El bautismo no es una opción, es una oportunidad divina.
Hechos 8:26-38
El bautismo es tema de polémica para muchos. Algunos dicen que no es necesario para ser salvos; otros discuten acerca de la manera de hacerlo. Pero en este pasaje bíblico encontramos un buen principio para la vida: si Jesucristo se bautizó nosotros debemos seguir su ejemplo. El bautismo no salva. Eso lo vemos claramente en las Sagradas Escrituras. El único camino al Padre es por medio de la fe en su Hijo Jesucristo; él mismo lo dijo en varias ocasiones. La única manera de ser salvo es creyendo en Cristo (Juan 3:16).
Después de recibir la salvación debemos identificarnos con el Señor Jesucristo; el bautismo nos presenta esa oportunidad. Es la declaración pública de nuestra fe en Cristo. Hay algunos que dicen: «Yo no necesito hacer una confesión pública; mi fe es un asunto sólo entre el Señor y yo».
Piense por un momento en la ma-nera tan pública en que Cristo mostró su amor por usted al morir crucificado en el Calvario.
Cuando Felipe explicó el Evangelio al etíope, éste creyó e inmediatamente pidió a Felipe que lo bautizara. Felipe le respondió: «Si crees de todo corazón, bien puedes».
El bautismo no nos limpia del pecado ni nos salva, pero nos identifica con Cristo en su muerte, sepultura y resurrección.