Mensaje a Laodicea—La Iglesia Tibia

Texto: Apocalipsis 3:14-22

“Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.” Apocalipsis 3:15, 16

 Jesús desea que sus iglesias estén comprometidas con Él y celosas por la causa de su reino. Él quiere que estemos activos en medio de sus iglesias fervientes.

UNA PRIMERA MIRADA

Laodicea estaba localizada a unos ciento sesenta y un kilómetros (100 millas) al este de Éfeso. La ciudad era una de tres ciudades cercanas entres sí. Las otras dos eran Colosas y Hierapolis. Colosenses fue escrito a las iglesias de Colosas y un estudio de esta carta cederá información de fondo sobre las condiciones en la hermana iglesia de Laodicea. En Colosenses 4:16 Pablo específi camente instruyó que la carta a los colosenses también le fuera leída a Laodicea. Estas dos iglesias compartían la misma atmósfera espiritual.
Laodicea era un centro bancario y era reconocida por su riqueza. Era la más próspera de las siete ciudades de Apocalipsis. En Laodicea había muchas casas lujosas grandes, y algunas de ellas probablemente les pertenecían a cristianos.
En el área alrededor, una raza particular de ovejas negras era criada y la lana había dado el surgimiento a una industria creciente de prendas de vestir en Laodicea. La ciudad también era un centro médico que albergaba muchos médicos especializados en tratamientos de enfermedades oculares. Las tres características principales de la ciudad eran sus bancos, su industria de prendas de vestir y sus médicos. Tenga estas cosas en mente conforme estudiamos la carta porque nos darán perspectivas del lenguaje que usó nuestro Señor con esta iglesia.

UNA MIRADA MÁS CERCANA

I. El carácter de Cristo

Apocalipsis 3:14
14. Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fi el y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto.

La forma en que Jesús se presentó a sí mismo es significativa.
Esta es la manera en que Jesús quería que esta iglesia en particular lo viera. Él usó lenguaje poco usual para referirse a sí mismo como el Amén. Nosotros estamos familiarizados con esta palabra. La usamos para expresar nuestro acuerdo con una declaración o acción o para terminar una oración. Jesús usó esta palabra con frecuencia. Esta es la palabra traducida como desierto, desierto te digo. Indica que lo que se dice es extremadamente importante y digno de confi anza. Se usa para identifi car una verdad signifi cativa para nosotros. Es un tipo de fórmula para centrar la atención; una manera en que Jesús subrayó y enfatizó lo que Él estaba diciendo.
Jesús dijo que Él es la última palabra de verdad, y que cualquiera que vaya más allá de sus enseñanzas no nos está dando información nueva; más bien se está alejando de la verdad.
Jesús es el testigo fi el y verdadero. Él no sólo nos dice la verdad; nos dice toda la verdad. Jesús no tiene una agenda secreta, un plan escondido. Él les dice a sus iglesias toda la verdad, y quiere que nosotros entendamos que así lo hace.
La tercera frase conlleva la misma idea de Juan 1:3. Jesús es el principio de la creación. Jesús no es la única fuente del mundo físico que conocemos y vemos. Él es también el principio de la nueva creación que ya ha comenzado en los corazones de aquellos que confían en Él como su Salvador (2 Co. 5:7).
La iglesia de Laodicea específi camente necesitaba conocer la verdad. Esta iglesia debía saber que Jesús es la verdad, que Él es la verdad completa y que su salvación al final los llevaría a la nueva creación en todas las áreas de la vida. Esta iglesia había sido llevada a creer erróneamente que el mundo físico en que vivimos ahora era más importante que el mundo espiritual que vendrá pronto. A través de los años muchas iglesias han caído en esta trampa y han sido atrapadas en el engaño de las circunstancias presentes.

II. La condición de la iglesia

Apocalipsis 3:15-17
15. Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!
16. Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
17. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.

Una vez más aprendemos que Jesús nos conoce tal como somos.
No cabe duda alguna que la iglesia en Laodicea no pensaba de sí misma como Jesús lo hacía. Esta iglesia se consideraba como saludable y próspera, pero estaba sufriendo lo que alguien ha llamado “la leucemia de la falta de compromiso”. Su auto-imagen era buena, pero en realidad era mala. La iglesia en Sardis creía que estaba viva pero en realidad estaba muerta. Aquí había una iglesia que ni era fría ni era caliente.
La evaluación de Jesús decía que era una iglesia tibia. No cabe duda que los hombres la encontraron placentera. En Laodicea no había retos. No había problemas que demandaran gran atención.
No se hicieron pedidos inmediatos de fondos ni de obreros.
Exteriormente todo parecía ir bien. Sin embargo, Jesús vio a una iglesia bastante distinta.
Esta iglesia no era lo que Jesús quería que fuera. Su deseo se expresó claramente. Él quería que los miembros fueran fríos o fueran calientes. Había habido muchas interpretaciones extravagantes de estos dos extremos, y lo que sea que signifi que ser frío o caliente, los miembros no estaban en ningún extremo.
Eran tibios, y como tales, no eran agradables delante de Jesús. Los términos usados en el versículo 16 realmente sugieren náuseas que producen vómito. De hecho es un panorama sorprendente y asombroso.
Lo que sea que Laodicea tuviera, los miembros pensaban que tenían sufi ciente. Se auto-consideraban ricos, bendecidos, con aumento de bienes y sin necesidad alguna. Hay un gran peligro espiritual en igualar nuestras circunstancias físicas con las bendiciones del Señor. Dios de hecho puede bendecirnos en nuestros caminos físicos, pero nosotros no debemos confundir prosperidad física con bienestar espiritual. Nosotros no conocemos las condiciones precisas de los miembros pero sí conocemos sus actitudes hacia las condiciones que tenían. Los miembros eran complacientes y estaban satisfechos y no les importaba cuáles fueran las circunstancias actuales, sus actitudes estaban equivocadas.
En realidad, ésta era una iglesia miserable, pobre, ciega y desnuda. Esto es distinto a la auto-imagen que la iglesia se tenía. Una buena auto-imagen fácilmente puede conciliar un alma miserable. Nosotros tenemos que tener cuidado de este fatal error en nuestra forma de pensar.
Esta condición es producto de una iglesia que comienza a creer que existe para benefi cio de sus miembros. Cuando pensamos que somos dueños de nuestra iglesia y que su propósito primordial es suplir nuestras necesidades, entonces esa iglesia se convierte en un club espiritual social operando en benefi cio de sus miembros.
Toda iglesia verdadera le pertenece a Jesús. Una iglesia existe para darle honra y honor a Jesús, no para agradarle a sus miembros. Esto fue lo que olvidó la iglesia de Laodicea. Qué diferencia más triste e importante se da aquí entre el tú eres y tú dices.
Las iglesias de Jesús deben ser luz y sal—una luz visible y una sal verdaderamente salada (Mt. 5:13-16). A las iglesias se les encarga la labor de entender el programa de Dios y predicar y enseñar ese programa a todos los hombres alrededor del mundo.
Debemos proclamar lo que Dios está haciendo y declarar las buenas nuevas que ha venido un Salvador quien nos salvará de nuestros pecados. Juzgados por ese parámetro, Laodicea estaba desnuda, y era pobre, miserable y ciega.

III. El consejo de Cristo

Apocalipsis 3:18, 19
18. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refi nado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.
19. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.

La clave enseñada aquí se expresa en las palabras: “que de mí compres”. Los grandes banqueros en Laodicea sabían sobre la compra y la venta. La idea es que Jesús siempre tiene lo que toda iglesia necesita. Es bonito tener bendiciones físicas. Éstas no son malas, pero no es lo que realmente necesita una iglesia verdadera. Lo que necesitamos es lo que Jesús

describe aquí como oro, vestiduras blancas y colirio. Él solo tiene estas cosas.
No importa qué más tengamos o no tengamos, lo que realmente necesitamos sólo puede obtenerse de Jesús.
El oro probado en el fuego se nos defi ne en 1 Pedro 1:7. Ésta es nuestra fe en Dios, fe en su Palabra y en su único Hijo. Conforme vamos viendo a Jesús, nuestra fe se mezcla y es llamada a actuar.
Cuando vemos cómo la Biblia explica la vida y nos ayuda a vivir todos los días, un sentido de confi anza en Jesús se despierta en nuestros corazones. Si confi amos en nuestras propias habilidades y recursos, no estamos reposando sobre la habilidad y el recurso de Jesús.
Los miembros de esta iglesia necesitaban vestiduras blancas.
Todos estamos desnudos delante de Dios. Desde que Adán pecó todos los seres humanos han tenido algo que quieren ocultar de los demás. Para nosotros la vestimenta logra esto físicamente, pero también necesitamos vestiduras blancas que vistan nuestras almas. Isaías declaró que nuestra justicia es como trapos de inmundicia, pero la justicia de Cristo nos viste de blanco y nos hace limpios. Las vestiduras blancas signifi can que alguien ha sido lavado en la sangre del Cordero de Dios. Los miembros tenían que volver a entender que lo principal en sus vidas era la salvación de sus pecados, la cual es el regalo eterno a través de Jesucristo su Señor.
Ellos necesitaban colirio. Esta ciudad era famosa por su tratamiento ocular físico y padecimientos del oído. Jesús dijo que ellos también necesitaban el tratamiento espiritual. Ésta es la interacción del Espíritu Santo con nuestras almas la cual nos permite vernos a nosotros mismos tal cual somos. Nosotros vemos nuestras circunstancias y nos vemos a nosotros mismos a través de los sencillos ojos de la carne. Sólo en la medida en que permitimos que el Espíritu nos guíe y nos enseñe, podemos tener un cuadro preciso de nuestras vidas como realmente son delante de Dios. El Espíritu Santo abre nuestros ojos, nuestros oídos y nuestros corazones a la voluntad y el camino de Dios.
Él es el Espíritu de Verdad y Él nos guiará a toda verdad si le permitimos entrar a nuestras vidas y tenemos compañerismo con Él.
La iglesia en Laodicea se había desviado de la verdad, pero había un camino de regreso y éste había sido claramente señalado por un Señor amoroso. Jesús había reprendido a esta iglesia, pero no en enojo, sino en amor.

IV. La conclusión de las cartas

Apocalipsis 3:20-22
20. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
21. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.
22. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

Ésta es la conclusión a esta carta y a las siete iglesias como un todo. En el versículo 20 encontramos uno de los pasajes en la Biblia que nos dice cómo ser salvos y cómo tener una relación más cercana con Jesús. El plan se da en tres pasos.
Primero, usted debe comprender que algo está mal, que Jesús está afuera de su vida y que Él no está dentro de su corazón. Esto sucede cuando ve honestamente alrededor y ve que a su vida le falta algo importante. Para una persona perdida lo que le falta es la certeza que él o ella irán al cielo después de morir. Para el creyente reincidente le falta comprender

que las cosas ya no van a ser como lo fueron una vez entre él y Jesús. Cuando nos sentimos vacíos y molestos por nuestras situaciones en la vida, ésta es la mano de Jesús tocando a la puerta de su corazón.
El segundo paso importante es que tenemos que abrirle la puerta a Jesús. Él jamás forzará su camino a nuestros corazones.
Él se nos ofrece a sí mismo, pero no entrará a nuestros corazones contra nuestra voluntad. Nosotros debemos abrir la puerta e invitarle a entrar. Él será nuestro Salvador y Señor pero sólo bajo nuestro consentimiento.
El tercer paso es igualmente claro. Él entrará. Él promete que lo hará, y la promesa es segura. Puede que usted sienta algo, o no sienta nada cuando esto suceda, pero usted puede depender de la Palabra de Dios que sucederá. Si usted abre la puerta, Jesús entrará. Jesús hará más que sólo entrar. Él vendrá a ser una parte funcional vital en su vida. Él estará con usted cuando coma, duerma y ande por ahí. Él vendrá a ser una parte inseparable de su vida. Él jamás lo abandonará.
También hay una promesa aquí para quienes superen los obstáculos y las difi cultades de la vida cristiana. Se les dará el privilegio de sentarse con Jesús en el trono del juicio durante el reinado milenial. Ésta es una promesa mencionada en Mateo 19:28-30. Conforme lee estas hermosas promesas, compárelas con cualquier situación de prosperidad que podamos disfrutar aquí en la tierra. La riqueza y la grandeza de la iglesia de Laodicea eran lamentables comparadas con la gloria que falta por ser revelada en la venida de nuestro Señor.
Por última vez en estas cartas, escuchamos la reprensión de que debemos despertar nuestro entendimiento, poner nuestras mentes en neutro y verdaderamente poner atención a las cosas que Jesús estaba diciéndoles a sus iglesias. Dios nos ha dado el aparato para oír y entender. Él ha puesto en marcha el principio que la fe viene por el oír y el oír por la Palabra de Dios. Ahora, depende de nosotros que usemos lo que Dios nos ha dado para guiar nuestras acciones y darle forma a nuestra fe y práctica.

UNA PALABRA FINAL

Viendo hacia atrás a las siete iglesias en estas cartas, debemos comprender cuan prácticas y aplicables realmente son estas cartas. La iglesia en la cual usted está adorando ahora mismo es como una de estas siete iglesias. Así es porque la gente que es miembro ahí es como la descrita en estas cartas. No hay moralidad corporativa, y no hay sabiduría corporativa. Una iglesia no es los edifi cios ni los atributos; es la gente. Su iglesia no es más espiritual que la gente que la compone. No es más sabia, ni más sumisa a su voluntad ni está más cerca del Señor que usted y yo. En la medida que usted tome en consideración estas cartas, verá su propia alma refl ejada en estas palabras penetrantes.
Tome personalmente las amonestaciones e invitaciones dadas aquí. Vea honestamente su propia alma, y por la gracia de Dios y ante la invitación del Espíritu de Dios haga las correcciones espirituales necesarias para que Jesús pueda poner delante de usted la puerta abierta de servicio y la bendición maravillosa de la recompensa eterna.

PARA DISCUSIÓN

1. ¿Es posible que las iglesias estén tan engañadas hoy día como lo estaba la iglesia de Laodicea en aquel entonces?
2. ¿Cree usted que la riqueza y los estilos de vida cómodos contribuyan a la apatía en el trabajo en la iglesia? ¿Por qué?
3. ¿Cuál fue la solución de Jesús a la tibieza lamentable? ¿Qué puede usted hacer al respecto hoy?
4. En Apocalipsis 3:20, se describe a Jesús fuera de la puerta de la iglesia, tocando para entrar. ¿Es posible que hoy día Jesús haya sido dejado fuera de las iglesias que le pertenecen?
¿Por qué sí o por qué no?

Devocionales diarios
D. — Escogeos hoy a quien sirváis, Josué 24:15-24.
L. — Él comenzó la creación, Colosenses 1:15-19.
M. — El amor se enfría, Mateo 24:12.
M. — Claves para un verdadero discipulado, Lucas 14:27-33.
J. — Un sacrifi cio vivo, Romanos 12:1, 2.
V. — Mejor ser rico para con Dios, Lucas 12:15-21.
S. — Su pobreza trae riquezas, 2 Corintios 8:9.


1 Reply to “Mensaje a Laodicea—La Iglesia Tibia”

  1. SABES QUE? , HACI COMO HICISTE LA TABLA DEL SENOR, DEVERIAS HACER LO DEMAS PERO DESDE UN PUNTO DE VISTA MAS CLARO,, Y SE DICE QUE LOS 10 CUERNOS QUE HABLA EL APOCALIPSIS SON DIEZ NACIONES (LA UNION EUROPEA). Y DE ESAS DIEZ UN CUERNO SALE MAS ALTO Y SE DICE QUE ES EL VATICANO DE DONDE PROVIENE EL ANTICRISTO, BUENO CREO QUE ES HACI. PERO MEJOR ME ESPERO A LO QUE PONGAS AQUI Y HACI ME DOY CUENTA SI ESTOY BIEN O MAL. MUY BUEN TRABAJO, KEEP GOING.

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