Cuidando Nuestra Lengua (Los 10 Mandamientos. p9)

SERIE DE ESTUDIOS BIBLICOS: Los 10 Mandamientos.
ESTUDIO 9: «CUIDANDO NUESTRA LENGUA»

EXODO 20: 16
«No hablarás contra tu prójimo falso testimonio»

Nos disponemos a estudiar el noveno mandamiento que Dios dejó al pueblo de Israel. Los Mandamientos son de suma importancia para nuestra vida, porque a pesar de que muchos dicen que los mandamientos fueron dados a Israel como nación y que ahora vivimos en una diferente dispensación donde Dios trata al hombre con gracia y no con juicio, tales personas se olvidan que los Diez Mandamientos establecen principios espirituales en los cuales debemos de andar.

Esta sección que encontramos en Exodo capítulo 20 es un curso de orientación que tiene a nuestro Señor Jesucristo como centro de los mismos.

Leamos el mandamiento al cual vamos a dedicar nuestro estudio: «No hablarás contra tu prójimo falso testimonio» (Exodo 20:16)

El tópico que vamos a desarrollar tomando como base este mandamiento será «Cuidando nuestra lengua».

Hay dos cosas importantes en las vidas de las personas, la primera es la reputación. La reputación es el concepto o la opinión que otras personas tienen de nosotros. La segunda es el carácter de una persona y esto es lo que realmente somos. Todo cristiano debe de darse cuenta que su reputación se construye en base a su carácter. Debido a esto, cuando leemos en la Palabra de Dios «No hablarás contra tu prójimo falso testimonio», podemos extraer de este mandamiento tres importantísimas consideraciones: La primera es el significado del mandamiento. La segunda es la importancia del mandamiento y la tercera consideración es el cumplimiento del mandamiento.

Bajo estas tres consideraciones vamos a analizar el versículo 16 de Exodo capítulo 20.

I. El significado del Mandamiento.

En primer lugar descubrimos que este mandamiento nos enseña que tenemos que hablar la verdad con respecto a la vida de nuestros prójimos, en la medida en que Dios lo hace de nosotros. El Salmo 139: 1 y 2 dice: «Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos».

El noveno mandamiento es una apelación a cuidar nuestra lengua, y tiene la apelación de que tenemos que hablar la verdad con respecto a la vida de nuestro prójimo, esto en la medida en que Dios lo hace de nosotros, y el Salmo 139 versículo 1 y 2 nos dice el salmista David que Jehová nos ha examinado, nos ha conocido, ha experimentado nuestra vida, tiene pruebas verídicas de lo que yo soy y ha entendido desde lejos mis pensamientos. Debemos de relacionarnos unos aotros para poder comprender lo que la persona piensa realmente de nosotros. En segundo lugar debemos cuidar la verdad con respecto a nuestros juicios.

El significado de este mandamiento implica dos características: la primera es que debemos hablar la verdad con respecto a la vida de otros, debemos de entender lo que las otras personas están diciendo, antes de manifestar nuestro juicio; y en segundo lugar debemos de cuidar la verdad con referencia a nuestro juicio. Deliberadamente, es hablar de ellos con mala intención; negligentemente, es hablar sin investigar, y falsamente, es hablar con distorsión.

Debemos de tomar cuidado al hablar, teniendo en cuenta estas tres características al referirnos a otras personas. El significado del mandamiento entonces se refiere a dos áreas poderosas de nuestra vida, se refiere a la verdad que hablamos y se refiere a la verdad que escuchamos.

II. La importancia del mandamiento.

En Santiago capítulo 3 vamos a ver la importancia de este mandamiento que nos invita a no levantar falso testimonio con respecto a aquellos de los cuales somos testigos.

Santiago capítulo 3:2-10 dice: «Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así».

El apóstol Santiago hace en su epístola un comentario amplificado de lo que encontramos en Exodo capítulo 20 y versículo 16. Notamos evidentemente en este pasaje de Santiago tres aspectos de importancia con respecto al mandamiento de no levantar falso testimonio contra nuestro prójimo. El primer aspecto es que la desobediencia produce destrucción. Si nosotros desobedecemos al mandamiento y levantamos falso testimonio, producimos una destrucción. En el versículo 6 de Santiago 3, la Biblia dice: «Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno». Notamos entonces que de acuerdo aSantiago 3:6, desobediencia a este mandamiento produce destrucción.

En segundo lugar, desobediencia a este mandamiento produce descontrol, Santiago 3: 3-5, «He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas…» Notamos entonces que de acuerdo a Santiago capítulo 3 versículos 3 al 5, desobediencia a este mandamiento produce descontrol.

Y finalmente podríamos decir que Santiago 3 nos indica que desobediencia a este mandamiento produce confusión. Dice así Santiago en los versículos 8 al 10, «…pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así».

Notamos que la observancia del noveno mandamiento tiene una importancia muy especial en nuestra relación con nuestros semejantes y consecuencias muy serias. Desobediencia a este mandamiento produce destrucción (Santiago 3:6). Desobediencia a este mandamiento produce descontrol (Santiago 3:3 al 5) y finalmente desobediencia a este mandamiento produce confusión (Santiago 3: 8 al 10).

En tercer lugar deseo que miremos el cumplimiento de este mandamiento. ¿Cómo nosotros podríamos cumplir este mandamiento? De suma importancia es que nosotros aprendamos a contestarnos esta pregunta.

En 1a. Pedro 2:23 encontramos una apreciación clave por parte del apóstol, dice así: «quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente».

El cumplimiento de este mandamiento que se refiere al cuidado de nuestra lengua puede empezar a ejercitarse bajo un control divino. Cuando vemos que se habla de más de nosotros, cuando vemos que se nos juzga erróneamente o cuando somos atacados, debemos de tener un control personal de tal manera que sea Dios quien controle nuestra vida y no nosotros mismos. Dice el apóstol Pedro que Jesús cuando le maldecían no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino que encomendaba la causa al que juzga justamente.

Si nosotros tenemos la idea cabal, exacta de lo que Dios hace en la tierra vamos a tener muchos éxitos y ser victoriosos en el cumplimiento de este mandamiento. Este noveno mandamiento nos da poder para nuestra vida y ese poder está dado en el control divino sobre nuestra vida.

El apóstol Pablo le recuerda esto mismo a la iglesia de Roma. En Romanos 12: 19 y 21 la Biblia dice: «No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. No seas vencido de lo malo,sino vence con el bien el mal». El cumplimiento del noveno mandamiento se ve en una vida controlada por Dios.

Y finalmente, por una sumisión personal a Dios. En Proverbios 23: 7 encontramos estas palabras: «Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él». Vemos que para que este mandamiento pueda cumplirse en nuestra vida, debe de ejercerse un control personal y una sumisión personal. Control divino yo diría y sumisión divina.

La conclusión es muy simple: No hay hombre que pueda controlar la lengua, pero el Señor puede controlar nuestro corazón. No se trata de medir las palabras que decimos, sino se trata de medir las intenciones del corazón, «porque de la abundancia del corazón habla la boca» dice el Señor Jesús.

Que así sea en nuestra vida.

Por Manuel Otero (Family Radio)


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