Febrero 5-11 (Año 1)

Febrero 05
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Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra. Efesios 5:25-26
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La Iglesia
¿Qué significa la palabra “Iglesia” en el versículo del encabezamiento? Con ella el Espíritu Santo designa el conjunto de los seres humanos salvos desde Pentecostés (Hechos 2), hasta el momento en que el Señor Jesús venga a arrebatarnos. Por “Iglesia” se entiende, pues, la suma de todos los creyentes en Cristo. El Señor no sólo ve al individuo por quien murió en la cruz, sino al conjunto de creyentes por quienes ofrendó su vida, y los considera como una unidad.
Cuando miramos a la cristiandad, desgraciadamente ya no vemos nada de esa unidad. Los cristianos se han dividido en muchas denominaciones y grupos. Además se mezclaron con aquellos que sólo tienen el nombre de cristianos, pero no se han convertido verdaderamente. ¡Qué gran confusión es la que se constata actualmente!
Sin embargo, Dios sigue viendo el conjunto y la unidad de todos los verdaderos redimidos. Es un gran consuelo para nosotros. La segunda parte de nuestro versículo es muy interesante: Cristo se preocupa por los suyos, por la Iglesia. Mediante la Palabra de Dios, él quiere purificarnos de lo que no corresponde a su santidad. Cuando nos habla a través de su Palabra, sea cuando leemos la Biblia o por medio de una predicación, desea alcanzar nuestro corazón y nuestra conciencia. Quiere que cada uno de nosotros dejemos de hacer lo que es contrario a su voluntad. De esa manera cada creyente participa en la purificación y santificación de la Iglesia.

Febrero 06
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Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió. Mateo 9:9
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Sígueme
¡Solamente una palabra, pero todo un programa! Cuando Jesús estaba en la tierra dirigió esta orden a varias personas. Si Jesús las invitaba a seguirle, era porque él mismo caminaba. ¿Por qué, pues, andaba? No podía descansar o detenerse en un mundo donde reinaba el pecado. Así debe entenderse el versículo 58 de Lucas 9: “Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza”.
Seguir a Jesús implica un punto de partida. Es el día en que alguien se da cuenta de que está alejado de Dios; entonces, para ser salvo, pone su confianza en la sangre de Jesucristo derramada en la cruz. Así pasa a ser un redimido del Señor; en pocas palabras, llega a ser cristiano: éste es el punto de partida.
Seguir a Jesús también implica una meta: la casa del Padre. El Señor resucitado precedió a los creyentes en ese lugar bienaventurado. Éstos tienen la esperanza de estar para siempre con aquel que los amó hasta la muerte (Juan 14:1-3). Pero entre la partida y la llegada hay un camino en el cual se sigue a Jesucristo. El Señor conoce todas las dificultades que encontrarán aquellos a quienes llama. A nadie prometió un camino fácil, pero según su promesa, estará con cada uno de los suyos, tanto en los días buenos como en los malos.
En nuestra sociedad donde la soledad es cada vez más un problema, ¿conoce usted a Aquel que le invita a disfrutar de su compañía?

Febrero 07
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Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. 1 Corintios 9:25
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Nuestra corona
En una foto se ve a una renombrada estrella del tenis manteniendo en alto una gran corona. ¡La consiguió! Logró alcanzar la cabeza mundial de su especialidad. No sé qué precio puede tener la corona del vencedor, pero una cosa es segura: es perecedera. Imaginémonos a ese deportista cincuenta años más tarde, contemplando con cierta melancolía su trofeo y los desteñidos artículos de los diarios de aquellos tiempos. ¿Y qué son cincuenta años?
La corona que los discípulos del Señor recibirán es de otro género. Es incorruptible. Su valor no cambia. Cuando pensamos en esas bendiciones futuras, pronto notamos que lo que alcanzamos a imaginar no basta para hacernos una idea de la gloria celestial. Por eso la Palabra de Dios emplea imágenes del mundo en que vivimos.¿Qué precio tiene para nosotros el incorruptible premio que el Señor nos dará? ¿Cómo apreciamos el corto tiempo que estemos en la tierra en comparación con la eternidad? ¿Estamos dispuestos a responder al estímulo de la Escritura, aun cuando no presenta un provecho momentáneo? Retengamos esto: tendremos la recompensa cuando estemos con el Señor. Aquí, a menudo se nos exigen privaciones. Los deportistas lo saben y adaptan su manera de vivir a ello. El apóstol Pablo no daba la primacía a sus inclinaciones naturales sino a lo que el Señor le exigía para seguirlo.
El versículo del encabezamiento guía nuestros pensamientos hacia la meta.

Febrero 08
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El que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente. Apocalipsis 22:17
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La necesidad de una respuesta
El mal tiempo había sorprendido a tres montañistas. Había llovido durante horas. Los hombres se hallaban extenuados y uno de ellos estaba herido. Felizmente hallaron abrigo contra el viento y la lluvia en una cuenca rocosa. Llegó la noche y ninguno pudo dormir. A la mañana siguiente el tiempo había empeorado aún más. No podían pensar en ponerse en marcha. Ya estaba anocheciendo de nuevo cuando de repente oyeron voces en la lejanía: –¿Dónde están? ¡Contesten, los estamos buscando!
Emocionados, los tres hombres dejaron su refugio, sin preocuparse por el viento y la lluvia que los azotaba. Un equipo de salvamento había subido desde el valle para buscarlos:
–¡Aquí estamos!, respondieron, pero la tempestad ahogó sus gritos. Entonces empaparon con alcohol una manta, la encendieron y la agitaron como una antorcha. Era cuestión de vida o muerte. Luego oyeron la buena noticia: –¡Los vemos! ¡Aguanten! ¡Ya vamos! Y en poco tiempo los hombres fueron salvados.
Por medio de Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, quien murió por seres pecadores, Dios quiere salvarnos y darnos la vida eterna. Nos llama a través del Evangelio. Pero para que podamos ser hallados y salvados, debemos responderle. Es necesario salir de la guarida de nuestra propia seguridad, de nuestro miedo, de nuestra indiferencia, de nuestra incredulidad, y reaccionar al llamado de Dios. La persona que permanece sentada en su autosatisfacción y no da una respuesta al Ser compasivo que lo busca, está perdida para siempre.

Febrero 09
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Buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Colosenses 3:1
El Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Marcos 16:19
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Cristo sentado a la diestra de Dios
En la epístola a los Hebreos hallamos cuatro pasajes en los que Jesús es presentado “sentado” a la diestra de Dios:
–Al comienzo (Hebreos 1:3) aparece en toda su gloria: es el Hijo, el Heredero de todas las cosas, el Creador del universo y el Redentor. Poseyendo todos estos títulos, después de la obra cumplida en la cruz, volvió de la tierra y se sentó en toda la dignidad de su persona “a la diestra de la Majestad en las alturas”:
–Luego es mostrado ejerciendo el oficio de sumo sacerdote y sentado “a la diestra del trono de la Majestad en los cielos” (8:1). En otros tiempos el sumo sacerdote israelita entraba cada año en el templo, donde Dios estaba presente. No hacía sino entrar y salir, y mientras estaba en el interior permanecía de pie. En cambio Cristo ejerce permanentemente su servicio de intercesión a nuestro favor en el santuario del cielo. Él está sentado, posición de reposo, estabilidad y dignidad:
–“Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios” (10:12): es el testimonio dado a la perfección de su obra. No necesita ser renovada y tampoco se le puede agregar nada:
–Cristo “sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (12:2), sobresaliendo de esta nube de testigos citados en el capítulo 11 por Su andar perfecto en un mundo hostil.

Febrero 10
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Dijeron (a Jesús): Señor, ven y ve.Clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas… Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir. Juan 11:34, 43-44
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El encuentro de dos cortejos
En la puerta de Naín (Lucas 7:11-17) se cruzaron dos cortejos. Jesús, sus discípulos y una gran multitud estaban por entrar en la ciudad mientras salía un cortejo fúnebre que se dirigía hacia el cementerio. ¡Qué contraste: el Príncipe de la vida frente a un hombre muerto! Había una mujer llorando: la madre del difunto. Tenía motivos para hacerlo; había perdido a su marido y ahora perdía a su único hijo.
Jesús, conmovido, se acercó al cortejo. Primero se dirigió a la madre y le dijo: “No llores”. Luego tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron. ¿Presentían que un increíble acontecimiento iba a producirse? Entonces Jesús se dirigió al muerto con estas palabras: “Joven, a ti te digo, levántate”. Aun antes de que los portadores del cadáver y la multitud tuvieran tiempo de sorprenderse por esas palabras dirigidas a un muerto, éste se sentó y empezó a hablar. Notemos que Jesús comenzó por consolar a la madre antes de devolverle a su hijo.
Hoy también nos consuela en nuestros duelos, y mañana resucitará a los que han dormido en la fe. ¡Qué momento! El Señor Jesús descenderá del cielo y con un grito de victoria mandará a la tierra y a los océanos que devuelvan los cuerpos de los creyentes (1 Tesalonicenses 4:13-18).
No busquemos explicar cómo se cumplirá ese gran milagro. Lo importante es preguntarse: ¿Estoy preparado para participar en él?

Febrero 11
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¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?. Romanos 7:24
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La meta de la ciencia médica
Bajo el título «Revolución genética» se publicó en un diario la siguiente disertación: «Quien controla los genes controla el siglo 21. Aun cuando esta declaración suene exagerada, los científicos están de acuerdo en que descifrar el patrimonio genético humano y sus consecuencias marcarán al mundo de una manera muy significativa». Más adelante sigue diciendo: «¿Qué significa para un ser humano saber que corre el gran riesgo de morir de cáncer? Quizás este conocimiento le ofrece la posibilidad de prevenirlo».
La investigación médica ha hecho sorprendentes progresos en muchas esferas y esto en provecho de la humanidad. Un médico geriatra me dijo: –Nuestra meta es mejorar la calidad de vida de los que envejecen. No queremos ni podemos alargar la vida a voluntad.
La Escritura nos dice que la muerte es la consecuencia del pecado. Romanos 5:12 afirma: “El pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte”. Se sabe que para solucionar un problema es necesario extirpar el mal de raíz. Un buen médico no lucha sólo contra los síntomas de una enfermedad, sino también contra lo que la provoca.
Por eso el mensaje de salvación de Dios se dirige a los seres humanos refiriéndose a la cuestión del pecado: “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores” (1 Timoteo 1:15). Quien reconoce ante Dios el mal fundamental del pecado y cree en Jesucristo como su Salvador personal, recibe el perdón de su culpa y la vida eterna. Su feliz porvenir está asegurado.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)


2 Replies to “Febrero 5-11 (Año 1)”

  1. Estan buenisimas las reflexiones,que gozo saber que El SENOR
    no abandona a sus hijos y que sus promesas son fieles.

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