Lectura: Génesis 12:1–7
Uno de los primeros pasos de Dios en el desarrollo de su plan de salvación para la humanidad fue el llamado de Abram. Dios llamó a Abram con un propósito en mente; eso nos conduce al hecho que cuando Dios nos llama a nosotros también tiene algo en mente. Las condiciones, la respuesta y las promesas tanto para Abram como para nosotros son paralelas.
I. El llamamiento tiene ciertas condiciones.
1. Dejar la seguridad económica, política y material.
2. Dejar la seguridad familiar y social.
3. Disposición a aceptar lo desconocido.
II. El llamamiento tiene ciertas promesas (v. 2, 3).
1. Bendición de reconocimiento personal: Engrandeceré tu nombre.
2. Bendición de prosperidad material: Haré de ti una gran nación.
3. Bendición de prosperidad espiritual para otros: Y serás bendición.
III. El llamamiento demanda constante relación con Dios (v. 7).
1. En tierra desconocida, Abram edifica un altar. Esto indica que Dios era lo más importante para él y que está dispuesto a serle fiel en cualquier lugar y circunstancia.
2. Abram adora a Dios:
(1) En reconocimiento y gratitud
(2) En testimonio al Dios verdadero
Abram aceptó las condiciones y las promesas de Dios y por lo tanto llegó a ser bendición para toda la humanidad. Aceptemos nuestro llamamiento, cumplamos las condiciones, mantengámonos en constante relación con Dios y hagamos nuestras las promesas del Señor.
(Comentario Mundo Hispano)