La Búsqueda Del Propósito En La Vida

No eres un accidente. «Así dice el Señor, el que te hizo, el que te formó en el seno materno» (Isaías 44:2, NVI)
«Dios no juega a los dados». (Albert Einstein)

Tu nacimiento no fue un error o infortunio, tu vida no es una casualidad de la naturaleza. Tus padres no te planificaron; Dios lo hizo. A Él no lo sorprendió tu nacimiento. Es más, lo esperaba.
Mucho antes de que fueras concebido por tus papás, fuiste diseñado en la mente de Dios. Él pensó en ti primero. No es a causa del destino, ni de la casualidad, ni de la suerte ni tampoco es una coincidencia que en este mismo instante estés respirando. ¡Tienes vida porque Dios quiso crearte! La Biblia dice: «El Señor cumplirá en mí su propósito» (Salmos 138:8a, NVI)


Dios diseñó cada característica de tu cuerpo. Eligió tu raza a propósito, el color de tu piel, tu cabello y cualquier otro detalle. Hizo tu cuerpo a la medida, tal y como Él lo quería. También dispuso todos los talentos naturales que posees y la singularidad de tu personalidad. La Biblia dice: «Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido» (Salmo 139:15, NVI).

Puesto que Dios te hizo con un propósito, también decidió cuándo habrías de nacer y cuánto has de vivir. Él pensó de antemano en los días de tu vida, escogió tu momento exacto de nacer y de morir. La Biblia afirma: «Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos» (Salmos 139:16, NVI).

Dios planificó también tu lugar de nacimiento y dónde vivirías para su propósito. Tu raza y nacionalidad no son un accidente. Dios no dejó nada al azar. Todo lo planificó para su propósito. La Biblia dice: «De un solo hombre hizo todas las naciones para que habitaran toda la tierra; y determinó los períodos de su historia y las fronteras de sus territorios» (Hechos 17:26, NVI). Nada en tu vida es arbitrario. Todo tiene un propósito.

Aún más impresionante es el hecho de que Dios decidió cómo nacerías. Dios planeó crearte a pesar de las circunstancias de tu nacimiento y quiénes serían tus padres. Daba igual si tus padres eran buenos, malos o indiferentes. Él sabía que esas dos personas poseían la hechura genética exacta y necesaria para mandar a hacerte «a ti» a la medida, tal y como Él pensaba. Ellos tenían el ADN que Dios quería para crearte.

Aunque haya padres ilegítimos, no hay hijos ilegítimos. Muchos hijos no son planeados por sus padres, sino por Dios. El propósito divino tuvo en cuenta el fallo humano, inclusive el pecado.

Dios nunca hace nada por casualidad, ni tampoco comete errores. Él tiene un propósito para cada cosa que crea. Todo, animales y plantas, fue pensado por Dios; incluso cada persona fue creada con un propósito en mente.
El motivo de Dios para crearte fue su amor. La Biblia destaca: «Dios nos escogió en Él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin manchas delante de él. En amor» (Efesios 1:4a, NVI).

Dios pensó en ti antes de crear el mundo. En efecto, ¡por eso mismo lo hizo! Dios creó el medio ambiente de este planeta para que pudiéramos vivir en él. Somos el centro de su amor y lo más valioso de todo lo creado. La Biblia dice: «Por su propia voluntad nos hizo nacer mediante la palabra de verdad, para que fuéramos como los primeros y mejores frutos de su creación» (Santiago 1:18, NVI). ¡Así es como Dios te ama y te aprecia!

Dios no hace las cosas al azar; todo lo pensó con gran precisión. Cuanto más sepan del universo los físicos, los biólogos y los demás científicos, mejor entenderemos que todo fue creado específicamente para nuestra existencia, con los requisitos exactos para que sea posible la vida humana.

El doctor Michael Denton, investigador principal de genética molecular humana en la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda, dijo lo siguiente: «Toda la evidencia disponible en las ciencias biológicas apoya una propuesta principal (…) que el cosmos es un todo especialmente diseñado con formas de vida y que el ser humano es su razón y meta fundamental, un todo en el que todas las facetas de la realidad tienen su sentido y explicación en este hecho central». La Biblia apuntó lo mismo hace miles de años: «Porque así dice el Señor, el que creó los cielos; el Dios que formó la tierra, que la hizo y la estableció; que no la creó para dejarla vacía, sino que la formó para ser habitada» (Isaías 45:18, NVI ).

¿Por qué hizo Dios todo esto? ¿Por qué se tomó la molestia de crearnos un universo? Porque es un Dios de amor. Esta clase de amor es difícil de captar, pero es intrínsecamente confiable. ¡Fuiste creado como un objeto muy especial del amor de Dios! Él te hizo para poder amarte. Y puedes basar tu vida en esta verdad.

La Biblia nos dice: «Dios es amor» (1 Juan 4:8). No dice que Dios tiene amor, ¡Él es amor! El amor es la esencia del carácter divino. Hay un amor perfecto en la comunión de la Trinidad, así que Dios no necesitaba crearte. No se sentía solo. Pero quiso crearte para así expresar su amor. Dios dice: «… a quienes he cargado desde el vientre, y he llevado desde la cuna. Aun en la vejez, cuando ya peinen canas, yo seré el mismo, yo los sostendré. Yo los hice y cuidaré de ustedes; los sostendré y los libraré» (Isaías 46:3-4, NVI).

Si no hubiera Dios, todos seríamos unos «accidentes», el resultado fortuito de una lotería astronómica en el universo. Dejarías de leer este artículo, porque la vida carecería de sentido, de propósito o de significado. No habría bien ni mal, ni esperanza más allá de tus pocos años en la Tierra.

Pero hay un Dios que te creó por un motivo, ¡y tu vida tiene una profunda razón de ser! Encontramos el sentido y el propósito solo cuando tomamos a Dios como punto de partida en nuestras vidas. El versículo de Romanos 12:3 dice que la única forma de entendernos a nosotros mismos con exactitud es por lo que Dios es y hace por nosotros.
Este poema de Russell Kelfer lo resume todo:

Eres quien eres por una razón,
eres parte de un plan minucioso,
eres criatura singular, diseño hermoso,
llamado por Dios hombre o mujer.

Vas tras la búsqueda de una razón,
errores no comete Dios,
te entretejió en el vientre, no eres ilusión.
Eres justo lo que Él quería hacer.

A quienes tienes por padres Él eligió,
Pese a cómo te sientas por ello,
de acuerdo con su plan los escogió,
del Maestro llevan su sello.

No fue fácil encarar esa emoción,
Dios lloró al verte sufrir,
lo permitió para formar tu corazón,
para que a su semejanza puedas vivir.

Eres quien eres por una razón,
la vara del Maestro te formó,
eres quien eres, por amor.
La verdad, ¡hay un Dios!

Tomado del libro: "Una vida con propósito"

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