Instrucciones Acerca De La Oración

Texto: 1 Timoteo 2:1­15
Versículo clave: “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad”. 1 Timoteo2:1,2

Debemos comenzar a orar con mayor propósito, regularidad y fidelidad.

UN VISTAZO PRELIMINAR

En 1 Timoteo 3:15, Pablo nos dijo uno de los propósitos de esta carta. Él la escribió para que Timoteo pudiera conocer el comportamiento público apropiado, así como la adoración privada al Señor. La oración es una de las actividades más importantes pero descuidadas del cristiano. La oración a menudo es lo primero que dejamos de hacer cuando comenzamos a retroceder. Antes que dejemos de asistir a los servicios de la iglesia, dejaremos de orar. En Lucas 11:1, leemos que los discípulos de Jesús le pidieron que les enseñara a orar. Jesús hizo justo eso. En esta lección veremos algunas de las enseñanzas que Pablo le dio a Timoteo acerca de este tema.
Lo primero que tenemos que saber sobre la oración es que comienza con Dios, no con nosotros. Jesús vino a buscar y a salvar lo perdido. Antes que nosotros buscáramos a Dios, ya Él había enviado a su Hijo a buscarnos.
La oración jamás tiene que ver con influenciar a Dios o con recibir su lado bueno para que podamos ejercer nuestra voluntad en el cielo. La oración trata acerca de la voluntad de Dios hecha en la tierra.
Dios ha prometido contestar nuestras oraciones, pero sólo en la medida en que oremos dentro de su voluntad revelada para nuestras vidas. La oración no es un cheque espiritual en blanco que nos cederá cualquier cosa que deseemos. La oración trata de hacer que nuestros corazones tengan la actitud correcta para que aceptemos y apreciemos la voluntad de Dios tal como se revela en la Biblia.

UNA MIRADA MÁS CERCANA

I. La dirección de la oración
1 Timoteo 2:1­4

1. Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres;
2. por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.
3. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador,
4. el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.

Pablo mencionó varias clases de oración. La oración debe preceder cualquier otro tipo de adoración. Debe ser lo primero que hagamos todos los días y lo último que hagamos en la noche. La oración es la línea básica de comunicación que tenemos con el cielo. Cuando cortamos esa comunicación, no podemos esperar recibir bendiciones del cielo.
Las súplicas son peticiones específicas que traemos delante del trono de la gracia de Dios. Nosotros podemos hablar con Dios acerca de todo, literalmente todo lo que nos preocupa. La verdad es que Dios ya conoce lo que está en nuestros corazones, así que nunca debemos avergonzarnos de hablarle, sin importar cuál sea el tema. A menudo somos tentados a pensar que no debemos molestar a Dios con cosas pequeñas; pero surgen dos preguntas: ¿qué es grande para Dios y qué podríamos decir que moleste a Dios en algún momento? Para Dios todo lo que hay sobre la tierra es pequeño; por lo tanto, Él está interesado en todas las partes de nuestras vidas. Los cabellos de nuestras cabezas están contados y Dios conoce la cantidad. Él sabe cuando un gorrión cae en tierra, sin importar dónde suceda. Así que sí, Dios está interesado en aquello que le llamamos las pequeñas cosas de la vida.
Las oraciones se refieren a las peticiones más generales que podríamos hacer. Puede que oremos para que los perdidos se con-viertan sin decir ningún nombre específico. Esto también está bien con Dios. Por ejemplo, debemos orar por la pronta venida de Jesús a la tierra. La Biblia termina con una oración general como esa. Aunque no tengamos una petición específica que hacer o un nombre particular que decir en la oración, debemos orar porque la voluntad de Dios sea hecha en la tierra así como en el cielo. Lea lo que nosotros le llamamos la Oración Modelo (Mt. 6:913).
También debemos practicar la oración intercesora. A todo hijo de Dios se le ha dado el privilegio de orar por otros. Por supuesto que debemos orar por nuestras propias necesidades espirituales: jamás debemos olvidarnos de orar por otras personas que están en necesidad. A menudo usted se dará cuenta que su propia carga ha sido elevada conforme usted carga los problemas de un hermano más débil. Jamás ninguna situación está fuera del control de Dios. Nosotros siempre podemos orar por cualquier asunto, y jamás debemos olvidar sobrellevar unos las cargas de los otros, y de esa forma cumplir la ley de Cristo.
Es fácil decir sí cuando alguien nos pide que oremos por ellos, pero también es fácil seguir en lo nuestro y olvidarnos de nuestra obligación espiritual. Deje una parte de su tiempo de oración para orar por otros.
Quizás la clase de oración más rechazada es la de agradecimiento. Un hijo de Dios debe estar constantemente agradecido por todas las personas y por todo. Observe la enseñanza en 1 Tesalonicenses 5:18: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”. Nosotros debemos dar gracias por las cosas que nos gustan y debemos dar gracias por las cosas que no nos gustan. Debemos ser agradecidos por todo lo que sucede y por todas las personas en nuestras vidas. Esta es la voluntad de Dios para nosotros, y nos gozaremos en ella sin importar lo que sea. Esta es una enseñanza espiritual retadora, pero está en la Biblia y significa lo que dice.
Una dirección especial de nuestras vidas de oración debe ir dirigida hacia los líderes de nuestros gobiernos terrenales. Los gobiernos de esta tierra son ordenados por Dios (Ro. 13:1). Debemos recordar a los líderes de nuestra nación cuando oramos. Tristemente, la oración ha sido sacada de muchas funciones gubernamentales, pero jamás debemos dejarla fuera de nuestras iglesias. Puede que nuestro gobierno no ore por nosotros, pero nosotros sí oraremos por él.
La voluntad de Dios es sencilla y completa en este asunto. Él quiere que todos los hombres en todas las partes del mundo sean salvos y conozcan la verdad.

II. El propósito de la oración
1 Timoteo 2:5­8

5. Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,
6. el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.
7. Para esto yo fui constituido predicador y apóstol (digo verdad en Cristo, no miento), y maestro de los gentiles en fe y verdad.
8. Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levan­tando manos santas, sin ira ni contienda.

El propósito de la oración es revelarles la voluntad de Dios a los hombres. Recuerde que la oración no trata de que obtengamos lo que queramos de un Dios renuente. La oración trata sobre descubrir y aceptar su voluntad para nuestras vidas.
Cuando oramos no simplemente estamos hablando solos o teniendo un tipo de sesión psicológica de auto enriquecimiento. La oración se dirige a Dios y es posible por medio de Jesucristo. La simple verdad es que sólo hay un único Dios. Los hombres tienen muchos dioses imaginarios y todos carecen de poder para ayudarles de alguna manera. Hay un Dios que es real. Hay un Mediador entre Dios y los hombres. Este Mediador es Jesucristo. Su mano está extendida desde el cielo hacia la tierra. Él se interesa en usted y en mí, y nos oirá y contestará de acuerdo a la verdad de la Palabra de Dios.
La base de la habilidad de Jesús para contestar nuestras oraciones está en su sacrificio en la cruz. Él se dio a sí mismo en rescate por todos, y en tiempo efectivo esto será obvio para todos los que estén sobre la tierra. Nosotros debemos tomar esta verdad por fe. Cuando creemos en Jesús, Él se hace real para nosotros. Estamos en Él y Él está en nosotros. Cuando esto sucede, podemos orar en fe y podemos esperar que nuestras oraciones sean oídas y contestadas.
Pablo había sido llamado por Dios para ser apóstol, y él había sido enviado en una misión de predicar la verdad. Él era un apóstol, lo que quiere decir que fue enviado en una misión; y era un maestro. Él les enseñó a los gentiles en fe y en verdad.
La verdad que Pablo enseñó fue que nuestro acceso a Dios y nuestra capacidad para orar se basan en la obra sacrificial de Jesús y en su victoria sobre la muerte. Todo esto tuvo lugar en la cruz y en la resurrección. El poder de la oración no se basa en la vida de Jesús así de extraordinaria como fue. El poder de la oración está en el poder de la resurrección. Solamente Jesús tiene ese poder y Él lo usa para guiar a sus hijos y alcanzar la voluntad de Dios en la tierra.
Los hombres son instruidos a orar. Junto con las instrucciones para orar se enfatiza la postura espiritual de la oración. Ésta no es una postura física sino una espiritual. En la Biblia encontramos hombres orando, de pie con las manos extendidas (1 Re. 8:22); arrodillados (Dn. 6:10); de pie (Lc. 18:11); sentados (2 S. 7:18); con cabezas inclinadas (Gn. 24:26); con ojos levantados (Jn. 17:1) y postrados en tierra (Gn. 17:3). Lo importante no es la postura del cuerpo sino la postura del corazón.
Debemos tener manos santas. Esto sugiere una vida limpia. Nadie puede vivir por encima del pecado, pero la mayoría de nosotros podemos vivir con menos pecado que el que tenemos. Debemos orar sin ira. Al orar no debemos estar enojados. Si estamos enojados con nuestro hermano, debemos resolver las diferencias antes de comenzar a orar. Debemos orar sin dudar. No podemos orar de forma experimental para ver si funcionará. Lo que no es por fe es pecado (Ro. 14:23). Si oramos con nuestros pecados perdonados, sin ira y en fe, podemos esperar que Dios nos escuche y conteste.

III. Las personas de oración
1 Timoteo 2:9­15

9. Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos,
10. sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad.
11. La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción.
12. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio.
13. Porque Adán fue formado primero, después Eva;
14. y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión.
15. Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia.

Las mujeres deben orar al lado de los hombres. Aquí hay un contraste entre el atavío exterior y la verdadera belleza interior. Pablo no estaba enseñando que las mujeres no debieran adornarse; pero sí enseñó que su ornamento no debe ser un espectáculo llamativo ni costoso. Más bien debiera ser la riqueza y la belleza internas las que salgan de un espíritu saludable.
Modestia simplemente significa “decente y ordenada”. “Buenas obras” sugiere esa calidad interior de la conciencia que nos hace saber que hemos cruzado los límites de propiedad. Nada de esto estaba sugiriendo que una mujer debería verse, actuar y pensar como una criatura fea y repulsiva. La verdad es sencillamente lo opuesto. La belleza debe ser la belleza interior del alma, no la belleza perecedera exterior que el mundo admira.
Una de las cosas más atractivas que una mujer podría hacer es asumir su propio lugar en el esquema de cosas de Dios. Pablo dio dos razones para esto. La primera, la mujer fue creada de segunda, no de primera. La prioridad no infiere superioridad. Dios no hace acepción de personas. No todos son parecidos y nosotros no somos intercambiables. Cada uno de nosotros encontrará su felicidad acatando el plan de Dios para su vida, no luchando contra el plan. Aunque la mujer no fue creada de primero, fue engañada primero. Todo esto sencillamente nos indica que las mujeres se diferencian de los hombres, y no deben tratar de usurpar la autoridad de los hombres ni intentar intercambiarse con ellos.
Así como una mujer sabe cuándo se pasa de la raya en el vestido, también sabe cuándo está asumiendo la autoridad que no le pertenece. Ninguno de estos comportamientos le dará verdadera felicidad.

UNA PALABRA FINAL

La oración tiene mucho que ver con nuestra condición espiritual, y nuestra condición espiritual se refleja en nuestra conducta exterior. Es importante que no tratemos de revertir esto. La conducta exterior jamás cambiará nuestra condición espiritual; pero nuestro espíritu tiene un efecto en nuestra conducta. Si estamos en Cristo somos nuevas criaturas.
Un hombre que tiene problemas orando tiene un problema espiritual interior. Una vida de oración incorrecta es un síntoma de una dificultad más profunda. Cuando no podemos orar o no lo hacemos, algo ha interferido en nuestra relación con nuestro Padre Celestial. Y de igual manera si aprendemos a orar y aplicar lo que aprendemos, eso cambiará nuestras vidas para algo mejor. Un hombre de oración raramente es un hombre problemático, y casi nunca es un hombre que cause problemas.
Dios no limita nuestra vida de oración, pero nosotros sí. Nosotros limitamos cuánto oramos y limitamos la dirección que toman nuestras oraciones. Podemos fallar al no orar por nuestros hermanos y podemos fallar al no orar por nuestro país. Esto no cambiará cómo Dios los bendice a ellos, pero cambiará cómo Dios nos bendice. En cualquier transacción espiritual, el que recibe la mayoría es el individuo que la hace.
Nosotros debemos orar que todos los hombres en todas las partes del mundo lleguen al conocimiento de la verdad y se conviertan. Deberíamos ser la clase de personas que debemos ser cuando oramos. Los hombres deberían ser santos, o espiritualmente completos, no iracundos ni con incertidumbre; y las mujeres deberían ser modestas y tener el completo entendimiento y acuerdo con el papel que Dios les ha asignado. Cuando hacemos estas cosas, la oración viene a ser una experiencia maravillosa y hermosa.

PARA DISCUSIÓN

1. Según Salmos 66:18 ¿qué dificulta la oración? ¿Cuán a menudo sucede esto?
2. ¿Por qué deberíamos orar por nuestros líderes gubernamentales? (Vea 1 Timoteo 2:2)
3. Comente varios aspectos de la oración tales como la intercesión, la súplica y el agradecimiento.
4. ¿Cómo podemos aumentar y mejorar nuestra oración pública y privada?

Preparado por D. Robinson; COMITÉ BAUTISTA ESCUELA DOMINICAL de A.B.A.

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