Lectura: Salmo 95:1-7
Venid, adoremos y postrémonos. . . . –Salmo 95:6.
Algunas personas piensan que ir a un culto en la iglesia no es muy diferente de ir a un concierto musical. Hay similitudes: viajamos para llegar allí, nos reunimos con personas que tienen un interés común, nuestra atención está en el frente, y el techo es alto.
Pero hay muchas diferencias. Uno no tiene que comprar un boleto para ir a la iglesia. No se permite comer rositas de maíz. Y lo que es más importante, el propósito de la iglesia no es entretener.
Es ahí donde muchos creyentes se equivocan. Creen que las personas que están en la plataforma están actuando para beneficiarlos: para emocionarlos, cautivarlos y entretenerlos.
Se equivocan. Se equivocan completamente. La atención en la iglesia ha de centrarse en Dios. Allí vamos a adorarle.
John Phelan, hijo, escribió en la revista The Covenant Companion: «La adoración no está diseñada para agradarme, para hacerme sentir bien, ni para satisfacer mi criterio, mis normas o mis gustos. ¡La adoración es para Dios! Yo no debo ser el centro de la adoración. Dios ha de ser el centro.»
Nuestra lectura bíblica para hoy, el Salmo 95, nos apremia a ir delante del Señor con gozo, con acción de gracias y con reverencia. «Venid, adoremos» (v. 6).
La verdadera adoración da a Dios el escenario central.
NPD/--DCE