuerzos, jamás podemos cumplir la ley de Dios. Simplemente no podemos hacerlo. Todo ser humano necesita desesperadamente un Salvador. Eso es lo que Jesús le enseñó a Nicodemo.
Cuando un hombre, una mujer, un niño o una niña admiten que tienen necesidad de ayuda y vienen a Jesús, el Espíritu Santo hace lo que ningún hombre puede hacer: Él le da su propia vida a ese individuo. El nacimiento es básicamente una transferencia de vida. Cuando un hombre y una mujer tienen un hijo, le han transferido a ese niño la vida que está en ellos. Esto es lo que Dios quiere para cada individuo y está disponible a través de nuestra fe personal en Jesucristo.

PARA DISCUSION

1. Debido a que Nicodemo, un líder religioso, no entendió el nuevo nacimiento, ¿debe extrañarnos que personas religiosas todavía no puedan comprender el camino del nuevo nacimiento?
2. Discuta el significado de todo aquel en Juan 3:15 y 16. ¿A quién incluye? ¿A quién excluye?
3. Si Jesús murió por los pecados del mundo entero, ¿qué puede hacer su clase para ayudar al mundo a conocer sobre Él? ¿Conoce a alguien que esté buscando guiar a personas a Cristo en otras partes del mundo?
4. ¿Hará su clase una oración especial por las personas aún no alcanzadas en el mundo? Pídale a alguien que ore por esos misioneros que usted sabe que están tratando de alcanzar con el evangelio a los perdidos.

 

Devocionales Diarios

D —El único Hijo—Nuestro único Salvador, 1 Juan 4:9, 10.
L — Bendiciones del nuevo nacimiento, 1 Pedro 1:3-5.
M — Vencedores recién nacidos, 1 Juan 5:4, 5.
M — ¡Miren y vivirán!, Números 21:7-9.
J — ¿Qué debo hacer para ser salvo? Hechos 16:30, 31.
V — Justificados por fe, Romanos 5:1, 2.
S — Ninguna condenación hay en Cristo, Romanos 8:1, 2


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