Arrepentimiento y Restitución (D. L. Moody)

«Dios manda a todos los hombres en todos los lugares que se arrepientan» -Hechos 17:30.

EL ARREPENTIMIENTO es una de las doctrinas fundamentales de la Biblia. Creo sin embargo que es una de esas verdades que mucha gente entiende poco en la actualidad. Hay más gente hoy en la niebla y la oscuridad acerca del Arrepentimiento, la Regeneración, la expiación, y verdades fundamentales semejantes, que quizás sobre cualesquiera otras doctrinas. Sin embargo desde nuestros años más tempranos hemos oído sobre ellas. Si yo preguntara por una definición del Arrepentimiento, muchísimos darían una muy extraña y falsa idea de éste.

¿Cuándo está preparado alguien para recibir el Evangelio?

Una persona no está preparada para creer o para recibir el Evangelio, a menos que esté pronto para arrepentirse de sus pecados y a apartarse de ello. Hasta que Juan el Bautista encontró a Cristo, él tenía sólo un texto:

«Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado» (Mateo 3:2).

Pero si hubiera continuado diciendo esto, y se hubiera detenido allí sin señalar a la gente a Cristo el Cordero de Dios, no habría conseguido mucho.

Cuando Cristo vino, Él empleó el mismo clamor del desierto.

«Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado» (Mateo 4:17).

Y cuando nuestro Señor envió sus discípulos, fue con el mismo mensaje:

«que los hombres se arrepintiesen» (Marcos 6:12).

Después que había sido glorificado, y cuando el Espíritu Santo descendió, encontramos a Pedro en el día de Pentecostés elevando el mismo clamor: «¡Arrepentíos!» Fue esta predicación -Arrepentíos, y creed al Evangelio- lo que produjo tan maravillosos resultados entonces (Hechos 2:38-47). Y encontramos que, cuando Pablo fue a Atenas, expresó el mismo clamor:

«Dios… ahora denuncia a todos los hombres en todos los lugares que se arrepientan» (Hechos 17:30).

Antes de hablar de lo que es el Arrepentimiento, permítame decirle brevemente lo que no es. El arrepentimiento no es temer. Muchas personas han confundido las dos cosas. Ellas piensan que tienen que estar alarmadas y aterrorizadas; y están esperando alguna clase de temor les sobrevenga. Pero multitudes se alarman por no arrepentirse realmente. Usted habrá oído de hombres en el mar durante una terrible tormenta. Quizás ellos han sido muy profanos; pero cuando el peligro les sobrevino inmediatamente se aquietaron, y comenzaron a clamar a Dios por misericordia. Sin embargo usted no diría que se arrepintieron. Cuando la tormenta había pasado, continuaron blasfemando igual que antes. Usted podría pensar que el rey de Egipto se arrepintió cuando Dios envió las terribles plagas sobre él y su tierra. Pero no hubo arrepentimiento en lo absoluto. En el momento que la mano de Dios se quitó, el corazón de Faraón fue más duro que nunca. No dejó un solo pecado; era el mismo hombre. Así que no hubo verdadero arrepentimiento allí.

Frecuentemente, cuando la muerte llega a una familia, parece como si el hecho estuviera consagrado para la conversión de todos los de la casa. Sin embargo en seis meses todo puede ser olvidado. Algunos que leen esto han pasado por esa experiencia. Cuando la mano de Dios pesaba sobre ellos, parecía como si fueran a arrepentirse; pero la prueba era removida y, ¡vaya!, he aquí que toda la sensación se ha ido.

El arrepentimiento no es un sentimiento

Luego además, el arrepentimiento no es un sentimiento. Encuentro que muchísimas personas están esperando que les venga una cierta clase de sentimiento. Ellas querrían volverse a Dios; pero creen que no pueden hasta que este sentimiento venga. Cuando estuve en Baltimore acostumbraba a predicar todos los domingos en la cárcel a novecientos convictos. Difícilmente había un hombre allí que no se sintiera lo suficientemente miserable -ellos tenían mucho sentimiento. La primera semana o los primeros diez días de su reclusión muchos de ellos lloraban la mitad del tiempo. Sin embargo, cuando fueron liberados, la mayoría de ellos volvería exactamente a sus antiguos caminos. La verdad era, que ellos se sintieron muy mal porque habían sido atrapados; eso era todo. Así usted habrá visto a un hombre en el tiempo de juicio mostrando muchísimo sentimiento, pero muy frecuentemente ello es sólo porque se ha metido en problemas; no porque ha cometido pecado, o porque su conciencia le diga que ha cometido el mal ante los ojos de Dios. Parece que el juicio fuera a resultar en verdadero arrepentimiento; pero el sentimiento muy frecuentemente se va.

Además, el arrepentimiento no es ayunar y afligir al cuerpo. Un hombre puede ayunar durante semanas y meses y años, y no obstante no arrepentirse de ningún pecado. Tampoco es remordimiento. Judas tuvo terrible remordimiento -suficiente para ir y colgarse, pero eso no era arrepentimiento. Creo que si hubiera ido a su Señor, si se hubiera echado sobre su rostro, y confesado su pecado, habría sido perdonado. En lugar de esto fue a los sacerdotes, y luego puso un fin a su vida. Un hombre puede hacer toda clase de penitencias, pero no hay verdadero arrepentimiento en eso. Grabe eso en su mente. Usted no puede satisfacer las demandas de Dios ofreciendo el fruto de su cuerpo por el pecado de su alma. ¡Abajo tal error!

El arrepentimiento no es la convicción de pecado. Eso puede sonar extraño a alguno. He visto hombres bajo tan profunda convicción de pecado que no podían dormir a la noche; ellos no podían disfrutar una simple comida. Continuaban en ese estado por meses y sin embargo no se convertían; ellos no se arrepentían verdaderamente. No confunda convicción de pecado con arrepentimiento.

El arrepentimiento tampoco es orar

Eso también, puede sonar extraño. Muchas personas, cuando están ansiosas por la salvación de sus almas, dicen: «oraré, y leeré la Biblia»; y creen que conseguirán el efecto deseado. Pero eso no lo hará. Usted puede leer la Biblia y clamar mucho a Dios, y sin embargo nunca arrepentirse. Mucha gente clama a Dios con fuerte voz, y sin embargo no se arrepiente.

Por otro lado: no es que alguno deje su pecado. Muchísima gente comete ese error. Un hombre que ha sido un borracho promete abstenerse de bebidas alcohólicas, y deja de beber. Dejar un pecado no es el arrepentimiento. Abandonar un vicio es como cortar una rama de un árbol, cuando el árbol entero debe ser derribado. Un hombre profano deja de blasfemar; pero si no se aparta de todo pecado eso no es arrepentimiento -esa no es la obra de Dios en el alma. Cuando Dios obra, Él tala el árbol entero. Él quiere que una persona se aparte de todos los pecados. Supongamos que yo estuviera en un barco en el mar, y que encontrara que la embarcación filtrara en tres o cuatro lugares. Puedo ir y tapar un agujero; a pesar de eso el barco se hunde. O supongamos que yo esté herido en tres o cuatro partes, y consigo un remedio para una herida; si las otras dos o tres heridas son descuidadas, mi vida se acabaría pronto. El verdadero arrepentimiento no es meramente dejar este o aquel pecado en particular.

¿Qué es, entonces, el arrepentimiento?

Bueno entonces, usted preguntará, ¿qué es el arrepentimiento? Le daré una buena definición; éste es «¡darse la vuelta completamente!» En el lenguaje irlandés la palabra «arrepentimiento» significa todavía más que «¡darse la vuelta completamente!» Ésta implica que un hombre que ha estado caminando en una dirección no sólo se ha dado vuelta, sino que verdaderamente está caminando en una dirección exactamente opuesta.

«Volveos, volveos de vuestros caminos: ¿y por qué moriréis, oh casa de Israel?» (Ezequiel 33:11).

Un hombre puede tener poco o mucho sentimiento; pero si no se vuelve del pecado, Dios no tendrá misericordia de él. El arrepentimiento también ha sido descrito como «un cambio de mente». Por ejemplo, allí tenemos la parábola dicha por Cristo:

«Un hombre tenía dos hijos, y llegando al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Y respondiendo él, dijo: No quiero» (Mateo 21:28, 29).

Después de decir «no quiero», él pensó sobre esto, y cambió de opinión. Quizás puede haberse dicho a sí mismo: «No hablé muy respetuosamente a mi padre. Él me pidió que fuera a trabajar, y yo le dije que no iría. Pienso que estuve mal.» Pero supongamos que él sólo hubiera dicho esto, y sin embargo no hubiera ido, él no se habría arrepentido. Él no sólo estaba convencido de que estuvo mal; sino que fue a los campos, a cavar con su azada, o a cortar con la guadaña, o a lo que fuere. Esa es la definición de Cristo del arrepentimiento. Si un hombre dice: «Por la gracia de Dios abandonaré mi pecado, y haré su voluntad», eso es arrepentimiento -un darse la vuelta en dirección opuesta.

¿Puede alguien arrepentirse inmediatamente?

Ciertamente puede. No toma mucho tiempo darse vuelta. No le lleva seis meses a una persona para cambiar su mente. Hubo una embarcación que se hundió hace algún tiempo en la costa de Newfoundland. Cuando aquélla era llevada hacia la costa, hubo un momento cuando el capitán pudo haber dado órdenes para revertir los motores y volver atrás Si los motores hubieran sido revertidos entonces, el barco se habría salvado. Pero hubo un momento cuando fue demasiado tarde. Así hay un momento, yo creo, en la vida de cada hombre cuando puede detenerse y decir: «Por la gracia de Dios no iré más hacia la muerte y la ruina. Me arrepiento de mis pecados y me vuelvo de ellos.» Usted puede decir que no tiene suficiente sentimiento; pero si está convencido de que está en el mal camino, dé media vuelta, y diga: «no iré más por el camino de la rebelión y el pecado como lo he hecho.»

Exactamente entonces, cuando esté deseoso de volverse hacia Dios, la salvación puede ser suya.

Encuentro que cada caso de conversión registrado en la Biblia fue instantáneo. El arrepentimiento y la fe vinieron muy repentinamente. En el momento en que un hombre se decide, Dios le da el poder. Dios no pide a ningún hombre que haga lo que no tiene el poder para hacer. Él no mandaría

«a todos los hombres en todos los lugares que se arrepientan» (Hechos 17:30)

si ellos no fueran capaces de hacerlo. El hombre no tiene a nadie para culpar excepto a sí mismo si no se arrepiente y cree el Evangelio.

Una conversión descripta

Uno de los principales ministros del Evangelio en Ohio me escribió una carta hace algún tiempo describiendo su conversión; ésta ilustra muy fuertemente este punto de la decisión instantánea. Él dice:

«Yo era de diecinueve años, y estaba estudiando derecho con un abogado cristiano en Vermont. Una tarde cuando él estaba fuera de la casa, su buena esposa me dijo cuando yo llegué a la casa: ‘Quiero que esta noche me acompañes a la reunión y te hagas cristiano, para que puedas dirigir la adoración familiar mientras mi esposo está lejos.’ ‘Bien, lo haré’, dije, sin pensar nada. Cuando llegué nuevamente a la casa me preguntó si fui sincero en lo que había dicho. Le respondí: ‘Sí, en lo que se refiere a ir a la reunión con usted; eso simplemente es ser cortés.’

«Fui con ella a la reunión, como frecuentemente había hecho antes. Estaban presentes alrededor de una docena de personas en una pequeña escuela. El líder había hablado a todos en el salón excepto a mí y otros dos. Él estaba hablando a la persona junto a mí, cuando me pasó por la mente la idea de que me preguntaría si tenía algo para decir. Yo me dije: He decidido ser un cristiano en algún momento; ¿por qué no comenzar ahora? En menos de un minuto después que estos pensamientos habían pasado por mi mente él dijo, hablándome familiarmente, porque me conocía muy bien: ‘Hermano Charles, ¿tienes algo para decir?’ Le respondí, con perfecta tranquilidad, ‘Sí señor. Recién he decidido, en los últimos treinta segundos, que comenzaré una vida cristiana, y me gustaría que orara por mí.’

«Mi tranquilidad le asombró; creo que casi dudó de mi sinceridad. Me dijo muy poco, pero continuó y habló a los otros dos. Después de unas pocos comentarios generales, se volvió a mí y dijo: ‘Hermano Charles, ¿cerrarás la reunión con oración?’ Él sabía que yo nunca había orado en público. Hasta este momento no sentí nada. Eso era puramente como una transacción comercial. Mi primer pensamiento fue que no podía orar, y le iba a pedir que me disculpara. Mi segundo pensamiento fue: he dicho que comenzaré una vida cristiana; y esto es una parte de ella. Entonces dije: ‘Oremos’. Y en algún lugar entre el tiempo que comencé a arrodillarme y el tiempo en que mis rodillas tocaron el suelo el Señor convirtió mi alma.

«Las primeras palabras que dije fueron: ‘¡Gloria a Dios!’ Lo que dije después de eso, no sé, y no importa, porque mi alma estaba demasiado llena para decir mucho más que ‘¡Gloria!’ Desde esa hora el maligno nunca ha osado poner en duda mi conversión. A Cristo sea toda la alabanza.»

Muchas personas están esperando, ellas no pueden decir exactamente qué, excepto alguna suerte de sentimiento milagroso que venga y los cautive -alguna misteriosa clase de fe. Estuve hablando a un hombre hace algunos años, y él siempre tenía una respuesta para darme. Durante cinco años procuré ganarlo para Cristo, y cada año él decía: «No he sido ‘impactado’ todavía.»

«Hombre, ¿qué quiere decir? ¿Qué no le ha impactado?»

«Bien», dijo él, «No voy a ser un cristiano hasta que ello me impacte; y no he sido impactado todavía. Yo no veo esto en la misma forma que usted.»

«Pero ¿no sabe que es un pecador?»

«Sí, sé que soy un pecador.»

«Bien, ¿no sabe que Dios quiere tener misericordia de usted -que hay perdón con Dios? Él quiere que usted se arrepienta y vaya a Él.»

«Sí, sé eso; pero eso aún no me ha impactado.»

Él siempre volvía a lo mismo. ¡Pobre hombre! Él bajó a su tumba en un estado de indecisión. ¡Dios le dio sesenta largos años para arrepentirse; y todo lo que tenía para decir al fin de aquellos años era que «no había sido impactado todavía»!

Esperando algún sentimiento extraño

¿Está algún lector esperando algún extraño sentimiento -que no sabe qué es? En ninguna parte de la Biblia se dice a un hombre que espere. Dios le manda arrepentirse ahora.

¿Usted cree que Dios puede perdonar a un hombre cuando él no quiere ser perdonado? ¿Sería él feliz si Dios lo perdonara en este estado de su mente? Porque, si un hombre entrara al reino de Dios sin arrepentimiento, el cielo sería el infierno para él. El cielo es un lugar preparado para gente preparada. Si su muchacho ha hecho lo malo, y no se arrepiente, usted no puede perdonarle. Le estaría haciendo una injusticia. Suponga que él va a su escritorio, y hurta $10, y los malgasta. Cuando usted vuelve a casa su sirviente le cuenta lo que su muchacho ha hecho. Le pregunta si es verdadero, y él lo niega. Pero finalmente usted obtiene pruebas indudables. Incluso cuando él no puede negarlo más, no reconoce el pecado, sino que dice que lo cometerá de nuevo en la primera oportunidad que tenga. ¿Le diría: «Bien, te perdono», y dejaría el asunto allí? ¡No! Sin embargo hay personas que dicen que Dios va a salvar a todos los hombres, ya sea que se arrepientan o no: borrachos, ladrones, rameras, fornicarios, no importa. «Dios es tan misericordioso», dicen ellos. Queridos amigos, no se engañen por el dios de este mundo. Donde haya verdadero arrepentimiento y una vuelta del pecado a Dios, Él le encontrará y le bendecirá; pero Él jamás bendice hasta que haya sincero arrepentimiento.

David cometió un lamentable error

David cometió un lamentable error sobre esta cuestión con su hijo rebelde, Absalom. Él no pudo haber hecho a su hijo una mayor injusticia que perdonarle cuando su corazón no había cambiado. No podía haber verdadera reconciliación entre ellos cuando no hubo arrepentimiento. Pero Dios no comete estos errores. David se metió en problemas por causa de su falta de discernimiento. Su hijo echó a su padre del trono.

Hablando sobre el arrepentimiento, el Dr. Brooks, de St. Louis, bien señala:

«El arrepentimiento, estrictamente hablando, significa un ‘cambio de mente o propósito’, en consecuencia es el juicio que el pecador pronuncia sobre sí mismo, en vista del amor de Dios mostrado en la muerte de Cristo, conectado con el abandono de toda confianza en sí mismo y con confiar en el único Salvador de los pecadores. El arrepentimiento salvador y la fe salvadora siempre van juntos; y usted no necesita preocuparse por el arrepentimiento si usted cree.

«Algunas personas no están seguras de que se han ‘arrepentido lo suficiente’. Si usted quiere decir con esto que debe arrepentirse a fin de mover a Dios a ser misericordioso con usted, cuanto más rápidamente abandone tal idea del arrepentimiento mejor. Dios ya es misericordioso, como lo ha mostrado plenamente en la Cruz del Calvario; y es una dolorosa deshonra a su corazón de amor si cree que sus lágrimas y angustias lo conmoverán, ‘ignorando que su benignidad te guía a arrepentimiento’ (Romanos 2:4). No es la maldad de usted, por lo tanto, sino la bondad de Él la que guía al arrepentimiento; por lo tanto la verdadera forma de arrepentirse es creer en el Señor Jesucristo, ‘el cual fue entregado por nuestros delitos, y resucitado para nuestra justificación’ (Romanos 4:25).»

Cómo decir si el arrepentimiento es genuino

Otra cosa. Si hay verdadero arrepentimiento, éste traerá frutos. Si estamos haciendo mal a alguien, nunca deberíamos pedir a Dios que nos perdone, hasta que no estemos dispuestos a hacer el resarcimiento. Si he hecho a alguien una gran injusticia y puedo hacerle el bien, no necesito pedir a Dios que me perdone hasta que esté deseoso de hacer lo bueno. Supongamos que yo hubiera tomado algo que no me perteneciera. No tengo derecho a esperar perdón hasta que haga la restitución.

Recuerdo cuando estaba predicando en una de nuestras grandes ciudades, cuando un hombre de elegante apariencia vino a mí al atardecer. Él estaba en gran angustia. «El hecho es», dijo él, «que soy un estafador. He tomado dinero que pertenecía a mis patrones. ¿Cómo puedo llegar a ser cristiano sin devolverlo?»

«¿Tiene el dinero?»

Me dijo que no lo tenía todo. Había tomado alrededor de $1500, y todavía tenía alrededor de $900. Él dijo: «¿No podría tomar ese dinero, y trabajar lo suficiente como para compensarlo?»

Le dije que era un engaño de Satán; que no podía esperar prosperar con dinero robado; que debía devolver todo lo que tenía, e ir y pedir a sus patrones que tuvieran misericordia de él y le perdonaran.

«Pero ellos me enviarán a prisión», dijo él: «¿no puede darme alguna ayuda?»

«No, debe devolver el dinero antes de que pueda esperar obtener alguna ayuda de Dios.»

«Eso es bastante duro», dijo él.

«Sí, es duro; pero el gran error fue hacer lo malo al principio.»

Su carga se hizo tan pesada que llegó a ser insoportable. Él me entregó el dinero -$950 y algunos centavos- y me pidió que lo devolviera a sus patrones. A la tarde siguiente los dos empleadores y yo nos encontramos en un salón lateral de la iglesia. Les entregué el dinero, y les informé que era de uno de sus empleados. Les conté la historia, y les dije que él quería misericordia de ellos, no justicia. Las lágrimas se derramaron por las mejillas de estos dos hombres, y ellos dijeron: «¿Perdonarle? Sí, estaremos gustosos de perdonarle.» Bajé las escaleras y le hice subir. Después de que hubo confesado su culpa y de ser perdonado, todos nos arrodillamos y tuvimos una bendita reunión de oración. Dios nos encontró y nos bendijo allí.

Poniéndose bien con el gobierno

Había un amigo mío, que algún tiempo atrás, había venido a Cristo y deseaba consagrarse a sí mismo y a su riqueza a Dios. Él antiguamente había tenido negocios con el gobierno, y había tomado ventaja de esto. Aquello surgió cuando se convirtió, y su conciencia le atormentaba. Él dijo: «Quiero consagrar mi riqueza; pero parece como si Dios no la aceptara.» Tuvo una terrible lucha; su conciencia seguía despierta y le atormentaba. Finalmente llenó un cheque por $1500 y lo envió al Tesoro de los Estados Unidos. Me dijo que recibió una gran bendición cuando hizo esto. Eso era producir «frutos dignos de arrepentimiento» (Mateo 3:8). Creo que muchísimos están clamando a Dios por luz; y no están obteniéndola porque no son honestos.

Una vez estaba predicando, y vino a mí un hombre que tenía sólo treinta y dos años, pero su cabello estaba muy encanecido. Él dijo: «Quiero que note que mi cabello está canoso, y tengo sólo treinta y dos años. Por doce años he soportado una enorme carga.»

«Bien», le dije, «¿cuál es?»

Él miró alrededor como si temiera que alguno le oyera. «Bien», contestó, «mi padre murió y le dejó a mi madre el periódico del condado, y sólo le dejó eso. Eso era todo lo que ella tenía. Después de que él murió el periódico comenzó a decaer; y yo veía que mi madre estaba hundiéndose rápidamente en un estado de necesidad. El edificio y el periódico estaban asegurados por unos mil dólares, y cuando tenía veinte años incendié el edificio, y obtuve los mil dólares, y los di a mi madre. Por doce años ese pecado me ha estado persiguiendo. He tratado de ahogar esto entregándome al placer y al pecado; he maldecido ha Dios; me he entregado a la infidelidad; he intentado demostrar que la Biblia no es verdadera; he hecho todo lo que pude, pero he sido atormentado todos estos años.»

Yo le dije: «Hay una forma para salir de eso.»

Él pregunto «¿Cómo?»

Yo le dije: «Haga la restitución. Sentémonos y calculemos el interés, y luego pague el dinero a la compañía.»

Usted se hubiera sentido bien al ver iluminarse el rostro de ese hombre cuando encontró que había misericordia para él. Dijo que estaría gustoso de devolver el dinero con los intereses si sólo pudiera ser perdonado.

Actualmente hay hombre en oscuridad y esclavitud porque no desean volverse de sus pecados y confesarlos; y no sé cómo alguien puede ser perdonado si no está deseoso de confesar su pecado.

Ahora es el único día de misericordia

Tenga presente que ahora es el único día de misericordia que usted alguna vez tendrá. Puede arrepentirse ahora, y hacer borrar el terrible historial. Dios espera para perdonarle; Él está buscando atraerle hacia sí mismo. Pero yo creo que la Biblia enseña claramente que no hay arrepentimiento después de esta vida. Hay algunos que le dicen de la posibilidad de arrepentimiento en la tumba; pero no encuentro eso en las Escrituras. He examinado mi Biblia muy cuidadosamente, y no puedo encontrar que un hombre tendrá otra oportunidad de ser salvado.

¿Porqué pedirá alguien más tiempo? Usted tiene suficiente tiempo para arrepentirse ahora. Puede volverse de sus pecados en este momento si desea. Dios dice:

«No quiero la muerte del que muere,… convertíos pues, y viviréis» (Ezequiel 18:32).

Cristo dijo que Él

«no ha venido a llamar justos, sino pecadores a arrepentimiento» (Lucas 5:32).

¿Es usted un pecador? Entonces la llamada a arrepentirse es dirigida a usted. Tome su lugar en el polvo a los pies del Salvador, y reconozca su culpa. Diga, como el publicano de antaño:

«¡Dios, sé propicio a mí pecador!» (Lucas 18:13)

y vea cuán rápidamente le perdonará y le bendecirá. Él incluso le justificará y le considerará como justo, por la virtud de la justicia del que soportó sus pecados en su propio cuerpo sobre la Cruz.

Hay algunos que quizás se creen justos por sí mismos; y que, por lo tanto, no hay necesidad para ellos de arrepentirse y creer el Evangelio. Ellos son como el fariseo en la parábola, que agradeció a Dios que no era como otros hombres: «ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano» (Lucas 18:11); y siguió diciendo, «ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que poseo» (Lucas 18:12). ¿Cuál es el juicio sobre tales personas auto-justificadas?

«Os digo que éste [el pobre, contrito, publicano arrepentido] descendió a su casa justificado antes que el otro» (Lucas 18:11-14).

«No hay justo, ni aun uno… Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» (Romanos 3:10, 23).

Que ninguno diga que no necesita arrepentirse. Que cada uno tome su verdadero lugar -aquél de un pecador; entonces Dios lo elevará al lugar de perdón y justificación.

«Cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado» (Lucas 14:11).

Dondequiera Dios ve verdadero arrepentimiento en el corazón Él recibe aquella alma.


2 Replies to “Arrepentimiento y Restitución (D. L. Moody)”

  1. Esa es la verdad y la ùnica verdad que importa. Estoy angustiado, porque creo que falle en gran manera a Dios, ya que a pesar de que pase al altar a recibirle como señor y Salvador, no creo que haya habido verdadero arrepentimiento pues pecaba constantemente en lo mismo, trago, adulterio en lo fìsico y lo mental, fornicaciòn, juegos de mesa y apuesta como domino y billar pool, aunque me consideraba salvo por creer en el Señor Jesuscristo como Señor y Dios Salvador. un dìa lei sobre Saul y como el espiritu del Señor lo dejaba y dos horas màs tarde sentì como si se fuera el espiritu de Dios de mi vida y llegara una presencia oscura perturbadora, y desde ese dìa tengo pesadillas, temblores internos sobre todo cuando voy a dormir, siento un vacio tremendo en mi pecho como si estuviera mi pecho en el limbo, siento algo en mi garganta como si la apretara, he insultado a Dios de muchas formas, pues de mi corazòn sin yo querer salen pensamientos de malidicencias, palabras homofonas con el nombre de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espiritu Santo de insulto (Ejemplo Espiritu Santo me llega a mi mente el cambio de Santo por Sapo) aunque yo se que no es verdad a mi mente me llega ese pensamiento y yo no quiero y creo que insultado a Dios porque el mismo me ha dicho «De cierto, De cierto el que cree en mi aunque este muerto vivirà» y yo no se si aùn puedo estar con èl porque estoy seguro que Dios ha estado conmigo, entonces al leer la biblia me ha llegado al corazòn lo que le dijo Dios a Eli sobre su descendencia y la muerte de sus hijos el mismo dìa como señal, la parabola de las ramas desgajadas del olivo de Vida (Que es el señor Jesus) la parabola del administrador infiel, y todo me lleva a que conociendo la palabra no le puse fè, y no me aparte de mis pecados y Dios me dejo. Quiero estar con mi Cristo pero lo he insultado tanto que no se si aùn derrame de su Espiritu Santo sobre mi, oro todos los días y a toda hora y nda en mi interior cambia (sigue la angustia, y la preocupaciòn de haber sido desechado). El señor dice que el que a èl viene no le hecha fuera, y el que cree serà salvo, y Dios estarà con el (cuando creemos somos sellados con del Espiritu Santo de Dios) y quiero preguntar si aùn mi pecado de insulto contra el espiritu de Dios puede ser perdonado (Yo conosco lo que dice el señor sobre este tema, lo que pasa es que me aferro a la esperanza de su palabra de vida,sobre el que cree en el tiene vida eterna.

  2. He sido muy bendecido al leer vuestra pagina, voy a continuar visitando a ud. Adelante ud tienen mucho para dar.

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