Jesús: El Mesías

SERIE: ¿QUIEN ES JESUS?

Él es el Mesías
Texto: Juan 4:1-54

Versículo clave: “Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo”.
Juan 4:25, 26

Jesús vino como el Mesías sufriente de Dios, pero volverá como el Mesías reinante de Dios. A pesar de la raza, la nacionalidad o el idioma—todas las personas necesitan el evangelio salvador.

UN VISTAZO PRELIMINAR

Jesús se fue de Jerusalén y se dirigió de vuelta a Galilea. Había varias rutas que pudo haber tomado, pero la más corta era atravesando Samaria. Mientras estaba en la tierra en forma humana, Jesús estaba presionado por el tiempo como lo somos nosotros, así que tuvo que tomar el camino más rápido a Galilea. Esto lo llevó a través de Samaria, un tipo de territorio enemigo para los judíos de ese día.
Los samaritanos eran una raza mezclada de personas que tomaron este territorio después de la invasión Asiria y la cautividad de Babilonia. Ellos habían establecido su propia religión y construido su propio templo en el Monte Gerizim. Ellos aceptaban sólo los cinco libros de Moisés y habían integrado muchas costumbres paganas en su adoración. Se les habían opuesto a los judíos en los días de Nehemías, y la mayoría de los judíos los evitaban en gran manera.
Jesús cortó las barreras del prejuicio, tanto contemp
lando la raza como el género. No sólo los judíos no trataban con los samaritanos, los hombres no les hablaban a las mujeres. Lamentablemente, muchas de estas situaciones prejuiciosas todavía existen hoy día.
Jesús y sus discípulos llegaron al pozo de Jacob alrededor de las 6:00 p.m. de la tarde. El pozo estaba a una media milla del pueblo. Los discípulos fueron al pueblo para comprar comida. Jesús se quedó en el pozo, y mientras esperaba, una mujer del pueblo llegó para sacar agua. Jesús estaba cansado, hambriento y sediento. Él era humano en todo sentido, pero también estaba buscando las almas de los hombres y las mujeres perdidas.Él trato con esta mujer pecadora de manera amable, y ella respondió en fe. Como siempre lo hacía, Jesús usó lo que estaba a mano como una oportunidad para predicar y enseñar.

UNA MIRADA MÁS CERCANA

I. El regalo desconocido de Dios
Juan 4:9-15

9. La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.
10. Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.
11. La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?
12. ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?
13. Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
14. mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
15. La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.

Cuando la mujer llegó al pozo, Jesús comenzó la conversación pidiéndole agua. La mujer se asustó ante la petición. Puede que por su vestimenta o idioma ella sabía que Jesús era judío y que los judíos no trataban con los samaritanos. ¿Por qué querría un judío agua de una vasija usada por samaritanos? Esta fue su
pregunta. Tal como en el intercambio con Nicodemo, la mujer estaba pensando sobre lo físico y Jesús estaba hablando sobre cosas espirituales.
Jesús rápidamente giró la conversación hacia la verdadera necesidad de la mujer. Ella no conocía el regalo de Dios y no sabía quién era Jesús. Probablemente no sabía que estaba perdida. Aparte de lo que necesitaba físicamente, incluyendo agua, ella necesitaba aún más el agua de vida eterna. Si ella hubiera sabido quién era Jesús le hubiera pedido la salvación. Jesús le hubiera dado el agua de vida y su alma hubiera podido salvarse de inmediato.
Pero la mujer todavía estaba pensando en las cosas físicas. Ella comentó que Jesús no tenía un recipiente para sacar agua del pozo y que el pozo era profundo. Este pozo probablemente tenía unos sesenta pies de profundidad en este momento, y ella estaba señalando que Jesús no tenía nada que ofrecerle; más bien, le pareció que ella tenía lo que Jesús necesitaba. Qué errados podemos estar cuando vemos sólo lo físico e ignoramos el lado espiritual de la vida. Dios siempre busca bendecirnos, no sacarnos.
Parecía que ella se estaba frustrando mientras hablaba. Jesús no dijo que Él fuera mayor que Jacob, aunque lo era. Él le dijo que le podía ofrecer el agua de vida. Ella le recordó de su linaje mutuo y le sugirió que recordara quién era y quién había cavado este pozo desde el inicio.
Jesús no se desvió en una discusión sobre la grandeza de Jacob. Más bien, una vez más volvió los pensamientos de ella hacia el lado espiritual de la vida. No importa cuáles bendiciones físicas disfrutemos, terminarán. No importa cuán dulce sea el agua, nuestra sed física terminará. Pero el agua de vida llena eternamente. Cuando somos salvos, el Espíritu Santo mora en nuestros corazones, y jamás necesitaremos volvernos a salvar. Esa bendición espiritual será como un pozo de agua brotando una y otra vez a vida eterna. Así como Jesús le prometió vida eterna a Nicodemo, ahora se la ofrece a esta mujer.
No obstante, ella todavía no la entendía. Aún pensaba sobre la parte física de la vida. Ella estaba pensando en la pesadez del trabajo diario de cargar el agua media milla todos los días. Ella quería que su sed física fuera satisfecha y que terminara su carga diaria.
Jesús comprendió que debía acercarse de otra forma, así que cambió el tema.

II. El profeta
Juan 4:16-19

16. Jesús le dijo:Ve, llama a tu marido, y ven acá.
17. Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
18. porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
19. Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.

El problema aquí era el mismo que con Nicodemo. Esta mujer no sabía quién era Jesús. Nicodemo pensó que Jesús era un maestro enviado por Dios. Esta mujer pensaba que Jesús era un viajero judío hablando sobre cómo sacar agua del pozo. Jesús le demostró quién era y lo que podía hacer.
Jesús le pidió que llamara a su marido para que se les uniera. La mujer contestó que no tenía marido. Esto era parcialmente cierto. Aquí vemos otra respuesta de la carne al convencimiento de pecado. Primero, ella se negó a pensar sobre cosas espirituales optando por centrarse en el agua física. Ahora ella dice una verdad parcial. Alguien ha dicho bien que una media verdad es toda una mentira. Observe que ésta era la oración más corta que ella había hecho en esta conversación. La simple verdad de la petición de Jesús tuvo un efecto que puso a pensar a esta mujer.
Jesús señaló que esta mujer había estado casada cinco veces y estaba viviendo con un hombre que no era su marido. Esto suena como una situación moderna, ¿no? Aquí hay una mujer que estaba buscando algo que ella no había encontrado. Aquí estaba una mujer enamorada con enamorarse. Cinco veces con cinco hombres distintos había iniciado una vida y cinco veces había fracasado. Ahora ella había resuelto hacer lo que quería sin comprometerse. Esto suena como las vidas de muchas personas modernas. Lo que Jesús sabía de esta mujer era que el amor y la lujuria jamás podrían satisfacer la necesidad verdadera en su alma. Jesús no estaba burlándose de ella. Él estaba reconociendo la verdad de lo que ella dijo. Él no había conocido a esta mujer antes, pero sabía sobre ella. Él sabía sobre sus cinco maridos y que estaba viviendo una vida inmoral. Jesús no
estaba tratando de condenarla sino de ayudarla a enfrentar el problema real en su vida.
La Biblia nos enseña que hay dos pasos para la salvación: el arrepentimiento y la confianza (creer). El arrepentimiento es una decisión humana; la confianza y la salvación posterior requieren intervención divina. Hasta que admitamos nuestra necesidad, no hay forma de liberar el poder que tiene Dios para salvar nuestras almas. Jesús sabía que esta mujer debía venir al lugar de arrepentimiento para que Él pudiera proceder a tratar con su vida pecaminosa.
Enfrentada con el hecho claro de que Jesús tenía información que normalmente un judío que viajara por Samaria no sabía, la mujer declaró lo que percibía. Ella percibió que Jesús era un profeta. Todavía estaba luchando con la identidad de Jesús. Primero creyó que era un judío, viajando por su país; un extranjero fuera de lugar hablando con una mujer samaritana. Ahora ella percibió que Él era un profeta. En sí mismo no era malo, así como el afirmar que ella no tenía marido no era una mentira total. Pero ambas declaraciones revelan una renuencia a enfrentar la verdad.
Una mujer que había estado casada cinco veces no estaba siendo franca al decir que no tenía marido. Y una mujer quien decidió que Jesús era un profeta se detuvo antes de declarar toda la verdad.

III. El Mesías
Juan 4:20-26

20. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.
21. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.
22. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.
23. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
24. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
25. Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas.
26. Jesús le dijo:Yo soy, el que habla contigo.

Ahora esta mujer introdujo la religión en la conversación. Evidentemente ella tenía bastante conocimiento sobre los asuntos religiosos. Ella sabía sobre el conflicto entre el templo del Monte Gerizim y el templo en Jerusalén en cuanto a la adoración. Para ella esto parecía ser un conflicto no resuelto. Ella estaba cambiando el tema en un intento por evadir el convencimiento.
Jesús atravesó la teología y le dijo que la verdadera adoración era un asunto del espíritu y de la verdad y no de geografía. La adoración no debe hacerse en ignorancia. Hay que estar informado y basarse en la verdad.
Hay un concepto vital y eterno expresado en el versículo 24. Adoración tiene muchos significados para distintas personas. Para unos significa emoción. Para otros significa ritual. Para otros significa tradición. Pero para Dios significa Espíritu y verdad. El Espíritu Santo ha prometido estar presente cuando dos
o tres se reúnan. La verdad está disponible doquiera abramos nuestras Biblias. Estos dos elementos deben ser el eje de cualquier adoración y de toda adoración. Si hacemos alguna otra cosa, tenemos que cuidarnos de hacerla como Dios lo indica.
La idea clave que Jesús dio aquí es que la salvación era de los judíos. Esta mujer conocía sobre el Mesías y sabía que sería un judío.
Ella también sabía que una de las características del Mesías sería que podría decir todas las cosas; tendría conocimiento completo de todas las situaciones. Ella debió haber reconocido esto en Jesús cuando le dijo acerca de su trasfondo personal y su situación actual.
Después Jesús claramente le dijo a esta mujer que Él era el Mesías. Este es un versículo importante porque Jesús estabaafirmando clara y definitivamente que Él es el Mesías. Aquellos que creen que Jesús era un simple mortal dotado de capacidades espirituales especiales debe leer esta simple declaración. Jesús era y es el Hijo prometido de Dios. Él era y es el Mesías de Israel y el Salvador de la raza humana.

UNA PALABRA FINAL

En este intercambio vemos a la mujer progresando hacia un conocimiento de quién era Jesús y qué estaba haciendo Jesús.
Ella comenzó a verlo como un extranjero; un extranjero amistoso que estaba haciendo una promesa extraordinaria. Él le estaba ofreciendo agua para que no tuviera sed jamás. Así como Nicodemo, ella confundió lo físico con lo espiritual y en el proceso no entendió el mensaje de Jesús.
Jesús reveló sus capacidades únicas. Nicodemo reconoció que Jesús era especial debido a los milagros que había hecho, esta mujer ahora sabía que Jesús tenía algo que otros no tenían. Ningún hombre ordinario podía haber sabido sobre sus matrimonios anteriores o sobre su compromiso actual de vida. Jesús sí, y ella declaró que era un profeta. Todavía tenía la impresión que Jesús era un ser humano. Aún no había llegado al puntodonde admitiría que Él era Dios en la carne.
Al final, cuando Jesús le contestó lo que ella consideraba como preguntas sin respuesta acerca de la adoración, ella sacó el tema del Mesías. Jesús clara e inequívocamente le declaróque Él era el Mesías. En este punto se dio un cambio de dirección en el encuentro. Ahora la mujer tenía una decisión que tomar. Tenía algo que debía creer o rechazar. Ella aceptó la verdad de las palabras de Jesús y se convirtió.
Éste es el proceso divino que todavía reta los corazones de los hombres hoy día. Nosotros tenemos que ser confrontados con nuestros pecados, arrepentirnos de nuestros pecados y poner nuestra fe en el Hijo eterno de Dios para que salve nuestras almas. Cuando lo hagamos, beberemos del pozo que jamás se seca y nunca volveremos a tener sed por la salvación de nuestras almas eternas. Jesús es exactamente quien dice ser. Él es el Mesías.

PARA DISCUSION

1. ¿Qué quiere el Señor que aprendamos de su ejemplo de interés por la samaritana marginada?
2. ¿Hay personas que podamos considerar marginadas hoy día? ¿Debemos tratar de alcanzarlas con el evangelio?
3. ¿Qué cree que quiere decir adorar a Dios en espíritu y en verdad?
4. ¿Qué efecto tiene sobre usted que Dios esté activamente buscando su adoración?

 

Devocionales Diarios

D —Cumpla la ley real, Santiago 2:1-9.
L —El testimonio de la mujer samaritana, Juan 4:27-30.
M —Campos listos para la siega, Juan 4:31-45.
M —Jesús sana al hijo de un oficial, Juan 4:46-54.
J —El Agua de Vida, Apocalipsis 22:17.
V —Agenda para el Mesías, Daniel 9:24-26.
S —Tú eres el Cristo, Mateo 16:13-20


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