El Nombre De Dios (Salmo 8)

SALMO 8
«EL NOMBRE DE DIOS»

I El Nombre de Dios Revelado en el Carácter del hombre.
II El Nombre de Dios Revelado en el Cuidado de Dios por el Hombre.
III El Nombre de Dios Revelado por la Honra Dada a los Hombres.


SALMO 8
«EL NOMBRE DE DIOS»

Este Salmo nos habla del nombre de Dios y al comenzar el mismo, podemos encontrar que la Escritura dice: «¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán gloriosa es tu nombre en toda la tierra!» (Vr.1). Y luego al cerrar el Salmo, David en el Vr. 9 dice: «…cuán grande es tu nombre en toda la tierra!» Realmente la palabra «glorioso» y «grande» es la misma palabra hebrea «gadol» que significa «inmenso», algo inalcanzable. Por ello David dice: «Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra o sobre toda la tierra». Vemos entonces que el Salmo comienza con el nombre de Dios, y termina con el nombre de Dios. De ahí el título que le hemos dado: «El nombre de Dios».

Este título nos sugiere la idea de que David encerró el Salmo en un libro en cuya tapa nos indica que va a hablar del nombre de Dios, y luego al final en la contratapa nos dice que ha hablado del nombre de Dios.

Vamos a dividir este Salmo en tres pequeños pensamientos que nos han de ayudar a entender el pensamiento del salmista.

I) El nombre de Dios es revelado en el carácter del hombre.
II) El nombre de Dios es revelado en el cuidado de Dios por el hombre.
III) El nombre de Dios es revelado por la honra dada a los hombres.

Comencemos a meditar en cada uno de estos pensamientos y así deshilvanar estas verdades tan preciosas que nos han de afirmar más en nuestra fe.

I. EL PRIMER PENSAMIENTO, COMO DIJIMOS ANTERIORMENTE, TRATA DEL NOMBRE DE DIOS REVELADO EN EL CARACTER DEL HOMBRE.

Esta revelación la vemos a través de su creación: «Le has hecho un poco menor que los ángeles…» (Vr. 5). El hombre es menor que los ángeles. ¿Por qué) Porque un ángel es espíritu solo, pero la palabra de Dios en 1a. Tesalonicenses 5:23 nos dice: «…y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo». Este versículo nos indica que el hombre está hecho también de espíritu, alma y cuerpo, en esa misma proporción y en ese mismo orden, mientras que un ángel es solamente un espíritu. En la epístola a los Filipenses Cap. 2:5-8 leemos que Jesús fue hecho hombre. Vemos entonces que Jesús descendió de su gloria divina, de ser espíritu solamente, él se humilló. La palabra humillarse quiere decir que se transformó en un hombre el cual es menor que un ángel. Pero para entender aquí el nombre de Dios revelado a través de su creación tenemos que leer Génesis Cap. 1:26 donde nos habla acerca de la creación del hombre: «Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y soñoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra». Vemos entonces que el hombre fue el único ser creado a la imagen de Dios. Toda la creación fue hecha y manufacturada por Dios en Cristo Jesús; pero el hombre fue lo único de la creación que fue creado a la imagen de Dios. Por lo tanto vemos que el nombre de Dios es revelado en el carácter del hombre desde la creación. El hombre fue creado a la imagen de Dios, y esto debemos aclararlo bien. No significa que el hombre fue creado parecido a Dios, no en semejanza exterior a Dios, sino que fue creado con ciertas particularidades que Dios tiene y que el comparte con el hombre, ciertos atributos que Dios puso en el hombre para que él los manifieste. Por ejemplo: El atributo de creador. Un arquitecto sueña con ciertos proyectos y luego a través de su mano ágil y su mente coordinada, coloca ese proyecto en forma tangible para que un ingeniero lo construya. De esta manera descubrimos que el hombre ha manifestado a través de ese trabajo, el atributo de Dios que es la creación.

II. EN SEGUNDO LUGAR, EL NOMBRE DE DIOS ES REVELADO EN EL CUIDADO DE DIOS POR EL HOMBRE A TRAVES DE LA REGENERACION.

Dice el evangelio: «Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios». (Juan 1:12-13). Vemos entonces que el hombre puede manifestar el carácter de Dios a través de su regeneración, y esto lo explica Pablo al pastor Tito en la carta que le escribió: «…nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo…» (Cap.3:5). Vemos que el hombre en su regeneración muestra el carácter de Dios y el nombre de Dios. En el idioma hebreo el nombre de un individuo representa el carácter de la persona. Josué, por ejemplo, representa: Salvador. Moisés: Sacado de las aguas. Dios, que se llama en el idioma hebreo ELOHIM, representa: Creador, todopoderoso. Jehová: El que es. Su significado se asocia con la idea de Ser o Existencia. Y así sucesivamente podemos buscar cada uno de los nombres en el Antiguo Testamento y ver reflejado también el carácter de la persona.

De la misma manera el nombre de Dios se manifiesta en todo el universo, comenzando como dijimos en la revelación en el carácter del hombre. La primera revelación es desde su nacimiento natural, físico donde el hombre comparte cualidades y atributos de Dios. La segunda manifestación de ese carácter en el hombre se ve a través de su segundo nacimiento, es decir la obra de Dios por medio del Espíritu Santo en la vida del hombre. ¿Lo hemos experimentado, hemos creído en Jesucristo como nuestro Salvador personal? ¿Es él la autoridad de nuestra vida para que sí podamos decir realmente que somos cristianos? Reconozcamos a Cristo Jesús como el que pagó por nuestros pecados y nos redimió. Si no lo hemos hecho aun, esta manifestación del carácter del nombre de Dios no puede ser reflejada en nuestra vida. Esa autoridad santa que Dios nos da no es porque nosotros somos santos, sino porque él nos salvó y porque él es Santo. Meditemos en esto.

Volviendo ahora a nuestro Salmo, vemos que Dios forma el universo: «Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste…» (Vr.3). Dios usa muchas veces la creación para manifestar ciertos mensajes al hombre. Por ejemplo en Jeremías 31: 35-36 leemos: «Así ha dicho Jehová, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, que parte el mar, y braman sus ondas; Jehová de los ejércitos es su nombre: Si faltaren estas leyes delante de mí, dice Jehová, también la descendencia de Israel faltará para no ser nación delante de mí eternamente». Es decir que la nación de Israel es, será, y seguirá siendo una nación eternamente segura en las manos de Dios. ¿Por qué? Porque Dios dice que esas leyes universales que ha colocado en los cielos, son para manifestar y demostrar el carácter de su fidelidad.

III. VEMOS TAMBIEN QUE EL NOMBRE DE DIOS ES REVELADO EN SU CUIDADO AL PROVEER LA SALVACION AL HOMBRE.

Muchas personas se preguntan: ¿No sabía Dios que el hombre iba a pecar? Claro que lo sabía. ¿Qué es lo que hizo Dios a tal efecto? Fijémonos lo que hizo como resultado de su omnisciencia: «…según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él». (Efesios 1:4). «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios…? (Efesios 2:8). «El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas». (Santiago 1:18). «Así que la fe es por el oir, y el oir, por la palabra de Dios». (Romanos 10:17). Vemos entonces que el nombre de Dios fue revelado por su cuidado tan paterno con respecto al hombre, que no solamente le proveyó un universo para mostrarle su fidelidad, su paciencia, su equilibrio, sino que también le proveyó una salvación totalmente gratuita en la cual pudiera confiar firmemente.

Dios busca al hombre y no el hombre a Dios. Debemos entender bien claro este principio, y cuandoDios busca al hombre no es para entretenerlo o perder el tiempo; es para depositar sobre él su presencia en la persona del Espíritu Santo. Y cuando eso ocurre, entonces el hombre natural que tiene fracasos y problemas, comienza a reflejar a los hombres a su alrededor sus atributos de los cuales antes era incapaz de mostrar. ¿Por qué? Porque está reflejando en esos momentos el nombre de Dios. Pablo lo pone de una manera muy simple cuando le escribe a la iglesia de Corinto, Cap. 5:20: «Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios». El propósito por el cual Dios nos salvó no es para que perdamos el tiempo malgastándolo en cosas vanas, quejándonos acerca de las circunstancias que nos rodean, ¡nó! Dios nos salvó para que seamos embajadores y sabemos lo que es esto ¿verdad? Un embajador es representante competente, un embajador conoce las leyes de su país y las leyes del país donde va a residir. Por esa razón es hora que nosotros como hijos de Dios nos pongamos firmes en la tarea de conocer las leyes de nuestro reino celestial, para que las sepamos cumplir reflejando el nombre de Dios correctamente a través del universo que Dios nos ha dado, usando propiamente esa salvación que El nos ha garantizado y nos ha dado tan gratuitamente.

Hemos visto ya cómo Dios reveló su nombre a través del carácter del hombre; reveló su nombre a través de su cuidado particular sobre el hombre. Ahora veamos cómo Dios reveló su nombre al darle honor al hombre. Ahora veamos cómo Dios reveló su nombre al darle honor al hombre. Le dió un honor especial en la creación: «Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra».» (vr.6). Muchas personas y científicos se preguntas qué significa que Dios coronó al hombre de gloria y honra. Dice la Escritura: Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.» (Génesis 1:27-28). Vemos que en la creación Dios honró al hombre por encima de todo lo creado; para que señoree, quiere decir, para que lo use a su placer y seguidamente le dio autoridad para comer lo que Dios había creado aunque el hombre no había trabajado para ello. En todo esto Dios honró al hombre y luego también lo honró por medio de la salvación. Por esta razón y en relación al Salmo que estamos estudiando, conviene que leamos lo que nos dice la epístola a los Hebreos Cap. 2: 5-9. Vemos entonces que la obra de la salvación ha sido completada y perfeccionada en aquellos que han creído en él, y esta es la honra que Dios ha dado al hombre; pues el hombre natural no puede bajo ningún concepto glorificar a Dios, ya que la Biblia dice que: «…sin derramamiento de no se hace remisión». (Hebreos 9:22).

Pero habiendo descendido Cristo y humillándose como fijéramos anteriormente tomando la forma de hombre, derramó su sangre, ofreció su sangre, y se sentó a la diestra del Padre para que nosotros bajo la simple confianza, y creyendo en él, pudiéramos tener compañerismo con Dios.

Esta es una verdad muy firme y elocuente y muy sabio es el hombre que en la tierra puede aceptar tener compañerismo con Dios en el cielo. El hombre sobre la tierra puede tener el privilegio de atravesar las barreras celestiales y llegar al mismo trono de Dios, y darle gracias por lo que El es, simplemente en la persona de Cristo Jesús nuestro Sumo Sacerdote.

Permita Dios que digamos juntamente con el salmista: «¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán grande es tu nombre en toda la tierra!» Dios nos bendiga para que de todo corazón así lo hagamos.

(Programa radial con Gabriel Otero)

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