Vestidos Para La Batalla

¿Cuántas veces alguno de nuestros padres nos recordó que debíamos abrigarnos bien antes de salir al frío del invierno? “No te destapes”, gritaban recordándoselo a un hijo frustrado e impetuoso listo para jugar con sus amigos en esos contados minutos antes de que tocara la campana para iniciar las clases.

Lo mismo sucede con nuestro Padre celestial que está a la puerta de un mundo frío y rudo y nos recuerda que debemos vestirnos de manera adecuada.

En Efesios 6:10-18, el apóstol Pablo entra en detalles de la batalla del creyente y se esfuerza por describirnos la indumentaria adecuada para protegernos contra los ataques de Satanás. Muchos creyentes no se dan cuenta de que recibieron esta indumentaria costosa cuando aceptaron a Cristo. No tiene un logotipo vistoso ni bordado y por cierto no es el vestido más popular del mundo. En muy rara ocasión, si acaso, ha estado de moda. Pero es muy costoso, comprado con la sangre de Cristo.

Dios tiene la intención de que nosotros usemos este pasaje de manera práctica para enfundarnos verbalmente día tras día con la Armadura de Dios y por fe vivir con ella victoriosamente. Al librar la batalla espiritual es obvio que nosotros necesitamos protección. ¿Para qué más nos impondría ese código de vestir?

“Como creyentes actuamos agresivamente al tomar la armadura y ponérnosla. Algunos han cuestionado qué es esta armadura y cuándo y con qué frecuencia debemos usarla – escribe Mark Bubeck en su libro El adversario.—La respuesta a la pregunta acerca de con qué frecuencia parece bastante obvia. Cada vez que nos enfrentamos al enemigo y luchamos con él debemos cerciorarnos de llevar la armadura. Diariamente necesitamos apropiarnos de esa armadura que nos ha sido preparada y ponernos la indumentaria espiritual para la batalla”.

Los romanos eran expertos en el arte de la guerra, así que quizá esta es la mejor oportunidad de hacer lo que hacen los romanos. Abramos la puerta del vestidor.

>Cinturón de la verdad

El cinturón sostiene toda la indumentaria y no hay mejor fundamento para el creyente que la verdad. Jesucristo es la Verdad y nosotros estamos completos en Él (Colosenses 2:10)

“Como el creyente ha aceptado la verdad de la revelación y ahora el Cristo resucitado mora en él, que es la Verdad en sí, su vida tiene como base la verdad (o la realidad) y exhibe solidez de carácter que proviene de todo eso”, escribe el maestro de Biblia A. Skevington Wood.

El cinturón o la faja romana era ancha, como un delantal, y tenía funciones múltiples. Se guardaba en la túnica del soldado, dando al adversario poco de que asirse en un combate mano a mano. Servía también para afirmar la coraza, y como estaba bien ceñida, había poco espacio para que penetraran flechas o cuchillos. Además, sostenía la funda para la espada.

No hay nada más penetrante que el hecho de que la Palabra de Dios está enfundada en la verdad absoluta. Y, como declara el maestro de Biblia Warren Wiersbe, a menos de que nosotros practiquemos la verdad, no podremos usar la Palabra de verdad.

“Satanás es mentiroso (Juan 8:44) pero el creyente cuya vida está controlada por la verdad, lo derrotará –escribe Wiersbe–. El cinturón mantiene firmes todas las otras parte de la armadura y la verdad es la fuerza integradora en la vida del creyente victorioso”.

>Coraza de justicia

El lenguaje de Pablo no se refiere a la justicia de Cristo aplicada a nuestra cuenta cuando fuimos salvos; más bien, habla de la justicia práctica en la cual vivimos rectamente día tras día ante Dios y los hombres. No obstante, somos capacitados para hacer esto por la justicia de Cristo. Él sirve tanto de modelo como de guía para el creyente.

“Puesto que la justicia, o santidad, es una característica tan distintiva de Dios, no es difícil entender por qué esta es la protección principal del creyente contra Satanás y sus maquinaciones –escribe el pastor John MacArthur–. A medida que los creyentes viven fielmente en obediencia y comunión con Él, la justicia de Cristo produce en ellos la rectitud cotidiana práctica que llega a ser su coraza espiritual. La ausencia de santidad, por otra parte, los hace vulnerables al gran enemigo de sus almas”.

Las corazas romanas eran de bronce, malla, o a veces de cuero, incrustado con pedazos de cuernos y pezuñas de animales. Primordialmente servían para proteger el corazón del soldado. Como el corazón es la sede de nuestras emociones, es preciso que lo guardemos contra toda provocación del enemigo. Dios no quiere que vivamos y tomemos decisiones basadas en emociones o sentimientos. Quiere que basemos nuestras vidas en su verdad, por lo que la coraza está atada al cinturón.

>Calzado de paz

Pablo nos amonesta a calzar nuestros pies con el apresto del evangelio de la paz. A semejanza del resto de la armadura, los zapatos tienen propósitos múltiples.

En tres ocasiones Pablo dice al creyente que “esté firme” contra el ataque del enemigo. Las sandalias romanas casi siempre tenían un clavo en la suela que auxiliaban al soldado a cada paso. En todo combate, un resbalón podría significar la muerte. Eran gruesos también, pues una de las tácticas de los días de las guerras romanas consistía en plantar minas, o sea poner palos afilados que sobresalían de la superficie del suelo. La inmovilidad haría que el soldado se convirtiera en blanco fácil del enemigo.

Nosotros debemos estar firmes sobre el fundamento del Evangelio, punto de apoyo seguro para nuestras vidas. Con el evangelio de paz hemos de servir de pacificadores no sólo entre hombre y hombre, sino entre Dios y el hombre. Al servir a Cristo como testigos, contribuimos a promover reconciliación entre Dios y el hombre pecador. Recordemos que en Romanos 10:15 Pablo cita Isaías 52:7: “¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de lo que anuncian buenas nuevas!”

>Escudo de la fe

El término griego que Pablo emplea aquí es muy llamativo, pues describe algo semejante a una puerta, de más de 30 centímetros de ancho por 60 de alto. El soldado podía agazaparse detrás del escudo y cubrirse casi totalmente.
Con frecuencia los enemigos cubrían las puntas de sus flechas con brea y las encendían, pero los romanos formaban una pared sólida, escudo con escudo, y escapaban ilesos ya que con anterioridad habían empapado sus escudos, por lo que el cuero húmedo extinguía la flama.

Los dardos que los creyentes confrontan están encendidos con el fuego del infierno. Wiersbe escribe que Satanás dispara sus dardos de fuego contra nuestros corazones y mentes, distrayéndonos para no mantenernos enfocados en Dios e intentando desviarnos con mentiras, dudas, tentaciones y pensamientos llenos de blasfemia y odio. Nuestro escudo es bastante grande como para refugiarnos detrás de él y estar firmes.

“Al decir que estemos firmes en el poder de la fuerza del Señor, ¿cómo podré lograrlo? –pregunta el Dr. Stanley–. Simplemente creyendo; creyendo que al pedir al Señor Jesucristo que me fortalezca para esta batalla, para esta tentación, para esta prueba, tengo derecho a esperar que así lo hará. ¿Por qué? Porque se trata de ejercer la fe. Creo que al levantar el escudo de la fe y depositar mi confianza en Él, Dios es mi defensor, es mi escudo y es quien desvía el ataque de Satanás”.

No es sólo incidental que el escudo sea algo que un soldado debe tomar a toda costa. Pablo nos recuerda que siempre debemos asirnos a nuestra fe. Y siempre ayuda a empapar nuestros escudos de la fe en el agua viva de la Palabra.

>Yelmo de salvación

El creyente tiene la mente de Cristo (1 Corintios 2:16). Pero Satanás y sus esbirros tratan de infiltrar nuestras mentes. Él se da cuenta de que no puede poseer las almas de los creyentes por lo que trata de robarnos del gozo y de nuestro sentido de seguridad.

Al ponerse el yelmo, el casco de la salvación, el creyente le implora a Dios que proteja sus pensamientos y que le ayude a tener pensamientos piadosos con el fin de agradarle a Él.

“El yelmo se refiere a la mente controlada por Dios –escribe Wiersbe–. Es lamentable que muchos creyentes tienen la idea de que el intelecto no es importante cuando en realidad juega un papel vital en el crecimiento, servicio y victoria del creyente. Si Dios controla la mente, Satanás no puede seducir al creyente, pues el creyente que estudia su Biblia y aprende el significado de las doctrinas bíblicas no será seducido fácilmente. Necesitamos “ser por Él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús” (Efesios 4:21). Debemos crecer “en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:18).

>Espada del Espíritu

Hebreos 4:12 declara: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu …”. Nosotros blandimos la espada del Espíritu, que es de dos filos porque puede utilizarse para fines ofensivos y defensivos. El Señor Jesús uso la espada del Espíritu en el desierto, contestando a todas las tentaciones de Satanás, diciendo: “Escrito está. . .”.

El Diccionario Expositivo de Vine explica que hay dos palabras griegas que expresan “palabra”. “El significado de rema (diferente a “logos”) se demuestra por la orden expresa de tomar “la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios” (Efesios 6:17). Aquí no se refiere a toda la Biblia como tal, sino a cualquier pasaje individual que el Espíritu traiga a nuestra memoria para que lo usemos en momentos de necesidad, dando por sentado que hemos estado empapando nuestra mente con la Palabra de Dios».

Tomado de En Contacto


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