Esteban: Mártir con Propósitos definidos

Esteban cayó pesadamente al suelo mientras la sangre y el perdón brotaban de sus labios. Cerca de él un joven observaba, sin estar consciente del significado monumental de ese día . . . sin estar consciente de que esa muerte significaría vida para la evangelización del mundo.

Dos décadas después, el joven que había observado y consentido en la ejecución ilegal de Esteban, era conocido como el apóstol Pablo. Al escribir su segunda carta a la iglesia de Corinto, quizá Pablo trajo a su memoria el semblante de Esteban al cubrirse bajo el diluvio de piedras. Acaso recordó que Esteban, con el rostro de un ángel en aquel día, había resistido la persecución y entró a la dicha eternal con una semejanza a Cristo a la que el mismo Pablo aspiraba. Es posible que debido a eso Pablo escribiera: Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor (2 Corintios 3:18).

Pablo reconocía la semejanza a Cristo siempre que la vio y no cabe duda de que la memoria de Esteban quedó grabada en su memoria por el resto de su vida. Él había visto a Cristo en el camino a Damasco y había visto a Esteban, un varón que había sido transformada a la misma imagen de gloria en gloria por el Espíritu Santo.

«Él jamás olvidó el evento (Hechos 22:17-21) —escribe el autor y maestro de Biblia Warren Wiersbe— y sin duda que el mensaje, las oraciones y la muerte gloriosa de Esteban fueron usados por el Espíritu a fin de preparar a Saulo para su encuentro con el Señor (Hechos 9). Dios jamás desperdicia la sangre de sus santos».

El relato de la vida cristiana y radiante de Esteban está consignado en Hechos 6-7. Fue nombrado como una de los siete líderes eclesiásticos bajo los apóstoles, y con santa osadía compareció ante el Sanedrín para delinear el plan de Dios que culminó con Cristo. Luego sufrió la muerte al ser apedreado por su «blasfemia» contra Moisés y el templo. Es interesante que Lucas, autor de los Hechos, fue compañero de viaje de Pablo y sin duda que escribió acerca de la vida y muerte de Esteban basándose en los relatos del testigo que Esteban sólo conoció como Saulo.
Lucas nos transmite una caracterización que todos debíamos tratar de imitar. Es la de una semejanza increíble con el Señor Jesucristo.

Primero, trajeron a Esteban ante el Sanedrín bajo acusaciones falsas y en secreto indujeron a algunos hombres a mentir en contra de él. Luego, la misma gente de Esteban conspiró para incitar a las masas, a los ancianos y a los escribas en su contra. Por fin, escucharon su testimonio y, fuera de los parámetros de su ley, lo ejecutaron. ¿A qué se parece todo esto?

No obstante, las similitudes no terminan ahí. Esteban revela aún más sus cualidades semejantes a las de Cristo al ser sometido a malos tratos. Mientras las piedras le golpeaban, pudo recordar las palabras de su Salvador al morir y luego las repitió: «Señor Jesús, recibe mi espíritu», fue su último clamor. Después, a medida que se acercaba a la muerte con cada golpe, también oró en voz alta: «Señor, no les tomes en cuenta este pecado». ¿Podría haber un tributo a Cristo más sincero y santo? ¡Con razón el Señor se puso de pie para recibir a este santo en su reino!

«Probablemente sea un tanto exagerado decir que Lucas tuvo la intención de afirmar que la ejecución de Esteban fuera la representación del primer gran martirio, el del Señor Jesús, como han propuesto muchos comentaristas —escribe el autor Richard Longenecker—. Sin embargo, es muy cierto que aquí el paralelismo no sólo pasa desapercibido; probablemente fue incluido para demostrar que el mismo espíritu de entrega y perdón que caracterizó la vida y muerte de Cristo también fue realidad en sus seguidores más inmediatos».

¿No debería eso también ser realidad para sus seguidores en la actualidad? El día de hoy la mayoría de los creyentes no confronta el espectro de la muerte por hablar de sus creencias; no obstante, casi todos permanecen callados al respecto. ¿Cómo pueden llegar a ser tan poderosos en espíritu como Esteban? Siguiendo su ejemplo con:

Estudio. Basándonos en su mensaje en uno de los monólogos más largos de le Biblia, es claro que Esteban conocía las Escrituras. No se trataba simplemente de un conocimiento superficial de la Palabra de Dios, sino que era detallado y estaba listo para ser utilizado, pues la había aprendido de memoria.

Audacia. Notemos la respuesta de Esteban en Hechos 7:2. El sumo sacerdote, en esencia, le preguntó: «¿Te declaras inocente o culpable?» Aunque sabía que los cargos en su contra eran falsos, Esteban ni se ocupó de ellos. Su respuesta fue un testimonio de 52 versículos que proclamaba que Jesucristo es el Señor. Esto también abarcaba confianza y obediencia. Esteban demostró que Cristo cumple su promesa de controlar nuestras palabras en medio de la persecución y su obediencia produjo un evento que transformó al mundo entero. Su muerte fue el inicio de la persecución que hizo posible que el Evangelio se extindiera por todo el mundo.

Perdón. «Las piedras rompieron la cabeza de Esteban, pero no su corazón. Recibió gracia para perdonar a sus asesinos», escribe el autor Herbert Lockyer. Es imposible exagerar la belleza de las últimas palabras de Esteban. De manera elocuente reflejan lo que hay en el corazón del verdadero cristiano; dan testimonio del Señor que vive dentro de su ser; hablan del amor verdadero y supremo; imparten veracidad al testimonio final.
Y captan la atención de alguien que está cerca . . . observando.

Tomado de En Contacto


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